Noventa y ocho

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El camino a casa había sido en silencio, con aura llena de tristeza, sopresa y algo de melancolía, en el asiento del copiloto, abrazando mis piernas como si con eso pudiera hacerle cada vez más pequeño e inexistente, luchaba por contener las lágrimas que quemaban en lo más profundo de mi corazón.


No habían palabras, no habían gestos, no había nada que dijera a simplemente vista que éramos cuatro personas en un auto que se alejaba cada vez más de la ciudad, los sollozos reprimidos en la parte de atrás sofocaban la tranquilidad que buscaba tener y ante eso, el deseo de liberarme de este repentino dolor condenaba también el sentir de mi pareja, quien a mi lado, en cada momento que podía, me ofrecía su mano en un consuelo que para mí, lo significaba todo.


No había música que reparara el ambiente, ni palabras lo suficientemente fuertes para sacarnos de este momento tan deprimente. Tal vez porque nadie estaba seguro de que decir o porque cada uno de nosotros estaba tan consternado que no sabían cómo mediar palabra.


Por eso, cuando llegamos a casa y el auto se apagó por completo, no pude soportarlo más, millones de pensamientos, millones de voces, millones de recuerdos, todos y cada uno de ellos atormentandome, haciendo explotar la repentina ansiedad, el dolor de cabeza, los latidos de mi corazón golpeteando en mis oídos, negué con mi cabeza y abriendo la puerta para escapar me empapé del aire limpio y fresco, del sol que aún cubría nuestras cabezas y después de un largo viaje, cansado de fingir que no estaba afectado, una pequeña llovizna empapó mis mejillas en un silencio que simplemente era abrumador.


—Taehyung...— Escuché detrás de mí la voz Hoseok al son de las puertas del auto que se cerraban con cuidado— Espera, mi amor...


Pero yo negué con la cabeza rotundamente.


—Solo dame un poco de tiempo...— Susurro— Solo un poco...


Como si hubiera sido una orden para él, todo lo que se escuchó fueron los sonidos errantes y rápidos de mis pisadas, las pequeñas piedritas volaban y las ramas crujían, resbalaba y tropezaba debido a mi visión borroso, pero nada me impidió llegar a mi único lugar seguro en esta granja, él único lugar que albergaba mis sentimientos, mis recuerdo y mis mayores deseos, el único lugar en donde reí, lloré y me enojé como si fuera mi burbuja en donde nadie podía alcanzarme, nadie podía herirme.


El hermoso invernadero que construí con lo abuelo y que se convirtió en mi mayor orgullo.


Sintiendo el aroma de las flores que con cuidado y amor cuidé de joven y que ahora en el presente mis abuelos riegan y protegen religiosamente cada día, me dejé envolver.


Con las piernas temblando caminé hasta el banquillo y me senté con tristeza.


Mis ojos que aún mantenían una visión borrosa se dieron el lujo de mirar los colores de estas flores, se dieron el lujo de ver las enredaderas que poco a poco iban creciendo y distinguían con facilidad las flores nuevas en este pequeño lugar.


Y me es inevitable ahogarme a voluntad en una lluvia de recuerdos tormentosos que salen a flote debido al momento, debido a esta gran noticia, debido a este corazón que anheló toda su vida tener noticias de esta persona, pero ahora que la tiene, simplemente no sabe cómo debería reaccionar, que debería hacer como comportarse.

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora