C A P (15)

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Maylin Xing:

Estoy demasiado confundida. Muy confundida.

No soy una esclava y menos una sumisa en este territorio.

Creo saber de todo, pero en estos instantes no lo sé. Lo único que puedo constatar es que cuando puse la mano en el collar y miré a la chica morena llamada Tiaret al parecer, esta me hizo caso en el instante en que hice la petición.

No encuentro el significado del porqué, pero es como una especie de caja de deseos que esta ceñida a mi cuello. Está claro que Adriano no es dichoso de cumplirme lo que pido ya que es seguramente el causante que le dio significado a este collar.

Deslizo mis dedos por el collar y miro mi nombre escrito en el.

Es enfermizo saber que ya llevaba mi nombre, pero observándolo bien, mi nombre tallado en la placa que lleva el collar luce horrible, parece haber sido hecha en cuestión de horas, así que la posibilidad que ya estuviera hecho antes, queda descartada.

Intento abrir la puerta, pero se encuentra cerrada como de costumbre. Pateo la puerta y suelto un grito al encontrarme frustrada.

Las palabras del idiota fueron: «Recuerda que todo es limitado»

Imito su manera de hablar y cojo el vaso de vidrio que reposa en su mesa de noche. Bebo el líquido restante que ha quedado de agua y tiro el vaso al piso.

Tiaret ingresa al cuarto y limpia mi desastre. Intento acercarme lo suficiente a ella, pero las cadenas que me mantienen cautiva me impiden seguir caminando.

—¿Él te dijo que me pusieras las cadenas? —pregunto.

—Me ordeno que te pusiera las cadenas, para que no intentarás escapar.

Siento el revoltijo formarse en mi estómago y sentir repulsión hacia ese idiota.

—¡Ese hijo de puta! —grito y ella se marcha para no seguir escuchándome.

Empiezo a jalar las cadenas como si de esa manera logrará salir, pero es totalmente inútil cada acción que realizo.

Tiro de las cadenas y las pongo en la cama. Sonrío como una tonta al ver mis muñecas aprisionadas.

Por la ventana puedo ver como poco a poco la luz del sol se va oculto y la noche toma su curso, mi mirada se centra en la puerta y espero que él venga.

Adriano no apareció en toda la noche.

Tiaret entra a la habitación y se lleva los recipientes de comida.

—¿Dónde está? —pregunto e intento convencer que hable, pero ella solo toma los recipientes y se marcha.

Mirar mi reflejo en el espejo una y otra vez, me vuelve loca. Cojo la lampara que tengo cerca y lo arrojo con fuerza.

Adriano Greco ingresa con una bolsa la cual arroja a la cama, camina hasta donde estoy y me saca las cadenas.

—Así que ordenaste que me pusieran cadenas. —reprocho, pero él se muestra serio.

—No estoy para reproches. —responde.

Cojo la bolsa y dibujo la sonrisa más hipócrita posible. Los hombres que cuidan la puerta salen porque Adriano les ordena que lo hagan.

Me doy un baño y al salir saco las cosas que contiene la bolsa: hay un Qipao dentro, el cual es un vestido, que tiene el cuello cerrado, aberturas laterales y el largo es hasta mis pantorrillas.

El color del Qipao es rojo y el diseño que lleva desde mi hombro izquierdo son de flores de ciruelo y naciente de la altura de mi vientre hay dos pavos reales blancos y sus magníficas colas llegan casi hasta el final del largo del vestido. Los colores de los diseños son dorados y blancos.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora