E X T R A

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Maylin Xing

Nunca en mi vida había hecho tantas manualidades, perdía rápido la paciencia y terminaba dejando esos absurdos trabajos, sin embargo, aquí estoy pegando una ecografía del bebé cuando cumplí dos meses de embarazo.

Es el único embarazo que voy a tener en la vida y quiero generar recuerdos suficientes de como viví este momento.

Usualmente, la doctora dice que el embarazo podría no llegar a término y eso es agobiante, ya sea por la salud del bebé y por la mía.

Vuelvo a mirar el libro que yo en mi tarde libre creé con papel reciclable, sin embargo, Adriano dirá que lo he comprado en una tienda ecologista y sí lo hice, pero debería darme algo de créditos, el embarazo es agotador y crear algo más.

Mis manos están embarradas con goma tras haber pegado las ecografías tanto de los cuatro primeros meses como el de una semilla. ¿Por qué? Quiero que cuando crezca piense que su primer apodo fue "Semilla" en vez de individuo, aunque esa palabra también está allí en letras pequeñas.

Me limpió las manos y arrojo el papel en la cesta. 

Vuelvo a mirar el libro y pienso que estoy obsesionada con rellenar cada hoja... pero me importa una mierda. Es mi primer y último embarazo, no voy a aguantar meses de dolor, sueño y mucha hambre sin ningún recuerdo.

Veo el resultado de ese álbum de recuerdos con una leve sonrisa por lo orgullosa que estoy de cómo va quedando. «Luce perfecto.»

Mis ojos se centran en los papeles que yacen en la punta de la mesa, con los nombres que he ido recolectando. La única hoja en que Adriano apuntó algo solo señala que el bebé puede heredar el 60% de la personalidad de los padres.

―Mierda ―me quejo al bostezar por tercera vez. Me pongo de pie para ir a buscarlo, cuando no está conmigo está tratando de pedir más información de cómo van las cosas en Italia.

Si bien a la hora de asumir el liderazgo absoluto, Italia acogió más poder, no era lo suficientemente fuerte como lo va siendo en estos momentos con el mando de Andreas Greco y su madre.

Italia es capaz de tomar otro territorio como lo es China.

Por mi mente pasa el hecho de que no podemos estar muertos toda la vida y tarde o temprano podrían atraparnos, por ende, el territorio italiano tiene que volver a ser nuestro.

Abro la puerta de su oficina y todo está oscuro, el olor a vodka es fuerte, prendo las luces y me percato que yace sobre el escritorio.

―Adriano ―le toco el hombro y no obtengo nada de respuesta, hasta que levanta la cabeza abruptamente y retrocedo del puto susto que me ha dado, es imposible que mi mano no aterrice en su espalda, se queja mirándome con el ceño fruncido.

Pronto tengo sus brazos envueltos en mi cintura, jalándome con el fin de caer en su regazo.

―Basta, déjame ―intento separarlo, pero sigue aferrado a mi cintura hasta que dejo de luchar y examino su comportamiento.

Apoya su cabeza en mi abdomen abultado y empieza a susurrar cosas al bebé, presto atención para escuchar lo que dice, pero no puedo hacerlo.

Me siento en su regazo y pronto deja caer su cabeza en mi hombro.

―Mierda, ¿debías beber hoy? ―pregunto mirándolo, tiene los ojos un poco enrojecidos y las mejillas de igual manera, parece un tomate. Me mira embelesado y sonríe. Lo cierto es la primera vez que Adriano Greco está demasiado borracho.

―Sí ―asiente, entusiasmado.

Me percato de su respiración cerca de mi cuello, bajo la mirada y niego de inmediato, él sigue con esa cara enrojecida y una jodida sonrisa queriendo obtener algo, me pongo de pie, sin embargo, me enredo y caigo encima, se hace el dramático que se queda sin aire, pero puedo notar el bulto que se ha formado.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora