El calor de tu sonrisa

53 - Hasta el amanecer

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Justo como sus padres se lo habían pedido, al día siguiente, retomaron su búsqueda, preguntando en muchos lados acerca de la familia Rengoku.

Curiosamente, ellos eran una familia muy reconocida, así que no tardaron en encontrar aquella residencia que su hermana había mencionado en aquella carta.

Reiko levantó su mano para tocar la campana de la puerta, quedándose quieto durante un par de segundos.

—¿Cielo?—. Preguntó su madre al verlo tan tenso. —¿Estás bien?

Él se quedó callado, comenzando a temblar ligeramente.

—¿Y si ella no está aquí?—. Susurró nervioso. —Habríamos hecho todo este viaje hasta aquí para nada...

Su padre abrió los ojos dolido y su madre se cubrió la boca preocupada.

—No, no muchacho, no fue para nada—. Le animó su padre, inclinando su cabeza para que pudiera ver a Reiko a los ojos. —La encontrarás... Estoy seguro.

Reiko observó a su padre inseguro durante un par de segundos antes de bajar la cabeza para calmarse.

—Bien... Aquí voy—. Tomando todo el valor que pudo recolectar, jaló la cuerda, haciendo el suficiente ruido para llamar la atención.

Pasaron un par de segundos que para Reiko fueron eternos.

¿Y si nadie estaba en casa?

—¡Voy!—. Se anunció una voz de pronto.

El muchacho sacudió su cabeza nervioso y casi enseguida, la pesada puerta se abrió frente a él.

—¿Sí?

Los tres presentes abrieron los ojos sorprendidos con el joven que había atendido. Jamás habían visto a una persona tan... Sobresaliente.

Tenía un cabello rubio con terminaciones en puntas rojas, sostenido en una cola de caballo. Sus ojos eran de colores amarillos y rojos vibrantes, parecidos a un amanecer. A pesar de tener espesas y puntiagudas cejas, su rostro era muy amigable.

—Ehh...—. Reiko parpadeó impactado antes de aclarar su garganta. —Ho- hola... Estoy buscando a... ¿Rengoku Kyojuro?

—¿Mi hermano?—. Preguntó extrañado en voz baja, hablando más para sí mismo. —¿De parte de quién?

—¿Papá?—. Antes de siquiera poder responder, la pregunta hizo a los tres presentes dirigir su atención al suelo.

Casi de inmediato, un niño pequeño apareció detrás del extravagante muchacho que había abierto la puerta. Se aferró a la pierna del joven y miró a los recién llegados en una mezcla de curiosidad y pena.

—¿Papá?—. Repitió, pero bajando más la voz.

Tanto Reiko como sus padres volvieron a quedarse sin palabras. El niño tenía las mismas exactas características del joven.

Que fuerte genética.

—Ahora no, Hikuro—. El muchacho le susurró mientras le tocaba la cabeza al niño.

—Bu- bueno, en realidad estoy en busca de mi hermana, me habían dicho que Rengoku Kyojuro la había traído hasta aquí—. Retomó Reiko, frotando su brazo frenéticamente. —Ella es Nakamura Fumiko.

De tener una cara extrañada, el joven rápidamente pareció quedarse sin aire al mismo tiempo que abría los ojos con sorpresa.

—¿Tú eres... Haku o Reiko?—. Le preguntó con los ojos ligeramente brillosos.