Capítulo 20

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Capítulo 20 | Daniel

Os estaría mintiendo que no me cabreó verla estando a tan pocos centímetros de ser besada por un idiota cómo ese chico. Pero tenerla tan cerca de mí provocaba los mismos dolores de cabeza. Mientras más la alejaba de mí, el destino la ponía en frente de mí. Me era imposible verla con su noviecito Drake, o como mierda sea su nombre.

—¿Por qué eres tan cruel conmigo? —pregunto cruzada de brazos con aquellos ojos.

Oh, esos ojos miel y hermosos.

—Porque no quiero verte con ese sujeto. Va contra las reglas y es mi trabajo a que ningún alumno se den ese tipo de afecto. Ya te lo he dicho, ahora ponte a inflar aquellas pelotas.

Ella se quedó parada esperando más, pero después hizo lo que le ordené.

Le había dicho que no quería verla con ese sujeto.

Dios...No sé qué demonios pasa conmigo.

—Tengo una duda—habló de repente rompiendo el silencio que se había formado.

—¿Qué duda? —dije mientras rellenaba algunos formularios.

—Independientemente de las clases...y...sabiendo que nos escucharán... ¿Por qué solo los hombres...pueden correr?

—¿No habíamos dejado en claro que no hablaríamos de lo que pasó en la noche anterior? —hablé mientras le dirigía la mirada.

—Ya sé, pero...tenía curiosidad—se encogió de hombros.

Di un suspiro. Cerré los ojos por un segundo.

—Nunca dejamos competir a las mujeres por su seguridad. Tememos por ellas a que salgan heridas. Las carreras entre hombres son más pesadas. Nos podemos golpear e intentar provocar salirnos del circuito donde corremos, incluso cuando llueve y el piso es resbaloso puede traer grandes consecuencias.

Antes de que dijera algo, volví a interrumpirla.

—Pero..., contigo al demostrar que cualquier mujer puede arriesgarse a correr siendo hasta la más princesa.

Pude ver como sonrió un poco y bajó la cabeza.

—¿Sabes...? nunca me había sentido tan libre como ese día. Digo, el estrés que me hacen sentir mis padres por querer que sea un calco exacto de ellos, y luego...—suspiró—...mi novio.

—Sin entrometerme entre vosotros dos, ¿Por qué sigues con él si te incomoda?

—¿Cómo sabes eso?

—Se te puede ver por la forma en que lo evitas, se ve que no quieres estar con él.

—No me incomoda, solo que...me preocupa lo que pueda pensar de mí.

—Esos es incomodar—dije con obviedad.

—¡Bueno sí! ¡Me incomoda y qué!

—¿Por qué tienes que ser tan gritona a veces? ¿Cómo es que una persona pequeña puede gritar tanto?

—Oh, lo siento...no suelo controlarme mucho..., a veces.

¿Se estaba disculpando? Qué raro en ella.

Sin darnos cuenta ambos estábamos uno al lado del otro. Observando hacia la ventana. La mayor parte que estuve con ella durante el castigo conversamos un poco. Trato de ser un poco cuidadosa a lo que respondía.

—A mí también me gusta Ernest Hemingway—escuché como pronunciaba al autor de aquel libro mientras miraba hacía el escritorio donde estaba aquella obra—París era una fiesta.

—¿Sabes que es lo mejor de este libro?

—¿Qué podría ser mejor que un libro?

—Paris. Tal vez no sea una novela como tal, pero te teletransporta hacia los laberintos de la ciudad. Conociendo el cómo era el Paris del siglo 20. Donde poetas, novelistas, pintores deambulaban por las calles, ocupando las mesas de los mejores cafés.

En ese momento ambos quisimos tomar el libro al mismo tiempo, pero nuestros dedos se tocaron entre sí e intento apartar su mano, pero el dije que colgaba de su pulsera se atoró con la mía y eso entrelazó nuestras pulseras.

Me fijé en que su pulsera era igual a la mía, solo que la de ella era blanca y la mía negra. La quité con cuidado para evitar que algún hilo se desprendiera.

Nos miramos unos segundos y luego desviamos las miradas. Mi corazón comenzó a latir. La campana sonó dando un anuncio de que había finalizado el castigo y otro aviso de que tendría que estar el aula completamente vacía para poder limpiarlas.

—Vamos, te llevo a casa.

—Pero aún no he acabado de inflarlas todas.

—Déjalo. 

Into You © | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora