Capítulo 35

71 9 0
                                    


Capítulo 35 | Daniel

Desde aquel momento comprendí dos cosas. La primera: ella tenía ese comportamiento de agresividad y defensivo, porque habían abusado de ella, y la segunda: sus padres querían venderla a un tipo que no valía la pena. Querían crear una cortina de humo para que la gente le prestara atención a aquel juego de que su hija se casaba.

Eran más de la medianoche. Ann estaba en el apartamento descansando, ya que tantas sorpresas y revelaciones en un día podría causar algo. Mientras tanto me encontraba con Rosie platicando lo que ella me había dicho, de aquella persona sin corazón que le había generado un trauma.

—Ha tenido pesadillas todas las noches. No deja de gritar ni de patalear. Ella no lo sabe, pero siempre me quedo a su lado todas las noches. No le gusta la oscuridad porque piensa que en cualquier momento ese hombre aparecerá.

—¿Cómo es enteró usted de aquel evento? —le pregunté a la señora que estaba frente mío.

—Sus padres habían viajado. Yo era la única persona que pude ir por ella en la comisaría. Había estado llorando por más de un mes. Estaba asustada, no quería hablar con nadie de aquel sujeto. Se lo guardaba para ella.

—Le han hecho demasiado daño, ¿no es así?

—Sí. Muchos piensan que ella se comporta cómo una niña malcriada por tenerlo todo, pero no es así. Muchos no sabéis lo que realmente tiene para que ella se comporte de esa manera. Ella está sufriendo.

Sufrimiento. Era la palabra correcta para describir aquella situación.

—Daniel—pronunció mi nombre y giré para poder verla—Ella necesita de alguien, necesita que alguien la cure. Qué bueno que ya te he conocido. Porque desde que tú apareciste, las pesadillas ya no son constantes. Incluso pronuncia tu nombre cuando está dormida. Por favor cuídala, tengo que irme.

—Nos vemos, Ro.

Subí de nuevo a mí apartamento. Me acerqué a la terraza donde se encontraba. Estaba de brazos cruzados y dejaba que el aire frio de la noche golpeara su rostro. Me acerqué más a ella. Me puse a su lado dejando un poco de distancia entre los dos.

—¿Ya estás más tranquila? —solo asintió.

—Creo que debería irme—sugirió para girarse a mí.

—No te voy a dejar ir. Ve la hora qué es. Caminar por la noche podría ser peligroso, y no es como si fuera la primera vez que invades mi espacio.

Dio un largo suspiro, primero en dirección hacia las luces de la ciudad y luego me miró.

—Está bien.

Estaba sentada en el sofá mientras le daba una taza de té. Mi madre siempre me daba un té de miel con limón para relajarme cuando era pequeño y tenía pesadillas. Sólo que esas pesadillas se trataban de algo infantil: monstruos, arañas, cosas que te comen. A diferencia de las de ella, sus sueños fueron arrebatados y remplazados por pesadillas.

—¿Y bien? ¿No me vas a juzgar? —denotó mientras tenía la mirada fija hacia un punto cualquiera.

—¿Por qué lo haría?

—Porque todos lo hacen, sobre todo conmigo.

—Créeme que nadie tiene limpio el pasado para poder juzgar el tuyo.

—Si lo supieran probablemente me estarían criticando...—meneé la cabeza.

—Los que se la pasan criticando la vida de otros, realmente no saben vivir la suya. No eres la única persona que tiene un trauma, algunos incluso más fuertes.

Into You © | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora