Veintisiete.

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Cuando abro mis ojos temprano en la mañana, no fue a causa de un gallo, cuando abro mis ojos en la mañana, no era mi cama en donde descansaba, tampoco era mi habitación la que me cobijaba y mucho menos, era el aroma del desayuno de mi abuela.

Me costó, no puedo decir que poco, esta vez fue mucho, me sentía despierto, estaba en todos mis sentidos, pero mis ojos se negaban a abrirse por completo, pesaban tanto que hasta dolían, incluso cuando con mis dedos trataba de adaptarlos mejor, estos no querían ceder, como si el sueño y el cansancio me hubieran pasado la cuenta, mis ojos me gritaban que por favor siguiera durmiendo.

Pero... Ciertamente, por muy cansado que me sintiera y por muchas ganas que tuviera de seguir durmiendo y descansando, había algo que me lo impedía.

Con rapidez me impulso para poder sentarme, ocupo toda mi fuerza y quito de mi cuerpo la pereza y el cansancio, froto mis ojos e incluso tiro a un lado la manta que estaba cubriéndome y protegiéndome del frío, me levanto y estiro y en cuestión de segundos, ya me sentía un poco más despierto... Tomo una profunda respiración que termina convirtiéndose en un bostezo, con ojos lagrimeantes miro a mi alrededor.

Lo primero que veo es una ventana, de esta parecia emanar una pequeña luz que es atrapada por unas cortinas color marrón, aquella luz no era suficiente para impactar en mí, pienso qué tal vez, eso provocó que no me despertara aun más temprano... Estirando mi cuerpo, miro hacia un lado, hacia la mesa, en ella habían unas cuantas cosas las cuales no les presté suficiente atención, por sobre eso, me doy la vuelta para terminar de darme cuenta que estaba en medio de una sala en silencio... Completamente solo.

Tan adormilado como me sentía, poco a poco entro en consciencia y me doy cuenta, como una bofetada en mi rostro de la posición en la cual me encontraba.

Rapidamente miro al sofá en el cual estaba descansando, miro la manta que ahora estaba en el suelo y acto seguido, los recuerdos de la noche pasada vienen a mi como ráfagas de aire caliente.

Ahora mis sentidos estaban funcionando al cien por ciento... Estaba en la casa de Hoseok.

Como pequeños picoteos de gallinas, uno tras otro, el recuerdo de mí escapando de casa, corriendo por el bosque con miedo, las luces del auto, Hoseok bajando de este, nosotros discutiendo un poco, él trayéndome a su casa, prestándome su baño, dándome de comer, secando de mi cabello... Consolándome.

Todo eso, era un golpe duro de realidad impactando en mi consciencia.

Repentinamente y sin poder evitarlo, una oleada de desesperación, nervios y culpa viajaron por dentro de mi cuerpo... Mis piernas empiezan a temblar con remordimiento y tengo que volver al sofá, esta vez para sentarme, podía sentir mi corazón latiendo con frenesí mientras mi respiración se agita, el sudor frío corría por mi frente de un momento a otro y si ya estaba siendo un poco más consciente de todo lo que había hecho por mi cuenta, esta vez, era mil veces peor.

Cubro mi boca evitando que un sollozo salga de mi boca.

—No puede ser...— Susurro mientras mis ojos empiezan a arder i la inquietud se incrusta en mí como agujas— Ellos... Mi abuela... Mi abuelo... Ya deben haberse dado cuenta...— Pienso repentinamente en las consecuencias de mis actos, el miedo llena el vaso y rebosa haciéndome temblar— Ellos... Deben estar preocupados... Yo... Yo... No debí irme así como así... ¿En que estoy pensando?

Sí... Que era lo que estaba pensando...

Pienso en ellos, mi abuelo que estaba saliendo de ese accidente, que tiene que cuidar su salud, mi abuela quien necesita ayuda en la granja, los he dejado solos sin siquiera pensar en ellos... Yo... Tal vez había otra manera.

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora