Capítulo 21

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Capítulo 21 | Annika

Después de aquel castigo y sobre la charla que tuvimos y contando las cosas que teníamos en común, digamos que las cosas fueron avanzando bien. Comenzamos una severa amistad y relación entre alumna y profesor. No podíamos llegar a más.

—Te lo juro—dije entre risas mientras ambos estábamos sentados sobre las gradas.

—No lo puedo creer.

—Pues créelo que las apariencias suelen engañar.

Le hablé sobre la vez que la señorita Greco estaba enamorada de mi padre. En ese tiempo era su asistente y cumplía todas las órdenes que le decía mi viejo padre, incluso si mi padre la hubiera mandado a que lavara su ropa, ella con gusto se lo haría. Hasta que mi madre se dio cuenta y la puso en su lugar. Mi padre se disculpó con ella por los malentendidos y la puso a cargo de que ella fuera la directora de este plantel.

Puedo decir que me echaron del salón de clases. Por lo cual no tenía otro lugar a donde ir, así que me reencontré con él mientras observábamos a los chicos entrenar. Estaba para ayudar al entrenador, pero tuvo que salir por una emergencia y él se quedó a cargo de los chicos.

La campana sonó anunciando el cambio de clases por lo cual maldije porque la estaba pasando bien después de todo.

—Bueno..., nos vemos.

Corrí hacía el edificio. Estando allí dentro fui directo hacia el laboratorio de ciencias. Me puse al lado de un camarada el cual no recuerdo bien su nombre. La profesora hablaba sobre los elementos de la tabla periódica.

Trataba de no dormirme cuando mi móvil vibró sobre mi bolsillo y tuve que silenciarlo antes de que llamarán mi atención.

«Pon atención, bicho.»

Cuando leí aquel mensaje no pude evitar desviar la mirada hasta encontrarme con él, fuera del salón mientras conversaba con otros señores de traje. Por cierto, hemos compartido número de teléfono. No es gran novedad.

«Mi cerebro está saturado.»

Dejé a un lado mi móvil, cuando de repente la directora entró al aula provocando que todos nos pusiéramos de pie.

—Sentaos, chicos.

Hicimos lo que nos pidió y prestamos atención a lo que fuera a decir.

—He venido a daros un anuncio a todos vosotros. Como cada año, sabéis muy bien que planeamos un viaje de invierno para disfrutar de los paisajes en diferentes partes del mundo y como bien sabéis que este año no será la excepción.

Cuando pronunció aquellas palabras la mayoría del aula comenzó a emocionarse y murmullar los planes; como con quién se sentarían en el avión. Bien lo ha dicho mi estimada señora Greco.

—Calmaos. Este año nos iremos a Yellowknife, Canadá. A pasar el invierno en dicho lugar y conocer las atracciones turísticas que ofrece la zona. Ya sabéis en deciros a vuestros padres y el costo de éste, que es el viaje en avión y el hospedaje. Eso es todo, chicos.

La directora Greco salió del aula y de nuevo surgieron los cuchicheos sobre aquel dichoso viaje. No me sorprendería, si el año pasado viajamos a Venecia a admirar el hielo y la nevada que hacía.

Estábamos por comenzar el mes de diciembre, y California no da mucho cuando llega el invierno. California tenía la temperatura cálida y en invierno tiene la temperatura templada, por lo cual no hay mucho que disfrutar.

—Las vacaciones de invierno me hacen flipar—comentó Kate a mi lado.

—Una de las buenas ventajas que tiene el instituto—le siguió Nicole, quién formaba parte de nuestro club de amigas y la cuál era la presidenta de toda la clase y la mejor alumna.

Le seguía el paso mientras escuchaba su conversación de tener que ir a comprar ropa nueva de invierno. Nos dirigimos hacía la cafetería, las seguí hasta que de nuevo mi móvil vibró.

«Oye, fea»

¿Ahora me llamaba fea?

«¿Sí?»

«¿Tu cerebro dejó de estar saturado?»

«Sólo el 10%. Oye feo»

Le seguí el mismo juego y sonreí por aquel apodo. No sería a la única que le llamaría fea.

«Dime, niña fea»

«Nos vemos en las gradas»

Le di en enviar y tuve que desaparecer sin que Nicole y Kate me vieran. Recorrí los pasillos abarrotados de alumnos que pasaban por querer ir hacia la cafetería. Iba caminando con rapidez cuando un sujeto de nombre Derek me detuvo por la muñeca.

—No, no. Solo voy por unos papeles—me excusé tratando de zafarme de su agarre.

—Te acompaño—sugirió. Negué varias veces y le pedí que me soltara.

—No, tranquilo. Sé ir sola.

Soltó mi muñeca y me alejé de él.

Cuando llegué a las gradas sentí un alivio enorme de solo verlo esperando. Me acerqué a él poco a poco, pero la brisa helada provocó escalofríos por todo mi cuerpo. Puso su mirada en mí.

—¿Acaso quieres morirte de frio? —me regañó.

—No tengo frio—mentí.

—Llegas tarde, fea.

Puse mi cara de ofendida.

—¿Fea? Que original.

Sonrió de lado. Me acerqué a él y me senté a su lado.

Del poco tiempo que nos quedaba conversamos de cómo fluían las clases y la razón por la cual le pedí que nos viéramos aquí. No quería estar acompañada de Kate ni de Nicole en estos momentos, quería estar con una persona que realmente me escuchara y me daba consejos, sobre todo en las clases y la manera en que me sorprendió que estudió aquí, pero luego Beatrice lo echó por mala conducta.

La campana sonó y antes de irme me frenó.

Pude ver como se estaba quitando la sudadera que llevaba puesta y vi ligeramente como su camiseta se había levantado un poco dejando ver un poco de su abdomen trabajado. Por un momento sentí las mejillas calientes.

—Ten—me había dado su sudadera—. No quiero que te de hipotermia.

Había usado las mismas palabras que yo cuando me había dado techo esa noche. Sin dudarlo había agradecido y había la había aceptado.

Aunque dentro del salón de clases las personas me miraban de forma extraña por llevar algo tan grande para cubrirme del frío. 

Into You © | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora