Capítulo 43

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Capítulo 43 | Annika

El fin de semana ya había llegado. Me arreglé y me puse un vestido color blanco con vuelo decorado con encaje y perlas. No soy buena peinándome, solo lo que hice fue hacerme una media cola dejando algunos mechones de fuera. Al último me puse un collar fino de una pequeña crucecita en mi cuello. Por último, había decidido en irme con unas alas de ángel, me había inspirado en Julieta cuando igual está en una fiesta de disfraces donde Leonardo DiCaprio la besa por primera vez.

Pete sería el encargado de llevarme a aquella fiesta.

♡ ♡ ♡ ♡

Cuando llegué a aquel lugar me fijé en lo grande que era. Parecía un castillo medieval por los jardines grandes.

Entré al saloncito y todos vestían de personajes cómo sirenas, ángeles, demonios, personajes de Disney, vaqueros y contando. Bianca en ese momento bajó y estaba vestida cómo si fuese una princesa de época, con aquellos vestidos grandes.

—Gracias a todos por acompañarme en este día. Veréis que he alquilado un buen lugar para que podáis recorrer el castillo y las obras de exhibición, y un jardín con un laberinto en el que podréis esconderos—habló pícaramente mientras decía lo último respecto al jardín—. Así que ¡Hora de la fiesta!

La mayoría comenzó a recorrer a aquel castillo pequeño de arte. La mayoría se dispuso a tomar, trayendo consigo botellas de alcohol a escondidas, algunas se tomaron fotos en la cabina que había.

Comencé a explorar y recorrer aquel pequeño castillo. Donde pude ver varias obras de pintores. Me paré justo donde estaba aquella famosa pintura de Gustav Klimt: El beso.

Aquella pareja que está encerrada en la intimidad, mientras que el resto de aquella pintura está llena de fondos brillantes y en mosaicos en un fondo dorado. Era hermosa.

Aquella pintura me hizo recordar en mi primer beso. Si, fue con Arley cuando teníamos tres años y después de que me besó lo golpeé. Catorce años, nadie me había besado.

Hasta ahora...

Giré de nuevo para seguir recorriendo toda la galería de arte cuando mi cuerpo se tensó por la persona que estaba a lado mío.

—Oh, Dios mío. Que susto me has dado—le dije a aquel hombre que estaba a lado mío aun posando sus ojos en aquella pintura—. Creí que no te encontraría por aquí...—comenté y luego se giró para verme.

—También tengo amigos—dijo. Me recorrió de arriba abajo hasta luego posar sus ojos en mí rostro.

También fui recorriéndolo con la mirada. Vestía tan jodidamente bien que lo hacía ver tan jodidamente atractivo. Porque así era: Alto, musculoso, ojos azules como el cielo, su cabello negro como la noche, peligroso y jodidamente atractivo. Así era él: Daniel Gardner.

El traje le ajustaba de lo más bien. No llevaba sacó, pero ese chaleco ajustado a ese cuerpo escultural y ese antifaz. El cómo me había mirado provocó que las rodillas me temblaran y el corazón me palpitara. Esa imagen de aquel hombre que probablemente sería un personaje sacado de cualquier novela erótica.

Joder.

—¿Bianca te invitó?—pregunté volviendo a la realidad.

—Claro, sólo que no quise venir con disfraces tontos como los demás. No te ves...tan horrorosa cómo otras veces—puse cara de ofendida por lo que había dicho, pero había sido un cumplido. Creo.

—¿Qué eres? ¿Julieta?

—Creo que sí—dije insegura. Joder, pues claro que lo era.

—¿Y tú Romeo?

«Exactamente parado frente a mí»

—Se mató.

Dirigí de nuevo mi mirada hacía la pintura. Ninguno de los dos dijo nada. Solo sentí que ambos continuamos observándola y estando a lado de uno y del otro, sus dedos rozaban con los míos y sentí una rara sensación de querer sujetar su mano, el corazón comenzó a palpitarme y en mi estómago sentía un mar de emociones.

—Danny—esa voz.

Briana.

Ambos la observamos y venía vestida con un vestido largo color rojo pasión con la entrepierna abierta y el pecho descubierto. Miré con sutileza los míos y eran muy pequeñitos a comparación de los de ella. Llevaba un antifaz del mismo color de su vestido, sólo que era de encaje aquel antifaz. Venían vestidos igual.

—Creo que...debería irme—fue lo único que dijo cuándo me dio la espalda y desapareció.

¿Por qué cada vez que estaba cerca de mí, él no parecía estarlo?

Di por último aquel vistazo en aquella pintura, en aquella pareja que se retractaba. Y entonces en ese momento supe que un beso, dice más que la verdad.

♡ ♡ ♡ ♡

De nuevo regresé a aquel salón donde todos estaban ahí. Sonaba la orquesta que habían contratado y todos bailaban cómo en aquella época. Tomé una copa con algún tipo de bebida extraña. Así que me la llevé a los labios y sentí cómo la garganta me quemaba. Tosí un poco.

—Annika, no esperaba verte por aquí—una voz irritante habló detrás de mí.

—Arley—pronuncié su nombre —¿Qué quieres?—pregunté de malas maneras.

—De ti, nada. Bueno, no podrás ofrecer nada luego de ver lo que tu padre hizo y de que su empresa está al punto de quiebre.

—¿Solo viniste a hablar conmigo por lo que sucedió con mi padre? —pregunté desafiándolo. Esta vez no me dejaría y estaba claro que Arley prendería la llamita —Arley, sabemos que mi padre y el tuyo sois mejores amigos, pero eso no quiere decir que no olvidemos que toda tu familia tiene dinero gracias a la mía, que todos aquellos bienes, servicios y lujos que te das son gracias a mi familia y a mi padre. Si sigues en seguir fastidiando, creyendo que me amargaras la vida, mejor vete. Porque en cualquier momento puedo pedir que te quiten todo con tan solo un chasquido—chasqué los dedos cuando dije lo último. Arley pareció comprenderlo y desapareció entre toda la gente que estaba allí.

Me di cuenta de todo a mí alrededor. Cuando mi familia ya estaba en el punto de quiebre, me di cuenta de que ellos ya no eran mis amigos, que esa palabra era más falsa que cuando te llega un mensaje de que has ganado un millón de dólares. Así era. Si los amigos fueran billetes, serían billetes falsos.

Siempre me había gustado estar sola, pero ese día sí que me había sentido sola, sin ningún alma a mi lado. Sólo en un pequeño rincón donde podría observar a la gente riéndose, disfrutando. Creo que jamás hubiera venido a aquella fiesta.

—Chicos, tomad a su pareja y bailemos esta pieza romántica.

En ese momento la orquesto comenzó a tocar una canción romántica. Anthony se acercó a mí para poder bailarla, así que acepté. No me sentía nada cómoda estando entre todos ellos, pero Anthony soltaba chistes demasiados malos que hizo que mi mente se despejara un poco. Mis ojos se desviaron a Derek y Kate, quienes sonreían y se veían animadamente felices. ¿Cómo es que ese idiota puede ser feliz, luego de lo mentiroso que era? Mis ojos de nuevo se fijaron en aquella persona. Ahí estaba él, estaba con Briana y con otros compañeros de clase.

Adiós tranquilidad y paz mental.

Le dije a Anthony que necesitaba ir un momento al tocador. Con esa excusa aproveché el momento perfecto para escabullirme de aquel lugar.

Caminé hacía los jardines de éste y me adentré en el laberinto. Fui recorriendo todo el laberinto con la finalidad de perderme por un rato. Hasta que llegué al final donde lo que parecía ser el centro de aquel laberinto. Era una glorieta victoriana decorada con lucecitas blancas. Me senté en aquella glorieta victoriana donde una pequeñita orquesta estaba ahí.

—¿Qué haces aquí?

Cuando escuché aquella voz mi instinto rápido reaccionó ante su presencia.

Into You © | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora