Capítulo 52

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Capítulo 52 | Annika

Los siguientes días apenas respiraba. Mi cerebro estaba a punto de explotarme por lo saturado que estaba de tanta información que me tenía que meterme en la cabeza. Los días eran contados para la graduación y la fiesta estaba a la vuelta de la esquina. Todos los días me metía en la oficina de mi padre a estudiar. Pilas de libros estaban sobre el escritorio y solo un movimiento me hacía querer llorar, gritar y matar a alguien en ese momento.

La puerta de la oficina de mi padre se abrió, pero no presté atención a la persona que había entrado en ese momento. Sentí que aquella persona se había puesto a mi lado y giré para ver de quién se trataba. Solté un grito y tiré de la silla.

—Vas a matarme algún día—dije mientras tenía la mano sobre el pecho tratando de calmar mi respiración.

—Calma—me pidió—Tú padre te manda un té—puso aquella pequeña taza sobre el escritorio.

—Lo siento—dije—Me siento tan mal. Me duele la cabeza, quiero llorar, quiero gritar y estoy al borde de querer arrancarme las pestañas. No voy a pasar los exámenes y si no paso reprobaré y si repruebo no me graduaré, y si no me gradúo no entraré a la universidad, y si no entró a la universidad no tendré un trabajo, y si no tengo un trabajo significa que me quedaré aquí siendo la asistente de mi padre y si no...—no pude completar mi frase cuando sentí sus labios con los míos. Un beso suyo hizo que me acomodaran las ideas y me relajara un poco. Se separó de mí.

—¿Mejor?—asentí. Puse mi cabeza sobre su pecho y me rodeo con sus brazos—Deja de estresarte.

—Me voy a volver loca.

Se separó de mí y fue directo al escritorio donde vio todo mi desastre.

—Ven aquí—me ordenó—Toma asiento. Te ayudaré a estudiar.

Se puso unas gafas mientras revisaba todos mis apuntes.

Joder. ¿Por qué no había tenido una cámara para captar ese momento?

Me senté de nuevo en el escritorio y pasamos más de dos horas estudiando, releyendo y preguntándome las cosas que vendrían en el examen. Mi mente a veces se distraía por lo tan jodidamente guapo que estaba mientras me explicaba cada tema, terminé regañada unas diez veces por distraerme de tan solo verlo así de atractivo como si fuera un profesor.

Cuando por fin terminamos me dejó descansar. Eran apenas las once de la noche y aún estaba demasiado nerviosa, me sentía tan estresada e histérica.

—Relájate, confió en que pasaras los exámenes. Eres buena—Daniel se puso detrás de mí masajeándome los hombros.

Me giré para poder verlo de frente y de nuevo lo abracé mientras me acariciaba la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos pude ver a una persona parada en la puerta cruzada de brazos. Rápidamente me separé de Daniel y se giró para ver del porqué me separé de él de esa forma. Ahí parado en el arco de la puerta estaba el mayor de la familia: Edward. El sobrino de mi padre.

—Daniel—lo llamó Edward tan pacíficamente.

—Edward—le respondió de la misma manera. Dejó de estar de brazos cruzados y se acercó hacía nosotros.

—No quería creerlo hasta que lo viera con mis propios ojos—lo miré confundida.

—Tú... ¿Lo-lo sabes?—puso su mirada en mí y sonrió de lado.

—Sospechaba, hasta que Danny me dijo, pero no vine para hablar de vosotros dos. Daniel a lo que venimos.

—Claro.

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