Once.

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Pov Hoseok.

Con una sonrisa despido a uno de mis pequeños que había sido recién retirado por su madre. El niño que llevaba en una de sus manos una pequeña manualidad que habíamos creado en clases agitaba su mano alegremente de aquí para allá, despidiéndose de mí desde la lejanía.

-¡Adiós, Tío Hoseok! - Exclamaba con una sonrisa mientras su mamá le decía que se apresurara, ya que iban tarde a algún lugar.

Con una sonrisa en mi rostro levanto mi mano y me despido.

-¡Nos vemos el lunes! ¡Pórtate bien en casa!

Entonces el niño desapareció de mi vista, con el cansancio calando en mis huesos me doy la vuelta y entro nuevamente al salón de clases, cierro la puerta detrás de mí, como la mayoría del tiempo, puedo ver que aun sentado, pero con su chaqueta y mochila puesta, seguía el mismo pequeño.

Con cuidado me quito mi delantal y lo cuelgo en el perchero, me acerco a él cuidadosamente, el lápiz negro en su mano se movía de aquí para allá, la concentración en él era tan fuerte que no quería interrumpirlo, pero mi curiosidad era más fuerte, así que me acerque tan lenta y suavemente hasta quedar detrás de él y poder observar lo que dibujaba.

Era así siempre, él esperando que pasen por él, con tranquilidad y en silencio, sin decir nada, sin molestar a nadie, completamente ajeno del mundo, simplemente usando un lápiz y una hoja de papel... Así mataba el tiempo.

Y siempre era curioso para mí saber lo que él dibujaba.

La mayoría de las veces eran solo garabatos y patrones sin ningún orden o sentido ante mis ojos, otras veces eran solo figuras que él rellenaba de color negro y algunas otras veces, simplemente dibujaba paisajes comunes, pero hoy, mientras miraba atento sin que él se diera cuenta, pude notar que su dibujo era un poco más diferente de lo usual.

La hoja que empezó siendo blanca se llenó de una escena algo particular, era una habitación, podía saberlo porque había una cama, una ventana y lo que parecía ser una mesa de escritorio, al lado de la cama había un rectángulo muy grande que yo asumí, podía ser un closet.

No había nada raro o particular en este dibujo, al menos si lo describía de esta manera, pero en ese gran closet había dos personas dentro, un pequeño que se podía asumir era él, su rostro vestía una expresión triste, pero a su lado había otra persona que lo tomaba de la mano, a esta persona particularmente le había dibujado lágrimas en sus ojos.

Una mueca se formó inmediatamente en mi rostro cuando vi aquello, así que indudablemente mis ojos van a parar a su mano que sigue dibujando, esta vez, al otro costado de la hoja, cerca de la puerta de esa habitación que él estaba creando. Sorpresa recorre mi mente cuando veo que esta dibujando lo que parece ser una princesa con un enorme vestido y una corona... Detrás de ella un monstruo.

Me quedo un momento en blanco y no puedo evitar sentir una presión en el pecho acompañada de escalofríos que recorren mi espalda.

Se que estoy interpretando el dibujo de un niño bajo la mentalidad de un adulto y se también que soy incapaz de saber lo que pasa por la mente de un pequeño niño a la hora de hacer un dibujo como ese, pero incluso así, no puedo evitar sentirme inquieto y preocupado, incluso mas de lo que ya lo hacía.

Porque sí, había conductas en este niño que me hacían verlo de una manera más preocupada que a los demás.

Le costaba mucho relacionarse con sus compañeros, era más callado que los demás, había veces en que lo sorprendía dibujando en vez de hacer sus tareas, unas cuantas veces había llegado sin su merienda y por, sobre todo, siempre era traído a la escuelita por su hermano mayor y retirado por el mismo, siempre a fuera de horario.

Past Lives: Eternity || HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora