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Capítulo 59

Capítulo 59 | Annika

Tan solo estábamos a días de la graduación, ya que luego del incidente que hubo en el hotel decidieron retrasarla. La semana previa antes de la graduación decidí quedarme en el apartamento de Daniel. Tuve que mentirles a mis padres de que me iba una semana a quedar en casa de Kate, pero ella me había dicho que se encargaría de ese problema.

Ambos estábamos sentados en su sofá. Su brazo derecho estaba por encima de mi hombro acariciando mi cabello mientras tenía el libro en mis manos, leyendo.

—«Nuestro amor no es terrenal, porque este sentimiento es tan inmenso que no lo supera el amor de Dios por la humanidad»—cerré el libro y di un suspiro.

—Dante en verdad amaba a Beatriz.

—Lo curioso es que realmente no estuvo con ella.

—Pero quedó cautivado la primera vez que la vio. Así como yo, contigo.

—¿Ah sí?

—Sí. Pillarte el cómo me mirabas desde lejos junto con Kate y desviaste la mirada. Luego en las escaleras cuando casi te caes por ir a toda prisa—reímos ante aquel momento—Me miraste, yo te mire y... «Desde ese momento en adelante, el amor gobernó mi alma.»

Lo miré a los ojos y pude ver el brillo que había en ellos. Eran unos ojos llenos de amor y pasión.

—Dante.

—Beatriz.

Me besó en lo alto de la cabeza y me recosté sobre su pecho mientras me abrazaba. Ambos mirando al más allá, sin un punto fijo.

—¿Qué ha pasado en la corte?—preguntó cortando aquel silencio.

—¿Hum? Están investigando más a fondo, para llegar al responsable y causante de quién mandó a ese sujeto para hacerme lo que me hizo—contesté.

—¿Le has dicho todo?—asentí.

—Tuve que hacerlo. Aunque me propinaron una regañiza mis padres luego de enterarse. Pero está bien, mi padre está en busca de un buen psicólogo para que me ayude. Y creo que es lo mejor que ha hecho por mí—solté un pequeño bostezo.

—¿Tienes sueño?

—Sólo un poco.

—Entonces vamos a dormir—me cogió del brazo y nos dirigimos a su habitación.

Nos quedamos dormidos abrazados. Podía escuchar el latir de su corazón, y me puse tan feliz que su corazón me perteneciera a mí.

Cuando me desperté por la mañana estaba sola. Daniel no estaba a mi lado y los rayos del sol comenzaban a molestarme poco a poco. El sueño comenzaba a apoderarse de mí nuevamente y los rayos no ayudaban mucho. Volví a cubrirme con las sábanas cuando escuché la dulce voz mañanera de Daniel.

—Buen día, dormilona—se sentó en la orilla de la cama y entreabrí mis ojos para poder verlo—Es hora de levantarse, corazón.

—Solo un minuto más—dije somnolienta. Negó.

—No. Mañana es un día especial y hoy quiero aprovechar la oportunidad de estar contigo, a solas.

—¿Podemos hacerlo otro día?—dije.

—Qué novia más floja tengo—se quejó y solté una risita. Me reincorporé en la cama y me dio un pequeño beso sobre los labios e hice un puchero—. ¿Qué pasa?

—No es justo—me quejé.

—¿Qué no es justo?

—Esto—nos señalé a ambos—No es justo que tú estés despierto y fresco, mientras tanto yo estoy hecha un asco, y no quiero que me beses con el mal aliento que tengo por las mañanas.

Se echó a reír.

—No me importa.

—¡Pues a mí sí!—dije cruzándome de brazos—Tampoco que me veas con este aspecto horrible. Ni esto—señalé mi camiseta—Ni esto—alcé los mechones de mi cabello—Y lo peor de todo, ¿sabes que no me gusta?

—Dime.

—No me gusta verte con esto—había dicho mientras le tiraba la camiseta, sacándosela por encima de la cabeza.

—Bueno, entonces vamos a ducharnos.

Se levantó y me sujetó del brazo para que me levantara. Una vez estando de pie me cargó y enrollé mis piernas sobre sus caderas aguantando todo mi peso.

—Es un sueño verte despertar aquí todas las mañanas—me reí sobre sus labios mientras caminaba hacia el baño. Cerré la puerta detrás de nosotros.

Creo que no hace falta explicar lo que estuvimos haciendo realmente en la ducha.

Era algo nuevo para nosotros.

Y después de eso ya sabrán que pasó después.