Capítulo 36

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Capítulo 36 | Daniel

—Treinta y uno...treinta y dos...treinta y tres...

Me dispuse a practicar en el gimnasio cómo solía hacer siempre. Mi mente necesitaba distraerse por un momento. No podía, no podía dejar de pensar en ella. Ni por un maldito segundo dejaba a mi mente tranquila. Tenía ganas de...debí besarla en ese momento.

Tal vez lo único que sentía por ella era esa atracción, pero a la vez la quería tener cerca de mí. La quería para mí.

«No. No digas eso, es muy egoísta de tu parte.»

Han pasado tan solo un mes y me volvía loco. Me estaba volviendo loco el tenerla cerca, pero no como yo quisiera tenerla. Tenía que liberarme de ella.

—Hey, Danny. ¿Qué ocurre?

Jackson apareció de repente. Me miró confuso y negué varias veces. En mi frustración y enojo que sentía al mismo tiempo, golpeé el saco de boxeo a mi lado.

—Oye, calma. Hombre.

—Creo que he perdido la razón y el criterio a mis palabras.

—¿Qué?

—Que no puedo con esta agonía. Creo que yo...—solté un quejido—No sé cómo explicarte.

—Danny, no entiendo lo que dices. Espera..., no me digas que es por la cría de diecisiete que conociste. ¿Kate? —negué.

—Su amiga.

—¿Qué?

—Te juro que no sé qué provoca en mí que hace que quiera estar con ella, hace que se me olvide el mundo, y lo único que siento es tenerla cerca de mí, abrazarla, acariciarla, besarla...

—Espera...—me interrumpió—Estás queriendo decir que...

—Quiero decir que estoy completamente enamorado de Ann—confesé al fin.

Jackson me miró como si hubiera dicho que he perdonado a mi padre, sin creerlo al mismo tiempo. Negó rápidamente y me dedicó una mirada de que no aprobaba lo que acababa de decir.

—No, Danny. Dime que no has dicho eso.

—¿Y por qué no? Ella me necesita.

—No será que tú la necesitas más a ella.

Me quedé callado. Dio un fuerte suspiro y luego me miró.

—Daniel, aléjate de ella antes de que la lastimes.

Quiso sonar como si me diera un consejo y sería bueno seguirlo. Pero no podía, ya que ella me contemplaba. Haciéndome enojar y estresar al mismo tiempo. Era la única chica que podía llevarme la contraria y que no le temía a nada

♡ ♡ ♡ ♡

Al día siguiente de nuevo me dirigí en la sala de profesores tratando de acomodar los horarios de los chicos que me tocaba dar clase, pero fui interrumpido ya que Alice me había dicho que Beatrice quería hablar conmigo.

Estando allí en su oficina vi que no estaba sola. A su lado la acompañaba una joven mujer sentada frente a su escritorio.

—Oh, señor Gardner.

Aquella mujer de cuarenta años se levantó de su escritorio junto con aquella otra mujer. Esa mujer en su escritorio dio la media vuelta para centrarse en mí.

—Señor Gardner, ella es Briana. Esta para cumplir con sus servicios a la comunidad como usted, joven. Ella será su compañera de trabajo, ya que el señor Williams se encuentra trabajando en otro plantel, ambos tendréis que ser un buen dúo. Bien eso es todo. Podéis retiraros.

La tal Briana era hermosa. Su cabello negro lacio y de tez blanquecina. Ambos salimos de su oficina y le dirigí la palabra.

—Briana, ¿no es así? —ella asintió.

—Briana Clifford—me tendió la mano.

—Daniel Gardner—correspondí su mano.

En ese instante apareció Alice. Quien de inmediato vino conmigo, alterada por lo rápido que llegó hacía nosotros.

—Ahí estas, Daniel. Sucedió algo en la cafetería. Ayúdame a tranquilizar a estos chicos, más bien a Annika.

Cuando escuché su nombre fui directo a la cafetería del instituto. Había una masa de gente y varios murmullos de lo que estuviera pasando.

La encontré con la mirada y quise acercarme a ella, pero entonces se escuchó cómo algo se había roto. Todos vieron la escena estupefactos y miraron el suelo donde caían manchas de color carmín sobre los trozos de vidrio.

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