Ochenta y uno.

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Repentinamente un sudor frío empieza a caer por mi espalda, mi cuerpo se tensa y el sonido al otro lado de la línea no me dejaba pensar con claridad.

De pie en medio de la sala llevo mi mano a mi frente, un inevitable sentimiento de pánico empieza a inundarme sin siquiera poder evitarlo, abro mi boca para poder hablar, pero ninguna palabra sale, se que no abuela al otro lado está hablándome, se que trata de decirme algo, pero no puedo escucharlo.

Cómo miles de tambores, los latidos de mi corazón irrumpen en mis oídos.

—¿Hijo? ¿Taehyung?— Un golpe de realidad me lleva a escuchar vagamente mi nombre de la boca de mi abuela, niego con la cabeza— Escúchame bien, escucha a tu abuela, es peligroso que vengas hasta aquí, cuidaremos a Hoseok, así que quédate en casa.

Pero una vez más niego con la cabeza, una mezcla de incredulidad, rabia, enojo, preocupación, desespero... Una nube de emociones abruma no solo mis palabras, también mis acciones.

—No...— Digo mientras mis pies empiezan a caminar por la casa, primero lentos y dubitativos, luego entraron en un frenesí y me encontré corriendo por la casa— ¡No! No me quedaré aquí cuando Hoseok está allá lejos de mí... No puedo simplemente dejarlo solo.

Mi abuela empezó a debatir, pero entre mi abrumante frenesí y el poco control que llevaba sobre mí después de haber escuchado lo que pasaba, no pude soportarlo más, mientras abría la puerta del cuarto de baño con rapidez, exhalando con fuerza, corto la llamada sin siquiera darme el tiempo a explicar.

Dejo sin cuidado el móvil sobre mueble, mis manos nerviosas revuelven aquel botiquín en donde solíamos guardar medicina, cajas y cajas de remedios caen al suelo mientras busco con desenfreno esa caja color celeste que yo bien conocía, no sé si era por los nervios o el miedo, pero no lograba encontrarlos.

Maldiciendo en voz alta termino por dar vuelta aquella caja sin pensarlo dos veces, el impacto de todos esos medicamentos en las frías baldosas hacen que la caja ya vacía careciera de importancia para mí, de rodillas en el suelo revuelvo y revuelvo respirando con dificultad.

Cuando los ojos logran ver la casa celeste me levanto y corro hasta la habitación, abro el closet de mi novio y lo primero que puedo ver es una estantería con muchos frascos de pastillas completamente ordenadas, tomo cada uno de ellos y empiezo a leer las etiquetas...

Tomo el que necesito y sin pensarlo, sin recoger el desastre en el baño, sin dar una mirada hacia atrás regreso a la sala, tomo mi chaqueta y mi mochila, con el corazón latiendo a un ritmo que ni siquiera es normal salgo de casa cerrando la puerta detrás de mí.

La noche oscura y fría hace que mi cuerpo tiemble, caminando rápido por las calles vagamente pobladas trato de meterme en mi chaqueta, guardo el frasco de medicinas de Hoseok en la mochila y sin dejar de caminar, ni mirar por las calles abro la caja de mis medicinas y con la boca seca tomo una pastilla, luego de eso las guardo y a lo lejos puedo ver un taxi, como puedo me acerco hasta el.

Cuando le digo hasta donde voy el hombre simplemente se niega a llevarme, mi respiración se agita debido a la adrenalina acumulada, alegando que debido a la hora y la larga distancia no sería posible llevarme.

No queriendo perder el tiempo en discusiones cierro la puerta y corro hasta otra taxi, la historia no fue diferente y algo dentro de mí empezó a impacientarme.

—Maldita sea... ¡Maldita sea!— Digo mientras camino esquivando algunas personas, era pasada la media noche y tenía que ir fuera de la ciudad con urgencia y resulta que ahora ningun taxi quería recorrer tales distancias, con impaciencia busco mi móvil en la mochila, tal vez si llamaba uno todo sería más fácil, pero mientras revuelvo dentro de todas más cosas logro darme cuenta que había olvidado el teléfono— ¡Mierda! ¿¡Por qué justo ahora!?

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora