5 - Su techo, su reglas

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—Rengoku Shinjuro... Pilar de la Llama...—. Repitió Fumiko con disgusto mientras jugaba con el agua de su alrededor.

Ya llevaba casi 15 minutos en la tina y es que simplemente no dejaba de pensar.

Conocer al padre de su mentor había sido todo una... experiencia.

Tal vez lo primero que hizo fue ser grosero con su hijo y enseguida insultarla, pero la primera impresión de ese hombre, además del indudable despecho, fue... Confusión... Desconcierto, en realidad.

Sí, se había presentado con ella muy secamente pero... debajo de sus palabras, hubo algo así como... Miedo... ¿O era angustia?

Siendo sincera con ella misma, no estaba muy segura. Simplemente no tenía idea cómo describirlo correctamente. Tal vez por el modo en que lo había dicho contra lo que dictaba su esencia.

Aún estás a tiempo de salvar tu vida... No tienes talento.

Esencia protectora contra palabras agresivas.

Se hundió otro poco en su lugar, soplando un par de burbujas en el agua.

En verdad el hombre era un misterio, pero ella no estaba ahí para juzgarlo y mucho menos para involucrarse con él.

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—Fumiko-chan, aquí tienes—. El menor le extendió cada plato de la cena, siendo recibido por ella.

—Muchas gracias Senjuro-kun.

—¡Fumiko-chan! Mañana después del calentamiento, ¡quiero comenzar a enseñarte la primera postura de la Respiración de la llama!—. Anunció enérgico su mentor mientras recibía sus respectivos platos.

—¿Eh? ¿Ya tan rápido?—. Respondió ella desconcertada y emocionada al mismo tiempo, si tan solo llevaban una semana entrenando.

—¡Claro! ¡Ya te veo preparada!—. Anunció mientras tomaba sus palillos. —¡Aunque, al mismo tiempo quiero que continúes practicando la Respiración de Concentración Total! ¡Tendrás que dominarla hasta que puedas hacerla incluso dormida! ¡De hecho, ahora mismo deberías estar haciéndola!—. Rió ligeramente antes de comenzar a comer y por ende, exclamar a todo pulmón lo bien que sabía la comida.

—¡Claro!—. Respondió emocionada, casi obedeciendo al instante y haciendo reír a Senjuro.

Ella estuvo a punto de comenzar a comer hasta que sintió la esencia poderosa de Shinjuro acercándose.

—Padre. Buenas noches—. Saludó Senjuro, bajando ligeramente la cabeza.

Ella también se giró para verlo, congelándose de inmediato. Cuando ambos cruzaron miradas, primero la miró sorprendido y enseguida se vio molesto. Por lo que parecía, él había llegado con toda la intención de comer con sus hijos, pero al verla ahí, se sintió indignado.

—Puedes sentarte a cenar. Aquí tengo tu-

—No—. Interrumpió secamente a su hijo menor, sin despegar sus ojos de la chica. —Llévame la cena a mi habitación—. Ordenó con desprecio.

Y con eso, se marchó, cerrando la puerta de un golpe.

Fumiko bajó la cabeza y se encogió de hombros apenada.

¿Cómo no lo había pensado antes?

No tenía porqué estar tan cómoda con ellos, no si su padre no estaba de acuerdo con eso.

—¿Fumiko-chan?—. Llamó el menor al notar lo tensa que se veía. —¿Estás bien?

—No le lleves su comida a su cuarto, Senjuro-kun—. Le pidió ella suavemente, tomando su pequeña mesita mientras hablaba. —Yo me retiro. Perdonen las molestias.

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora