C A P (43)

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Maylin Xing:

No me imagine con exactitud el escenario de hoy en día, ni con el cargo que poseo, sin embargo, es maravilloso. El entusiasmo recorre cada parte de mi ser, mi ego no sabe a donde más subir por haber logrado esto, no obstante, me bajo de esa nube para no segarme y enfocar la atención en las personas que me rodean.

Andreas extiende su mano para ayudarme a bajar, pero me rehusó a coger su palma y bajo mis gafas, acomodo mi bufanda negra y camino delante de Andreas, mantengo la mirada firme, la postura recta y me abro paso en la multitud de gente que no estaba preparado para mi pronta visita un día después de que el líder se fue, rápidamente se forman con un solo gesto mío y eso me da un empujón en mi corazón excitado por el poder que tengo.

«Ni siquiera en China pude tener tanto control de hombres y mujeres como lo tengo ahora.»

Camino sola por el espacio despejado y empiezo a mirar a los que ocupan el lado derecho, observo como cada uno disminuye de edad hasta llegar al más joven. Giro la cabeza para visualizar a los que están en la izquierda, estos se encuentran acomodados de una forma contraria y al detenerme en el punto de donde comencé me percato de ese rostro conocido quien tiene una expresión firme: Keung.

Escucho como me saludan con respeto y dejo escapar el aliento.

­—Necesito a los más fuertes —digo; me percato de Leandro quien llega para ponerse a mi disposición y se acerca de inmediato, no pone ni siquiera una expresión de enojo porque sabe que puedo quitarle el cargo que posee con un chasquido, por el motivo de que aún lo sucedido hace unos meses sigue fresco en mis recuerdos.

—Estoy aquí, señorita Maylin —dice, arrastra las palabras y hace el esfuerzo por no caer en rabia.

Lo observo en silencio mientras veo como Andreas se adelanta unos dos pasos, e intimidad a Leandro y le da una de esas miradas que hace cambiar su palabra "señorita" por "emperatriz" Aunque no era necesario que mi primo político se metiera porque tengo todo un cuartel de agentes preparados para arremeter contra él. —Lo lamento, emperatriz —contesta, su rostro se contrae por la vergüenza porque todos sus alumnos observan como su maestro ocupe el rol de redimirse.

Le hago un gesto con la mano para que se aparte.

—Dime, quienes de aquí son los más capacitados e inteligentes como para cuidar de unas ratas como tú, deberías saber —digo, este se da cuenta del mensaje escondido que va dirigido hacia él; al bajar la mirada distingo sus puños apretados.

—Tenemos a Carlo, un excelente francotirador con gran astucia en batalla cuerpo a cuerpo —dice, señala a un hombre moreno —, luego tenemos a León, es estupendo armando explosivos al igual es quien posee una magnífica puntería de todos aquí y después está Valerio, maneja una cartera extensa de operaciones encubiertas mejor formadas por algo ocupa el puesto de líder en cada operación realizada.

Asiento y me encargo de que estos vengan con solo llamar a cada uno.

Dirijo la mirada hacia el entorno femenino.

—No has hablado de las mujeres que están en tu cuartel —digo, volteo a mirarlo y él abre ligeramente la boca —, no me digas que no sabes el papel que desempeñan cada una. ¿Cómo es que te haces llamar "maestro"?

Él mueve la cabeza, niega.

—Ellas llegaron meses atrás, Adriano movilizo al ejército femenino después —confiesa, eso me hace cuestionar el punto que sé de Greco, ya que el que yo conozco no suele dudar de la guardaespaldas que tiene y esa mujer se ha formado en este cuartel. Es extraño que no haya creado nuevos grupos.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora