C A P (9)

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Mi cuerpo entra en un estado de adormecido total

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Mi cuerpo entra en un estado de adormecido total. Trato de golpearlos, pero el movimiento de mis brazos es tan débil. La culpa me carcome y me genera asquerosidad al recordar. Sus manos descendiendo sobre mis piernas me hacen sentir repulsión.

Estoy hecha mierda, por algo que yo comercializo. La dosis que me ha dado Leandro Parisi, es mayor a la que suelo probar. Puedo sentir como mi corazón empieza a latir con fuerza.

Mis manos se posan en el pecho del hombre he intento empujarlo nuevamente con la poca disponibilidad que mi cuerpo adquiere por la adrenalina. Pero esa acción no hace más que provocar que la palma de sus manos aterrice en mi mejilla.

—Ojalá se pudran en el infierno... —emito un quejido cuando cogen mi cabello.

Rompe el vestido y arrojan la tela al piso. Sus movimientos se detienen en mi cuello, ambos se miran y se levantan de la cama.

—¡Maldición! —dicen con fuerza los dos y se jalan los cabellos.

Me quedo en silencio y siento los recuerdos acecharme. Tal vez ahora estaría en casa con papá.

Volteo la mirada hacia la puerta y abro lentamente los ojos; la figura de Adriano se hace presente. Esta claro que podría disfrutar viendo todo lo que pueda pasar. Pero doy tan fuerte con la realidad que se presenta. Adriano Greco emite un sonido como el sonar de una alarma o reloj: "tik, tok"

—Solo seguíamos órdenes. —le responde con miedo uno de ellos.

—¡Les doy todo y así me pagan!

Los dos se arrojan y caen de rodillas al piso, pegan su frente al suelo y juntan las manos, susurrando un "discúlpame mi señor"

Adriano patea a uno de ellos en la cabeza y al otro golpea su cabeza con el piso a raíz de su golpe.

—¡Tienen madres y hermanas! ¡, ¿No pensaron en ellas?!

—No, por favor. ¡Piedad! —exclaman con temor y miedo.

—Debieron pensarlo antes. —dice Adriano.

Greco dobla el brazo de los dos hombres y los patea con continuidad en la parte de sus costillas, pero no los mata, los deja moribundos y hechos una bolsa de sangre perforada.

—¿Por qué?... —me atrevo a preguntar con uno tono muy bajo que se asemeja a un susurro.

No me responde, solo se concentra en bajar las escaleras conmigo en brazos.

—Enciendan el auto, ¡Al hospital más cercano! —ordena con voz fuerte y sus hombres de seguridad se mueven con rapidez.

La mujer de tez oscura, me observa de cerca y pone su dedo sobre mi pulso en mi cuello. Suelto un suspiro y dirige la mirada hacia Adriano.

—¿Qué paso? —atina a preguntar y yo observo la situación con extrañeza.

—Quisieron abusar de ella... —contesta Adriano mirando a la mujer.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora