Capítulo 54

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Capítulo 54 | Daniel

Últimamente sentía que algo iba mal. Annika estaba cada vez más rara. Desde aquella vez que nos vimos en las carreras había un cambio en ella. La miraba cada vez más decaída, triste, distraída y preocupada. Sentía que no era ella, que no era aquella chica que iluminaba mis días con su sonrisa, con sus ocurrencias o por lo enojada que se ponía a veces. Algo le pasaba y me decía que no era nada bueno, pero esta noche descubriría que es lo que ocurría.

Su fiesta de graduación sería en un hotel. Por lo cual tuve que llevar conmigo a un amigo mío para que le fuera de compañía a Kate. Dave era un chico de aproximadamente de su edad, si las chicas de las carreras se derretían por él en uno o dos ocasiones. No quería que Kate siguiera con ese patán que tenía como novio.

Esperamos pacientemente en el edificio de Annika.

Una vez que se abrieron las puertas a lado de Kate estaba la chica de mis sueños. La recorrí de arriba abajo. Llevaba un vestido azul que resaltaba su hermosa figura delgada. Sus brazos delgados y había una pequeña abertura en su pierna izquierda. Llevaba un peinado de lo más sencillo, un moño bajo con pequeños mechones sueltos sobre su rostro.

La fiesta sería en un hotel. Por lo cual en el momento en donde pise aquel lugar la atención se desvió en mí. Las chicas estaban a mi alrededor, una que otra se sentaba a mi lado para conversar, aunque esa conversación terminaba por convertirse en coqueteo.

Estaba observando a todos en el lugar mientras bebía el whisky que me habían ofrecido.

La observé cómo tuvo que salir un rato. Me levanté y la seguí hacia un pequeño balcón. Su espalda estaba descubierta y quería tocar su piel desnuda y fría por la noche. Pareció sentir mi presencia cuando se giró para verme y se fu acercando a mí mientras bajaba la mirada para poder verla a los ojos. Con aquellos ojos miel que me derretían el alma.

—Estás hermosa—sus mejillas se tiñeron de rosa y sonreí ante aquel gesto de ternura e inocencia.

—Gracias. Tú no estás tan mal—le sonreí—Pensé que no vendrías—dijo después.

—No quería perderme la fiesta de mi novia. ¿Qué haces aquí? Hace frío—se encogió de hombros.

—Quise tomar aire. Pero, vamos a dentro.

Su brazo se enrollo con el mío y de nuevo nos dirigimos hacía el salón.

Le pedí que bailara conmigo. En ese momento todos se centraron en la pista cuando un chico con una guitarra se subió a la tarima y comenzó a tocar una canción que ella y yo conocimos perfectamente. Aquella misma canción donde la besé por primera vez.

—¿Recuerdas aquella canción?

—Querrás decir nuestra canción.

—Jamás había bailado con alguien de esta forma.

—Entonces soy el primero.

—Sí, y quiero que seas el último y el único.

—Me alegra saber eso.

Me acerqué a ella y le di un beso suave en los labios. Un sonido vibrante provocó que nos separáramos. Ella miró su móvil y la mire extrañado por su reacción, se había puesto pálida.

—¿Pasa algo?—pregunté y volvió a fijarse en mí. Negó varias veces.

—No es nada.

Continuamos bailando, pero la sentí tan tensa contra mi cuerpo. Algo andaba mal. Ya era cien por ciento seguro de que algo malo iba a suceder esta noche.

Cuando terminamos de bailar Kate se acercó a nosotros dos solos. Me confundían las expresiones de Annika, saber si estaba bien o que algo andaba mal. Con Kate sonreía y parecía ir de maravilla, pero estaba conmigo o sola y ponía aquella expresión de preocupación.

—En un momento regreso con vosotros-dijo después.

—Voy contigo—le dije y ella me miró. Negó varias veces y me sonrió.

—No, no, solo iré al tocador por un momento.

—Te acompaño—le dijo Kate.

—Enserio, Kate. Iré sola.

Sujeté a Kate de la muñeca y con desconfianza dejé que se fuera hacía el tocador.

—Algo anda mal con ella. Parece estar distinta-comentó Kate. Ambos mirando cómo se iba alejando de nosotros.

—Lo mismo pienso.

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