C A P (64)

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Maylin Xing

Los disparos continuos hacen que el vidrio de las ventanas se agriete por tal brutalidad, Adriano tira de mi muñeca para taparme con su cuerpo de los pedazos que caen.

—Me quieren a mí, tengo que ser el pago por las acciones cometidas por mi padre... —dice y sé bien a lo que quiere llegar.

—¡No! —Me remuevo al sentir que podría dejarme en el auto y entregarse.

Me arden los ojos y él intenta no mirarme a la cara como si estuviera buscando palabras adecuadas para convencer mi punto.

—Esperemos... —digo; cojo una gran bocanada de aire para esfumar parte del temor que tengo.

Sus ojos se topan con los míos y niego, esta vez elevo las manos para agarrarle la cabeza.

—¡Nos vamos juntos, maldita sea! —grito.

El sonido de los disparos cesa y en reemplazo de eso se escucha pasos raros como si se estuviera arrastrando para llegar a nosotros.

—¡Vine a ofrecer un trato! —anuncia aquella voz de la que nos habíamos olvidado, pero que con el agente apareció.

Sonrío con amargura.

—Los disparos ya no ocurrirán a menos que se nieguen a hablar conmigo —dice con ironía.

Se cree la estrella de esta escena.

—Si sales de tu escondite y te entregas correrá menos sangre, pero si te niegas a salir empezarán a disparar hasta que termines muerto—eleva su tono y lo acompaña con una risa.

—De las dos maneras terminarás muerto —susurro.

Los agentes no siguen su "código", ni siquiera deben estar autorizados para llevar a cabo esta misión, pero están aquí porque respaldan al hombre que intenta vengar la muerte de su familia.

Adriano me sujeta de mis muñecas y con un movimiento rápido sale del auto.

—Aquí estoy —dice con firmeza, su voz ni siquiera tiembla y su postura sigue siendo escalofriante.

Él salió del auto porque no quiere que salga herida.

No quiero que cumplas sus malditas promesas de protegerme ahora porque está ignorando aquella que hicimos ambos de cuidarnos mutuamente.

Recupero mi postura y una luz roja se posa sobre mi pecho.

—Maldita sea... —digo con enfado y trago, saliva con fuerza para deshacerme de ese nudo en la garganta.

Otra jodida silueta masculina se aproxima y Leandro se burla de Adriano, pero lo hace a unos metros de distancia porque de frente no puede.

Tomo la decisión de salir del auto, no sin antes agarrar un pedazo de vidrio.

—Maylin Xing —dice Leandro con un tono serio en su voz.

Las dudas del porqué no han dado información sobre mí, me carcome.

Me acerco a él con pasos rápidos que ni siquiera Adriano puede detener, mi mano izquierda se dirige a su mejilla con fuerza que me arde la palma, aprieto el vidrio con la otra mano.

—Desquiciada... —escupe la sangre que emerge de su labio partido. Se dispone a devolverme el golpe y espero con ansias para aprovechar el alboroto y sumergir el vidrio en su garganta, pero no llega, ya que Adriano le dobla el brazo hasta el punto en que escucho su hueso crujir.

Leandro cae al piso quejándose de dolor: — ¡Disparen, disparen, maldita sea! —ordena, pero nadie le hace caso.

—Controla esas manos —dice el que acaba de doblarle la muñeca a Leandro. Levanto la mirada y niego.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora