Veintitres.

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El tiempo pasaba y pasaba sin piedad, el taxi en donde iba Hoseok se había marchado hace ya un tiempo, la ventana que había estado abierta y en donde habíamos tenido una última platica el día de hoy ahora estaba cerrada, los pajaritos cantaban alegres y el cacareo de las gallinas se escuchaba bastante fuerte el día de hoy.

Muy por el contrario de lo que le había dicho a mi abuela, no había tenido tiempo para alimentarlas, así que lo más probable es que estén cacareando en un intento por decir que tienen hambre, pero la verdad era que aunque podía salir por la ventana fácilmente e ir a alimentarlas, tenía miedo que mis abuelos llegaran y se armara otra pelea.

En mis labios se formó un puchero al recordar los gritos y palabras de mi abuela, recordar como me había golpeado no una, si no que dos veces, en todo este tiempo que había pasado, me pregunté el por qué de su reacción, sí... Tal vez no me había comportado bien, tal vez fue incorrecto de mi parte haberme escapado, haberle mentido y haberle levantado la voz... Pero golpearme y encerrarme en casa como si fuera un criminal.

¿No es demasiado?

Siempre he sido un buen chico, sí, mi abuela no miente al decir que ellos me lo han dado todo, que han estado para mí siempre y que me han educado para ser un niño de bien, pero hay cosas que hoy en día no puedo llegar a entender y qué tal vez, al ser más pequeño aceptaba sin decir nada, hoy por hoy, no puedo entender porque ellos se comportan así.

Finalmente, minutos después, mientras yo seguía pensando en todas esas cosas que no me hacían sentido y todo lo que estaba pasando por mi cabeza, escucho el sonido del auto estacionarse fuera de casa, no quise levantarme a ver porque era bastante probable que ese auto fuera el del médico quien venía con mis abuelos, así que simplemente me recosté en mi cama, me acomodé bien y esperé. Desde afuera podía escuchar la voz de mi abuelo quien venía quejándose, diciendo que él estaba bien, que podía caminar bien hasta la casa y que no necesitaba ayuda, por otro lado, la voz de mi abuela regañándolo atravesaba mis oídos.

De solo escucharla, me impacienté.

Fue solo unos instantes para que el sonido de la puerta me indicara que ellos estaban entrando, el bullicio y el ajetreo le daban más vida al lugar después de siempre despertarme y encontrarme con el lugar oscuro y vacío porque mi abuela pasaba todo el día en el hospital, saber que las cosas volverían a ser como antes, con todos nosotros juntos otra vez, debería hacerme sentir feliz... Debería.

Pero no puedo.

—¡Ah! Que alivio estar en casa otra vez— Oigo desde mi habitación la voz de mi abuelo, se sentía extraño después de que había pasado tanto tiempo, pero en general, se oía como siempre— Ese doctor no quería dejarme ir, estaba que saltaba por esa ventana y me venía con mis propios pies.

—¡Claro que no te querían dejar venir si eras un irresponsable!— Mi abuela le reprocha mientras escuchaba el sonido de platós siendo dejados en la mesa— No les hacías caso a las enfermeras, menos al doctor, por eso te tuvieron ahí tanto tiempo, viejo.

Oigo como mi abuelo sigue quejándose y después la voz del doctor quien le empieza a dar indicaciones sobre cómo debe llevar el cuidado de su pierna, en donde le decía que no debía forzarla, no debía salir a trabajar y que no debía caminar por lugares rocosos e inestables, le pedía que si quería caminar que lo hiciera dentro de casa y que siempre llevará sus muletas. Otras cosas tales como la alimentación y el cuidado de los vendajes, seguido de esto, al escuchar a mi abuelo resignarse ante cada palabra del doctor, finalmente él informa que tiene que irse y que vendría a verlo en cinco días más.

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora