Capítulo 10 | AnnikaLas semanas pasaban y el ser la «nueva» novia de Derek tendría sus consecuencias. La mayoría de las chicas me ponían mala cara, otras cuchicheaban cosas sobre mí mientras pasaba por los pasillos del instituto.
Me había convertido en la comidilla de todo el instituto. Nadie hablaba ni mencionaba nada de Derek. Las críticas y los chismes iban para mí.
Con Derek a mí lado era de lo más incómodo que pude haber experimentado en toda mi vida. Era muy meloso conmigo. En donde no necesitaba de alguien él iba y se pegaba a mi como una goma de mascar en el cabello. Me buscaba a todas horas e incluso me regaló un móvil personal para atender solo sus llamadas.
No podía dejarme tranquila ni por un segundo.
¿Esto era lo que soportaba Kate a diario?
«Tú te lo buscaste.»
Cállate. Le pedí a mi subconsciente.
He salido unos minutos antes de mi última clase, lo que significaba que las clases ya habían concluido. Cuando estaba por salir y atravesar aquella puerta, giré hacia la dirección contraria y vi a lo lejos como se acercaba Derek hacía mí.
Mi plan más ingenioso—noten mi sarcasmo—fue huir como una cobarde. Mis pies me impulsaron a que yo caminara lo más rápido posible para alejarme de él, y cuando preguntarán sobre mí dijeran que ya me había ido. Aunque tendría consecuencias.
Podía escuchar su voz de cerca por todo el pasillo preguntando por mí. La puerta de un salón de clases estaba entreabierta. No lo pensé por más de dos segundos cuando me adentré rápido en él y cerré con cuidado ésta. Cuando ya estaba bien cerrada esperé unos segundos, cerré mis ojos y me recargue sobre la puerta dejando escapar el aire que tenía dentro. Fui abriendo los ojos y me sobresalté de tan solo ver a la persona que estaba sentada, viéndome.
—Pe-pensé que estaba vacío—dije odiando a que mi voz saliera nerviosa.
—¡Annika! —se escuchó a lo lejos la voz de Derek—. ¿Te estás escondiendo de mí? —siguió hablando fuerte.
—Dile a tu novio que se calle—mi piel se erizó al escuchar aquella voz ronca. El corazón volvió a palpitarme. Su voz era grave, pero a la vez dulce y suave—. Tu novio está colmando mi paciencia, niña.
—¿Disculpa?
Cerró el libro que sostenía en sus manos. Se levantó del asiento del escritorio del docente que daba clases allí. Lo seguí mirando mientras se acercaba hacía mí que aún estaba parada detrás de la puerta. Mis ojos no podían dejar de mirarlo, era tan alto que podría medir aproximadamente un metro noventa y algo. Me aparté para dejarle el camino libre. Pude ver por el rabillo del ojo como me miró por un segundo y sonrió de lado.
«Finge que no me has visto. Finge que no me has visto»
—¿Le has visto? —escuché como había preguntado Derek.
Me puse del lado izquierdo de la puerta y apreté los labios.
—Claro—contestó él—. Ésta aquí.
Mis ojos se abrieron de aquello que escuché.
Es un maldito hijo de...
En ese instante la puerta se abrió de golpe dejándome a la vista de Derek. Ambos me miraron y con mi derrota tuve que salir. Primero le puse mala cara a aquel sujeto y salí en medio de ellos dos.
—Gracias tío—agradeció Derek chocando los puños.
Derek me llevó sujetándome por el brazo con mucha fuerza. Discutimos en la puerta de la entrada principal. Me dijo tantas cosas cómo; que yo era muy insoportable, que mi atención se la merecía él y de paso empezó a especular del porqué estaba metida en aquel salón. Me harté de aquello y me alejé lo más posible mientras seguía reclamando.
Recorrer por las calles de la ciudad para dirigirme a mi casa me tranquilizaba. El enojo y el estrés que tenía habían desaparecido. El aire parecía más alegre cómo si fuera época de verano.
Mientras llegaba a mi casa unos tipos comenzaron a silbarme. Me sentí demasiado incómoda. Aquellos sujetos iban trepados en una moto y pasaron rápido.
—Adiós bonita—me gritó uno de ellos.
Actualmente no es muy seguro caminar por las calles sola, sin compañía de alguien a tu lado para sentirte protegida y repetir varias veces que saldrás bien.
Tomé un atajo que me llevaría a casa lo más rápido. El callejón estaba solo. No había ninguna casa más que paredes que separaban y dejaban un diminuto pasillo en donde pisar. Las paredes estaban rayadas con grafitis y se podían leer las palabras vulgares que estaban escritas.
«Gema tiene los pechos más grandes de todo California»
¿Qué habría pensado Gema cuando leyó esto?
Puse de nuevo la vista al frente y eran los mismos tipos que conducían las motos de hace rato. Paré en seco y supe que lo mejor sería regresar y tomar otro camino.
Di la media vuelta y caminé rápido para alejarme lo más pronto posible de allí.
—Miren, ¿no es la bonita que acabamos de ver hace unos minutos? —escuché como uno de ellos habló a lo alto.
—Solo mírenla. Carne fresca.
Caminé y caminé lo más rápido. Giré un poco la mirada para saber si estaban ahí. Uno de ellos se atravesó en mi camino y me sobresalté y paré en ese momento.
—Oye, tranquila. No haremos nada. Solo queremos ser tus amigos, ¿no es verdad chicos?
—Claro—cantaron al unísono.
Estos no eran los chicos del barrio como yo imaginaba. En los dibujos animados me los pintaba diferente.
Los tres se fueron acercando poco a poco para que yo retrocediera y así ellos me acorralaron. Estaba que el miedo me carcomía por dentro. Solo quería escapar o tener algo en la mano para defenderme. Uno de ellos me apretó las dos mejillas y sus labios comenzaron a acariciar mi piel. En ese momento reaccioné y el pequeño llavero que colgaba en mi mochila tenía gas pimienta. Lo tomé y en un descuido le disparé aquel gas que picaba.
Creí que me dejarían tranquila de solo soltar aquel gas, pero los dos sujetos me sostuvieron. Intenté zafarme del agarre mientras mis muñecas empezaban a doler.
—¡Ayuda!—grité, pero no iba a servir de nada.
No debí haber tomado ese atajo.
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Into You © | ✓
Teen FictionAnnika Pierre vive atrapada en sus pesadillas de su adolescencia llevándola a mantener un perfil bajo cuando se trata de chicos. Es el tipo de chica que lo tiene todo al ser hija de un empresario millonario. Cuando Annika llega a su último año de i...