Compulsivos, iracundos, desafiantes y efusivos.
Bandos totalmente distintos: Un líder sangriento de la mafia italiana y una joven destinada a ser la heredera de la mafia china. Son enemigos en todas sus letras, la tríada y la mafia italiana nunca h...
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Maylin Xing.
Todos suelen mirarme y subestimarme, nacer siendo mujer ya era lo suficientemente malo (Según todos), es tan asqueroso escucharlo. Siento pena por ellos son seres inferiores ante mí, se excusan diciendo que soy una débil y frágil flor de dragón. Yo soy el maldito infierno, puedo acabarlos si llegan a enojarme.
Es tan emocionante probar las técnicas de laboratorio en seres humanos. Soy buena con el planeta, tenemos un poco más de oxigeno después de todo.
Muevo la cabeza liberándome de todos mis pensamientos. Dejo el miedo en el auto, elevo mi mentón, mi postura recta y con una sonrisa que hace temblar a los que me conocen.
Camino entre la multitud, siempre con el leve movimiento de cadera y la mano en el cabello para pasar desapercibida. Me detengo al ver a Hong, el cual es uno de los hombres de seguridad de Inari.
—¿Dónde está tu jefe? —él solo me señala el pasillo, pero su rostro demuestra miedo.
—Ahora no recibe a nadie. —contesta y da un paso hacia atrás.
—¿Eso dijo? —sonrío y desciendo la mirada hacia sus rodillas las cuales tiemblan.
—Golpearé al idiota por ti. Ahora vete, cariño. —me acerco a él y deposito un beso en su mejilla.
Abro la puerta y el sonido estruendoso hace que las dos mujeres que están sentadas sobre el regazo de Inari se pongan de pie.
—Largo de aquí, tengo que hablar con este idiota. —señalo a Inari y ellas asienten.
—¿Por qué eres así? —pregunta con cansancio.
—Tú sabes que mientras yo no ocupe el puesto no tendrás la gloria. —contesto y rodeo su escritorio.
—Eres una arpía insensata, acaso el hombre que te mandé no te follo bien. —dice sonriendo.
—Insatisfecha.
Respondí mirando mis uñas acrílicas.
—Te mandaré otro. Largo. —dijo con un tono de voz más elevado. Alce la ceja y lo mire divertida.
—No eres nadie sin mí, hijo de puta. Ubícate de una vez. —respondo. Me siento en su regazo y encierro mis dedos en su cara. Mis uñas se entierran en su mejilla.
—Trabajo para tu padre no para ti. —respondió y se libró de mi agarre.
Se puso de pie y apoyo su cuerpo en la pared. Limpio la sangre de su cara y arrojo el espejo a tanto solo centímetros de mí.
—¿No serás tan idiota para llevar a cabo ese plan de mierda?
Su pregunto me hunde en mis pensamientos espesos y revoltosos.
"Poder"
—Tengo que demostrar que yo puedo hacer lo imposible.
—Estas realmente loca. La tríada y la mafia nunca se han llevado bien. Las Greco y tu padre se guardan sus rencillas y solamente se tragan por el maldito pacto en el círculo.
