24 - La verdad siempre sale a relucir

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—¡Eso fue justo lo que nos dijeron que no hiciéramos!—. Gritó Zenitsu, alcanzando un tono extremadamente agudo.

—¡No la culpes! No es algo fácil de ocultar—. Le regañó Tanjiro.

Fumiko apretó los labios. En verdad había metido la pata en grande, pero al final, había resultado ser lo mejor.

Después de asegurarse que Kyojuro había reaccionado, desgraciadamente lo habían tenido que dejar en ese lugar y prometer que volverían otra vez, porque todavía quedaba un asunto pendiente.

Casi a la mañana siguiente, el antiguo Pilar había vuelto a ir con Ubuyashiki para darle esta nueva noticia.

Y para calmarse un poco, Fumiko se había dirigido a la Finca de las Mariposas para poder hablar con las únicas personas con las que podía hacerlo.

—Está bien, Kamado-san... Tiene razón. Simplemente fui débil—. Le calmó la chica.

—¿Y qué va a pasar ahora?—. Preguntó Inosuke mientras se cruzaba de brazos.

—No tengo idea, pero lo más probable es que me den de baja de los cazadores de demonios—. Analizó Fumiko, hablando como si fuera el menor de sus problemas.

—Pero, ¿y Rengoku-san?—. Insistió Tanjiro.

Ella suspiró, teniendo ese peso menos en ella. —Él estará bien, lo sé—. Declaró sonriendo. —Ahora lo que me preocupa son los Pilares.

Todos exhalaron pesadamente, queriendo evadir el pensamiento más lógico cuando se trataba de los cazadores de más alto rango. Sobre todo el chico con aretes de hanafuda, quien ya había tenido un acercamiento a cómo pensaban la mayoría de los Pilares sobre una situación así.

—S- Solo roguemos porque todo se resuelva hablando—. Intentó sonar positiva, pero muy dentro de sí, sintió que eso había sonado muy estúpido.

—Hola, Hola—. Shinobu, precisamente una de los Pilares y la líder de la Finca de las Mariposas, apareció repentinamente de la nada, haciendo brincar del susto a todos los presentes. —Que bueno verte, Nakamura-san—. Saludó suavemente.

—¡Shinobu-san! Qué gusto...—. Balbuceó nerviosa.

—Me habían dicho que ibas a quedarte en la residencia Rengoku... Por cierto, mi más sentido pésame—. Comentó con muy poca tristeza en su voz.

Los jóvenes cazadores intercambiaron miradas incómodos mientras que Fumiko se mordía la lengua antes de hablar: —Gra- Gracias.

—No quería interrumpir, pero temo que tengo un pedido que hacerte—. Levantó su dedo índice como para darle énfasis a lo siguiente que iba a decir. —Se solicita tu presencia urgentemente en la residencia Ubuyashiki. Todos los Pilares estaremos ahí.

Con el anuncio hecho, Fumiko se quedó pasmada en su lugar, sintiendo su corazón congelarse y sus dedos temblar de frío. Tragó saliva duramente.

—¿Cuándo?—. Consiguió preguntar.

Shinobu cerró los ojos y ladeó su cabeza tiernamente. —Ahora mismo.

...

Esta parte del viaje a la casa de Ubuyashiki siempre era odiosa. Tener que estar vendada, con tapones en los oídos y una maldita bolsa de tela en la cara en lo que la trasladaban, simplemente era irritante, sobre todo porque el día anterior había hecho un viaje así de ida y vuelta.

Al menos le tranquilizaba el hecho que iba viajando junto con Shinobu. Pero muy poco en comparación a cuando estaba con el menor de los Rengoku.

Su cabeza daba vueltas imaginándose las miles de posibilidades de lo que pronto iba a suceder. Pero algo tenía seguro, ella iba a salir afectada en todo esto por sus decisiones impulsivas. Solo rezaba porque nada más fuera ella y no su nuevo prometido.

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora