Capítulo 40

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Capítulo 40 | Annika

Bianca nos había dado un pequeño pergamino donde nos invitaba a su fiesta de dieciocho años. Los dulces dieciocho. Ese número significaba que te convertirías en un joven adulto. Cuando mencionó que tendríamos que ir disfrazados, con antifaces o máscaras se me ocurrieron muchas ideas, pero no sabía si ir o no.

A Bianca le gustaban las cosas antiguas y medievales. Había llegado un periodo de que estaba obsesionada con la obra de William Shakespeare; Romeo y Julieta.

Ya he mencionado de las veces que no me gustaba hacer ejercicio por las mañanas. Luego de aquel momento en encontrarnos en la empresa familiar, de nuevo me había ignorado. Pero ¿Por qué? ¿Por qué siempre ando pensando en él y en su indiferencia? ¿Por qué siempre le miro? ¿Por qué hace que mi corazón estalle como un loco cuando está a pocos centímetros de mí?

Joder.

Solo podía verlo desde lejos con aquella chica llamada Briana, riéndose y parecía conocer bien sus intenciones hacía él.

Nos ha pedido de nuevo que formemos parejas. No tenía ganas de estar haciendo ejercicio y mucho menos con aquella gente.

A la única que afectaron y destruyeron fue a mí. Kate estaba de nuevo feliz con Derek, por otro lado, Daniel estaba «súper» contento con Briana, y yo, bueno, teniendo una fuerte migraña en estos momentos.

—Hola, Ann. —me llamó entonces Anthony.

—Hola—le respondí y se sentó a mi lado.

—Quería saber si querías estar conmigo. No tengo pareja y bueno, estas aquí. —reí ya que sé que no quería hacerme sentir mal. Pero si, estaba sola porque nadie me quería.

—Anthony la primera vez que trabajé contigo, recuerdo que recibí un gran golpe en la nariz.

Se soltó a reír cuando dije aquello. En ese momento Daniel se acercó a nosotros. Mi sonrisa se apagó luego de verlo acompañado de Briana.

—Chicos—habló primero ella con esa sonrisita. —Ya que son los últimos, competiremos con vosotros.

—Claro—aprobó aquello Anthony. No me quedaba de otra que aceptar.

En ese momento nos dividimos. Briana y Anthony formaron su equipo, y para mi mala suerte me tocó con Daniel.

Ella eligió que jugáramos tenis. Tome la raqueta y la pelota de tenis. Saqué primero y ella me respondió.

Después de un rato llevamos 19 de 19. Solo quedaba la última para poder ganarle a ella. Sacó primero y no dejé que Daniel la golpeara. Me metí en su espacio y la golpeé yo.

Duramos unos cinco minutos pasándonos aquella pelotita. Ya no sentía mi brazo por los golpes. Anthony y Daniel solo observaban nuestro espectáculo.

El brazo se me cansó y me rendí y dejé que ella ganará.

Brincó de alegría y me senté en el suelo con mi derrota. Daniel se acercó a ella sonriéndole y ella saltó a sus brazos. Todos nos percatamos de aquella escena. Algunos empezaron a cuestionarlos; si salían o se conocían de antes.

Me levanté de golpe de mi lugar y decidí irme, ya que la campana de cambio de clases ya había sonado.

Bruja.

♡ ♡ ♡ ♡

—Es que es tan...

Rosie se echó a reír en ese momento de lo que le estaba contando en la clase de deportes y en todo lo que había pasado últimamente en estos días. La miré confusa.

—Ann, ¿no te das cuenta? —me preguntó y puse mi cara de póquer—Ay, Annie, mi amor. Estás enamorada y ese sentimiento negativo que tienes son celos. Si es bueno o malo sigue siendo un sentimiento y tú sientes algo por él.

—No, yo...no, y me-menos con él—declaré.

—Annika, a mí no me haces tonta. Desde el primer momento en que los vi juntos, una sensación extraña me recorrió por el cuerpo de tan solo verlos juntos. ¿No has pensado en las veces que te ha ayudado? Lo hace porque siente un afecto en ti. Tú misma me has dicho las cosas que ha hecho por ti, eso es querer a una persona, piensa en la felicidad tuya que en la de él.

—No lo sé, Ro. Hay tantas cosas en mi cabeza.

—Piénsalo.

Tal vez Ro tenía razón. Nunca me había puesto a pensar porqué se comportaba así conmigo. Éramos amigos, ¿no? Y digo «éramos», porque ahora está con esa chica Briana.

Estaba en mi habitación, analizando las palabras de Rosie. Miré la pulsera que tenía en mi muñeca, la misma que había tenido con él, pero de diferente color. Todos los días me la pasaba viendo películas románticas, en las historias de los libros se aprende de amor. Cómo lo habíamos hablado hace meses en clase de Literatura, como Dante y Beatriz, Elizabeth y el Señor Darcy, Romeo y Julieta.

Siempre me hacía la misma pregunta de qué tal vez algún día podría pasarme a mí también, pero ¿Cuándo será? Y lo más importante ¿Con quién será?

¿Qué se sentirá estar sonriendo todo el día?

¿Qué tan dulce puede ser?

¿Cómo se sentirá que el mundo sea hermoso?

O la pregunta más importante.

¿Qué es el amor?

Me había cuestionado tantas cosas aquella noche luego de la plática con Rose, y creo que todo inició desde el momento en que lo vi, en el primer día, el dolor que provocaba en mi pecho tal vez no era dolor, eran mis latidos. Me había dicho que era especial, me hacía sentir especial y me sonrojaba cada vez que me decía algo para hacerme sentir bien.

Tan solo el pensar en eso mi corazón hace que estalle.

Puse mi mano en mi pecho izquierdo y sí, mi corazón estaba latiendo con fuerza.

Oh, mierda.

Rosie tenía razón.

Si esos eran los famoso latidos del corazón que te hacía sentir cuando estabas cerca de la persona que te gusta, eso quería decir que... ¿me gusta?

Me recosté de nuevo en mi cama, viendo hacía el techo. Tenía una almohada y hablé dirigiéndome como si fuera él.

—Me caes mal, y mal, y mal, y mal, y mal, y mal. ¿Por qué me ignoras? —le pregunté a la almohada cómo si me respondiera. Solté un gruñido y lancé a la pobre almohada.

¿Por qué queremos que las personas que más nos quieran, son las que más nos ignoran?

«Dime algo, Daniel. ¿Serás mi salvación, o mi destrucción? —pregunté a la nada.»

Into You © | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora