Capítulo 37 | AnnikaTan solo había pasado un mes cuando regresó Derek. Cuando entré en la cafetería algo andaba mal. La gente del lugar me miraba con desprecio o se reían de mi en mi propia cara. Algunas murmuraban cuando hacía presencia.
Me acerqué donde Kate, Bianca y otras dos más estaban. Todas parecían reírse y estar conviviendo animadamente, pero cuando me acerqué a ella, todas se callaron. Bianca pareció darse cuenta y me llevó a un lugar para que no escucharan lo que tuviera que decirme.
—¿Qué es lo que pasa?
—Annika, verás..., no te alteres. Pero todos saben que las empresas de tu padre están al borde de la arruina...todos piensan que tu padre es un estafador y un ladrón por llevarse montonales de dinero, cuando ese dinero va a las organizaciones que ellos mismos manejan.
¿Eso era lo que pensaba de mi padre? ¿Esa era la razón? ¿Ahora se metería con mi padre?
—¿Quién te dijo eso?, ¿Quién esparció ese rumor? ¡¿Quién?!
Bianca se sobresaltó por mi grito. Sé que no tiene la culpa, pero necesitaba el paradero de la persona que había dicho aquello de mi padre y de las empresas.
—Derek.
Un solo nombre necesité para que todo lo viera rojo. La sangre me hervía. Bianca pareció darse cuenta de lo cabreada que estaba. Desapareció y me dejó sola en aquel lugar. Hice lo que mi cuerpo me pidió en ese momento.
Caminé por toda la cafetería para encontrarlo. Estaba a tan solo unas diez mesas. Mientras caminaba para ir directo hacía él, había cogido el vaso de malteada de una chica que estaba sentada.
—¡Oye!
Llegué a su mesa y pude escuchar lo poco que decía.
—Os prometí que haría que se enamorara de mí, fue tan ilusa que cayó tan rápido. Ahora solo tengo que casarme con ella y me quedaré con la fortuna.
—Serás gilipollas—lo corté.
El vaso de aquella malteada fresa se la tiré por detrás sobre su espalda. Se estremeció al sentir aquel liquido frio. Sus amigos se habían quedado estupefactos y sorprendidos por la acción que había hecho.
—Pero ¡¿qué te pasa?! —gritó. Estaba igual de cabreado que yo.
—¿Qué me pasa? Lo que me pasa eres tú. Eres un maldito imbécil muerto de hambre. Un poco hombre. Solo diles la verdad de cómo me dejaste tirada en medio de la noche, solo diles a todos la verdad.
La gente nos observaba prestando atención a nuestra discusión.
—¿Verdad? Oh... ¿no me digas que ya lo sabes? —rio sarcásticamente—Pues sí, fíjate que sí. No eres nadie linda, Annika. Lo único que destaca en ti es tú dinero, y todos lo sabéis. La vida no trata bien a las mujeres feas. Ve la diferencia que hay entre Kate y tú, ¿crees que me fijaría en ti? —soltó un resoplido—No me hagas reír niñita. ¿Qué soy un poco hombre y muerto de hambre? Si aquí la que tiene a un hombre como estafador no es más que tú...
Mi tolerancia llegó a su límite. No dejé que completara su frase cuando le senté el mismo puñetazo en su pómulo. Me dolieron los nudillos por la fuerza. La respiración la sentía agitada.
—Mi papá puede que haya hecho mal, pero tú no eres nadie para hablar de mi familia ni de él, porque no te lo voy a permitir.
En ese momento llegaron los supervisores del instituto. Derek aún tenía la cabeza vista en otro lado. Me miró por el rabillo del ojo. No sé si fue por el enojo que presioné tan fuerte el vaso de cristal que sentí cómo se estaba quebrando hasta que los cachitos se enterraron en mi mano y ésta comenzó a sangrar.
La gente miró asustada por las pequeñas gotas de sangre que manchaban el piso.
Alice vino a mi rescate, y ella fue la que me llevó a la enfermería para que curaran mi mano cortada.
La enfermera tuvo que irse por un momento y me dejó sola.
—¿Se puede?
Escuché aquella voz familiar y lo vi entrar. Se puso en frente de mí y comenzó a analizarme hasta que sus ojos se fijaron en mi mano vendada.
—¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó después de aquel silencio.
—Fue él quien me provocó. Tiene tanta mierda en el cerebro que con solo esparcir un rumor puede destruirme. No sé de dónde saco eso de que mi padre es un ladrón y...
—Hey, tranquila. —me cortó y sentí la cabeza en un mareo.
—Daniel—escuché la voz chillona de una mujer. Ambos giramos en dirección a la puerta y ahí, en frente de los dos, estaba una chica de su edad. La miré y se me revolvió el estómago. El cabello negro, su piel blanquecina y con un vestido floral con volumen que llevaba pegado al cuerpo se veía lo bien formada que estaba. Sentí pequeño el corazón—. Oh, veo que ya está bien. Debes regresar a tu trabajo, Alice necesita de tu ayuda.
Él iba a responder en ese momento, pero la enfermera de nuevo apareció.
Se levantó, me miró con ¿Indiferencia? Y se fue del lugar.
¿Qué? ¿Quién demonios era ella? ¿Y por qué esta con él? ¿Y por qué lo llama Danny?
—Bien, ¿Puedes mover tu mano?
Hice lo que me pidió la enfermera, pero solo levantarla me dolía aún más.
—Aun no. Vamos a checar de nuevo tu mano, para ver si todavía hay restos de los cristales enterrados y saber si no te has cortado una vena.
Aquella mujer me desvendo la mano y comenzó a revisar de nuevo. No le estaba prestando demasiada atención, porque mi cerebro estaba enfocado en aquella chica y la poca cosa que me sentí.
¿Quién demonios era ella?
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Into You © | ✓
Teen FictionAnnika Pierre vive atrapada en sus pesadillas de su adolescencia llevándola a mantener un perfil bajo cuando se trata de chicos. Es el tipo de chica que lo tiene todo al ser hija de un empresario millonario. Cuando Annika llega a su último año de i...