C A P (18)

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Maylin Xing:

Mi mirada se centra en la ropa que esta sobre la cama, Adriano me señala y niego al instante. Puedo reconocer a simple vista que es lo que quiere.

¿Acaso necesita que yo sea la atracción de su público?

—Me viste cara de idiota. No me pondré eso. —digo y camino hacia el otro lado de la habitación cerca a la ventana.

—Harás lo que te estoy pidiendo y si cumples con mis ordenes, te cumpliré un deseo.

«Deseo» —esa palabra deambula en mi mente y me hace voltear con rapidez, dibujo la mejor de mis sonrisas.

—¿Mi libertad?

Él niega y yo refuto

—No, eso no esta disponible.

—No cabe duda de tus mierdas de deseos no se cumplirán.

—Nunca te he engañado.

Suelto un largo suspiro y me siento en la cama.

—¿Para qué me necesitas?

—Quiero a asesines a cinco traidores. —dice y elevo mi mirada para ver sus ojos. Él deja que yo pueda ver sus gestos y los analice a la perfección.

Entrecierro mis ojos y me miro las uñas.

—¿Qué tiene que ver la danza aérea?

—Divierte y se libre en expresar lo que sientes.

Me río al pensar que es una broma. Sin embargo, su rostro me sigue mostrando los mismos gestos que denotan sinceridad.

—¿Cinco?

—Perpetradores, abusivos y drogadictos. —responde Adriano y camina lentamente a mí. —Toma esa frase como una motivación, para que les de una muerte segura.

—Te siento temeroso. ¿Por qué?

—De que te maten, cachorrita. —confiesa y yo enfurezco al segundo.

Lo empujo y suelto una carcajada.

—Estas jugando con mi paciencia. ¿Verdad? —pregunto al sentirlo tan burlón y demasiado intolerante.

Solo siento en estos momentos que lo hace para provocarme y claramente lo ha logrado.

Me saco la camisa y Adriano me observa por unos escasos segundo, porque este sale de la habitación dejándome sola. Al rato vuelve aparecer, cuando ya estoy cambiada.

Comienzo a calentar cada parte importante de mi cuerpo.

Adriano deja unas mallas negras que en la parte de los muslos tiene consigo unos bolsillos como si fueran parte de la decoración. Introduzco mis manos por los bolsillos que lleva y caigo en cuenta de los cuchillos pequeñas con curvas en la punta.

Sostengo un cuchillo en mi mano y tiro uno con rapidez con dirección a Adriano. Él logra desviar el objeto y me mira de manera intimidante, lo cual solo logra causarme risa. Me acerco a la puerta donde ha quedado clavado el cuchillo y lo saco para volver a guardarlo en mis bolsillos.

Él me sujeta del brazo y aparentemente se muestra enfadado por mi pequeña acción que no causa daño alguno.

—Era solo un pequeño juego para calentar. —digo y doy pequeños saltos para sentirme más libre.

—¿Te das cuentas de que iba a caerme?

—Obvio que lo sé, pero sabia que lo ibas a desviar. Eres rápido, así que no te quejes como un idiota.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora