17 - Tenerte a mi lado

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—Taiki...—. Sin quererlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo su corazón estrujarse de inmediato. —Estás... Aquí...

—¡Claro! No he ido a ninguna parte, tonta—. Le sonrió él juguetón. —Vamos, que hoy tengo un día muy especial en mente.

Antes que él pudiera avanzar un poco, ella se apresuró para abrazarlo con todas sus fuerzas. Sollozando silenciosamente en su hombro, enormemente aliviada de verlo.

—¡Woah! ¡Tranquila! ¡Vas a tirarme!—. Rió él en su oído, haciendo que ella también riera, aún incrédula de tenerlo en sus brazos.

Aunque él estuviera frente a ella, sintió que algo andaba mal. Muy en lo profundo de su ser, sentía que algo le faltaba...

De cualquier forma, ella se limpió las mejillas con su manga y después de tomarle la mano a su pareja para empezar a caminar, sonrió enormemente.

...

El pálido conductor miró con más atención a la chica. Ella ahora tenía sus ojos cerrados, con un par de lágrimas derramándose de su cara aliviada.

Por un momento, él había temido que ella iba ser quien lo descubriera. Se veía tan joven... Casi de la misma edad que su hija antes de fallecer. El propio conductor comenzó a llorar antes de girarse y correr hacia los vagones de más al frente del tren. A su paso, todos y cada uno de los pasajeros yacían dormidos.

Jadeando, abrió la última puerta donde debía encontrarse con el demonio, dejándose caer de rodillas.

—¡Hice lo que me pidió! ¡Marqué sus boletos y ahora todos duermen!—. Sollozó, en su voz un ligero rastro de remordimiento. —¡Por favor! ¡Déjeme soñar a mi también!—. El hombre agachó su frente hasta que tocó el piso de madera del vagón. —Para estar con mi esposa e hija.

Del techo, una mano cayó frente al hombre, rápidamente acomodándose como si fuera una araña. —De acuerdo—. Y entonces, dicha mano, tatuada con varios kanji de "sueño", con un ojo en su pulgar y una enorme boca en el dorso, le sonrió maliciosamente. —Ten dulces sueños.

Y como si hubiera conjurado un fuerte hechizo, los ojos del hombre se volvieron blancos antes de caer aparentemente dormido.

—Reúnete con tu familia muerta—. Se burló aquella mano del demonio.

—Señor—. Llamó una niña peinada con trenzas a los costados de sus orejas. —¿Qué tenemos que hacer para poder tener dulces sueños también?

—Necesito que esperen un momento hasta que los cazadores estén completamente dormidos—. Fue explicando la mano mientras se daba la vuelta para que el ojo del pulgar pudiera ver al grupo de cinco niños. —Hay algunos de ellos que tienden a ser demasiado perceptivos al peligro, por lo que cuando vayan a atarlos con las cuerdas especiales que yo mismo cree, deben cuidar no tocar sus cuerpos.

El grupo de niños asintió. Algunos de ellos incluso jugaban con los dardos que el demonio les había confiado.

—El plan es simple—. Continuó el demonio. —Después de atarlos con las cuerdas, procuren quedarse dormidos. Cuando se conecten al mundo finito de sueños donde están atrapados los cazadores, deberán buscar una ligera barrera donde se encuentra el mundo del inconsciente. Ahí deberán buscar su núcleo espiritual y destruirlo.

Uno de ellos apretó el dardo con la aguja gigante en su mano, tragando saliva antes de preguntar: —¿Con esto será suficiente para hacerlo?

La mano extendió su sonrisa.

—Lo que mueve a todos los humanos es su corazón, pero por desgracia, está representada en una esfera de cristal lastimosamente frágil y muy quebradiza—. Explicó con una satisfacción perturbadora. —Por lo que incluso con sus propias manos pudieran aplastar sus núcleos espirituales.

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora