4 - ¡A entrenar!

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Fumiko mentiría si dijera que quería marcharse de la residencia Rengoku.

Senjuro muchas veces le dijo que estaba bien si quería quedarse, después de todo, mientras Kyojuro y su padre se iban a las misiones, él se quedaba solo en casa.

Igualmente mentiría si dijera que no estaba considerando seriamente el volverse una cazadora de demonios.

Después de la propuesta del líder, Fumiko se encontraba hundida en sus pensamientos.

Era algo tonto, pero la idea de rechazar la oferta se veía tentadora. Después de todo, ¿cómo sería ella capaz de convertirse en lo mismo que había asesinado a su amado Taiki?

Pero por más que buscara otra excusa para decir que no, no podía encontrarla.

Ser una cazadora implicaría arriesgar su vida diariamente, eso lo sabía, pero por otro lado, también significaría que podría ser de utilidad para el mundo. Era un propósito noble y justo, utilizar la fuerza para proteger a las personas de cualquier tipo de amenaza.

De algún modo, aquella responsabilidad le había llamado la atención. Ella siempre tuvo la esperanza que algún día podría hacer algo increíble en su vida, y ahora, la oportunidad se había presentado.

—¡Fumiko-san!—. La voz de Kyojuro la sacó de sus pensamientos. —¡He regresado!—. Anunció desde la puerta de su habitación.

Habían pasado 4 días y por fin, podía volver a ver su alegre rostro.

—¡Kyo- ¡Rengoku-san! ¡Bienvenido! ¡Me alegra que estés bien!—. Le saludó ella mientras se movía para ponerse de pie.

—Por favor, ¡no te levantes!—. Pidió mientras levantaba ambas manos frente a él. —¿Puedo pasar?

Fumiko asintió con la cabeza mientras se acomodaba para encarar al recién llegado.

—¡Senjuro me comentó que fuiste llamada en nombre de los cazadores de demonios hace un par de días! ¿Puedo saber por qué?

Fumiko bajó la cabeza, retomando rápidamente todo lo que estaba pensando hace un momento. —Ubuyashiki Kagaya me citó para discutir un tema conmigo—. Le explicó suavemente, recibiendo una mirada de sorpresa. —Me dijo quién fue el responsable de haber convertido a mi prometido en un demonio.

Kyojuro asintió con la cabeza, escuchando atentamente.

—También me pidió unirme al cuerpo de cazadores de demonios.

A pesar de no estar viendo directamente al mayor de los Rengoku, la esencia abrumadoramente ansiosa y emocionada llamó la atención de Fumiko. Levantó la cara para fijarse en lo que estaba ocurriendo, solo para toparse con un brillo especial en los ojos de Kyojuro.

—¿Y qué fue lo que dijiste?—. Preguntó con un poco más de energía que antes.

La chica se le quedó viendo extrañada por su repentino comportamiento, pero sonrió suavemente al verlo de esa manera. —Que lo pensaría.

De pronto, aquella esencia de miedo que había percibido antes en el muchacho, volvió a hacerse presente, bajándole el ánimo de golpe. Fue entonces cuando Fumiko conectó los puntos de su comportamiento. Él había querido pedirle lo mismo.

Su corazón comenzó a latir a mil por hora ante el pensamiento, halagada por toda esa creencia en ella.

—Estoy considerando fuertemente en aceptar—. Suspiró de pronto cuando un pequeño silencio se había formado entre ambos. —Me dijeron que tengo una fuerza increíble... Y siendo muy sincera conmigo misma, quisiera utilizar esa fuerza para proteger a los débiles.

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora