Cincuenta.

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Pov Jimin.

Mis pies caminaban rápidamente de aquí para allá en medio de mi casa, el sonido de mis fuertes posadas y el tic tac del reloj retumbaban en mis oídos haciéndome sentir ansioso, mi respiración se había vuelto irregular y con un sentimiento doloroso en mi pecho mordía histericamente de mis uñas.

Mis ojos miraron una vez más él reloj digital en la mesita de centro, la hora curiosamente, pasaba más rápido de lo que yo quería.

Faltaban solo ocho minutos para las siete de la mañana, no he dormido absolutamente nada y esa sensación de malestar en mi estómago me advertía que en cualquier momento podría vomitar.

Eran las siete veintidos de la mañana y Suran pasaría por mí a las siete y media.

Mi corazón empezó a latir en frenesí cuando fui consciente que solo ocho minutos me separaban de aquel momento que tanto luché por evitar, ese momento que no quería que llegara, ese momento que estaba matandome lentamente con cada segundo que pasaba, no puede ser posible... No puede ser posible.

—No, no, no...— Pequeñas plegarias salieron de mi boca cuando una ves más camino agitado de aquí para allá por la casa, mis manos ansiosamente peinaron mis cabellos y el sudor frío empezó a recorrer mi espalda— No quiero... No quiero... No puedo hacerlo.

Dejo escapar una profunda y adolorida respiración cuando esas palabras desesperadas y llenas de angustia salen de mi garganta, me sentía asfixiado en esta casa esperando por el inevitable momentos, mis piernas que repentinamente se sintieron de gelatina, me obligan a acercarme a mi sofá y tengo que sentarme, porque de otra forma podría caer sobre mis rodillas.

El nerviosismo que he estado almacenando desde hace una semana en mi sistema estaba calando hondo dentro de mí, mi mano va a parar a mi pecho y tengo que presionarlo y frotar fuertemente, porque siento un dolor que quema, un dolor agonizante, poco a poco mientras el reloj de pared sigue anunciando con ese desesperante tic tac que el momento se aproxima, siento que mi presión baja sin siquiera poder detenerse... Las ganas de querer vomitar me hacen sentir asqueado y enfermo en partes iguales.

De solo pensarlo, quiero gritar.

Y es que... No había visto a Yoongi desde aquella vez hace casi tres semanas, han sido, las semanas más dolorosas de mi vida, me dije a mi mismo, que tras el error que cometí esa noche, no debía siquiera saber algo sobre él, sin embargo y aunque no quiero que sea así, no hay momento en que no deje de pensar en lo que hice. No hay momento en que deje de pensar en aquella noche, en donde me dejé llevar por el alcohol que inundaba mi cuerpo, no hay momento en donde cierro los ojos y recuerdo que pasó entre nosotros.

Lo recuerdo también que en mi memoria vive el momento en donde desperté a la mañana siguiente, sintiendo los retazos calientes en esa gran cama que a ambos acogió, recuerdo el sentimiento amargo que sentí cuando desperté a su lado, completamente desnudo y con los vestigios de como ambos sucumbimos a los más bajos de nuestros deseos entregándonos al otro sin un rastro de desencia,  de solo recordarlo, la bilis sube a mi garganta haciéndome sentir enfermo, en aquel momento, cuando la realidad me atacó entré en un pánico que heló todos mis huesos, con mi mente todavía aturdida por el alcohol que aún quedaba en mi sistema, me levanté rápidamente, el rechazo que sentía en ese instante era tal que no se cómo lo hice, pero tomé mis cosas desesperados, me vestí sin siquiera abrocharme bien los pantalones o la camisa, me fui descalzo, hecho un lío, con todas mis cosas en la mano, escapando de una realidad que por más que corriera y tratará de perderla, era inútil, porque estaba ahí, conmigo y lo haría para siempre.

No sé cómo lo hice, ni como me las arreglé, pero eso día salí de la casa de mi hermana para nunca más volver... Para nunca más enfrentarla, ni a ella ni a Yoongi.

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora