Epílogo (II)

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Maylin Xing

Un mes después de la traición de Camille.

En Hong Kong se realiza una conferencia, organizada por mi padre, nadie puede negarse a darle un "no" por respuesta, ya que es el mayor accionista de China y un hombre ejemplar según todos los ciudadanos chinos.

—Mi hija, Maylin Akame Li Xing desapareció hace un mes —dice, mientras evita mirar a un periodista en concreto. Dirige los ojos hacia la cámara que lo enfoca y no aparta la mirada como si supiera que me encuentro en un lugar del mundo viendo su maldita conferencia en donde ofrece una cantidad exorbitante de dinero para que den información sobre mi paradero.

Veo a través de la pantalla como él se muestra firme, sin embargo, la manera en como se desenvuelve y habla, me vuelve loca en cuestión de segundos. «No puedes lucir destrozado ahora.»

Dirijo la mirada a Adriano que ingresa a la sala con un plato con rebanadas de naranja. Ni siquiera ve la televisión, me mira a mí como si supiera que algo no está bien.

—No puede estar haciendo eso... —señalo el televisor y tengo que sostener mi mano para no temblar.

Llevo las manos a mi cabello y la mirada se me empaña.

Él deja el plato en la mesa del centro y viene a mí con los brazos abiertos, su mirada refleja tranquilidad, pero es como si se obligará hacerlo para ofrecerme la calma que voy perdiendo.

—¿Por qué ahora? —Mi voz se quiebra e intento no pensar en cosas que me hacen daño. Las piernas me tiemblan y quiero dejarme caer al piso, pero él es mi soporte.

Me arde el pecho por darme cuenta de que solo muerta es capaz de poner el mundo de cabeza por mí. Miente que me encuentro desaparecida e intenta no creer en los rumores de que no estoy viva, se aferra a esa mínima posibilidad de que sigo con vida.

—No debería afectarme, no... —Paso las manos por mi cabello y dejo escapar una bocanada de aire. «Es su espectáculo de mierda, no lo hace de verdad.»

Puedo casi jurar de que tiene sospechas de que estoy viva, sé que lo hace para sacarme de mi escondite. Anhela volver a tener a su hija en la mira porque sabe que en cualquier momento podría atacarlo y arrebatarle el poder. «Es una farsa, está claro que no me quiere con vida.»

Retrocedo hasta caer en el sofá, pongo un cojín en mis piernas y estiro el brazo para agarrar el control y apago la televisión.

—Luce patético en su faceta de padre preocupado por su hija —sonrío por la gracia que me hace su espectáculo, aunque sus movimientos corporales me dicen que no actuó y lo hizo de verdad, pero me niego a creer.

Dibujo una sonrisa al pensar en que nada de esto debería haber pasado, si tan solo él me hubiera dejado a cargo de China, tal y como siempre debió haber sido, sin embargo, ya no estoy arrepentida de donde estoy ahora, he obtenido más de lo que obtuve a su lado, pero supongo que mi padre si por el espectáculo que hizo hoy.

Levanto la mirada para ver a Adriano que me observa en silencio esperando más reacciones de mi parte, pero muevo la cabeza y doy palmadas en el sofá para que tome asiento.

—Estoy bien.

El pecho ya no me arde y cruzo los brazos como si estuviera abrazándome por ese logro de controlar mis emociones.

Me acomodo hasta poner mi cabeza en sus piernas, él pasa las manos por mi cabello, mientras yo miro a un punto del piso.

—Estamos hecho mierda —susurro —, pero juntos.

Adriano se remueve un poco.

—Nunca estuve hecho mierda en compañía, es la primera vez que alguien está a mi lado en una derrota —dice y yo me acomodo para poder mirarlo.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora