34 - En mi defensa

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Senjuro se removió entre las sábanas de su futón cuando su propia alarma corporal ya comenzaba a despertarlo. Se quejó ligeramente al mismo tiempo que se sentaba y se tallaba los ojos, aún adormilado.

Antes de terminar de abrir los ojos, él repasó en su cabeza todo lo que tenía que hacer en el día.

Primeramente recordó que Fumiko no estaría ahí con ellos, así que él tendría que hacer el desayuno solo. Luego se encomendó ir a despertar a su hermano... Volvió a cabecear ligeramente, como queriendo volver a dormirse. Sacudió la cabeza y bostezó para terminar de despertarse completamente, sin embargo, cuando estiró su mano derecha a su costado para poder apoyarse, sus dedos chocaron con algo.

Con un pequeño desconcierto por el susto, Senjuro abrió los ojos lentamente para poder revisar qué había sido.

Era un pequeño pergamino a su lado, enrollado de forma extraña.

¿Una nota?

Con algo de rareza, el chico tomó el papel entre sus manos y lo abrió para leer su contenido.

Primero fue ver la grafía muy parecida a la de su hermano... Lo segundo fue el contenido de la nota...

¡¡KYOJURO!!

Casi al mismo tiempo que Senjuro había terminado de leer su mensaje, el terrible grito furioso de su padre se hizo resonar en toda la casa.

—Ay hermano...—. Susurró el menor, dándose una palmada en la frente y negando con la cabeza. —Van a matarte...

...

Fumiko iba tarareando una melodía para entretenerse un poco. Mientras, con una mano sostenía flojamente una linterna y con la otra jugueteaba con las riendas de la mochila que llevaba en su espalda, mirando fascinada el cielo nocturno sobre su cabeza.

Ir sola a la Aldea de los Herreros parecía ser un camino eterno, aún a pesar que en el mapa parecía una travesía corta. Pero en definitiva, no se arrepentía de haberse negado a viajar con las malditas medidas de seguridad. Le daba gusto que ya no tenía que ir ni con escolta ni cubierta, pero estar sola, definitivamente era una desventaja.

¿Por qué le habían dado permiso de ir a la Aldea de ese modo? Bueno...

Después de haber charlado profundamente con... Ejem... Su suegro... El tema sobre su viaje terminó por resolverse muy rápido y pacíficamente.

Sí, iría sola, pues llevar a Kyojuro implicaba ponerlo en riesgo. Pero al menos solamente se quedaría tres días allá porque todos estaban de acuerdo que no querían que ella se marchara por tanto tiempo. Impresionantemente, eso incluía a Shinjuro.

Entonces, en la mañana que salió de su hogar para recibir al usual kakushi que se encargaría de llevarla en su espalda, en vez de extenderle unos vendajes, el auxiliar llegó con una linterna apagada en mano y le entregó una carta.

Extrañada, la cazadora leyó su contenido en ese momento. Básicamente, Ubuyashiki Kagaya estaba consciente de lo mucho que ella odiaba viajar con las medidas de seguridad y entonces, apiadándose de ella, decidió darle la alternativa de viajar sola, incluso anexando un mapa. No obstante, si decidía tomar esa opción, debía aceptar la condición de memorizarse el camino y además, en dado caso que alguien la atrapara, se quitara la vida.

Fumiko tragó saliva ante esta última petición, pero en el momento en que levantó la cabeza para enfocarse en el kakushi frente a ella, se imaginó todo el mareo y agobio de ir un viaje de día y medio, como la vez que Kyojuro se volvió demonio...

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora