Capítulo I

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La única razón por la que Harry encontró a Malfoy esa mañana fue porque se tropezó con él en el pasillo.

Necesitaba un respiro, un espacio lejos de las miradas fijas de los estudiantes de primeros años que parecían seguirlo a donde quiera que fuera. Había cambiado de rumbo por un pasillo abandonado y ahora estaba tendido sobre el suelo, jadeando y mirando boquiabierto a la forma borrosa de Draco Malfoy.

Malfoy estaba más pálido que de costumbre, con el labio superior y la barbilla cubiertos de sangre, y un ojo cerrado con un párpado enrojecido e hinchado.

El rubio le miró desde arriba, claramente molesto:

—Por supuesto que serías tú —suspiró—. ¿Buscando la oportunidad de otro rescate, Potter? ¿Ansioso de raspar lo que queda de mi dignidad?

—Merlín, Malfoy —dijo Harry, poniéndose de pie—. ¿Estás bien?

—Claro que sí, sólo quería dormir un poco en el pasillo más sucio de Hogwarts. —el ojo bueno que le quedaba a Malfoy se cerró, como si permanecer abierto fuera una tarea demasiado agotadora.

— ¿Qué te pasó? —Harry preguntó cuidadosamente. Quiso extender la mano para evaluar los daños, pero no se atrevió.

—Me caí —contestó Malfoy con delicadeza—, tonto de mí.

—Malfoy, ¿qué te pasó? —Harry repitió, con más autoridad en su voz esta vez. Lo enervaba ver a Malfoy así. A pesar de la destrucción de la reputación de su familia después de la guerra, había regresado al octavo año con la cabeza en alto, una suave máscara de superioridad en su lugar y suficientes amigos para darle algo de protección, aparentemente no la suficiente.

Malfoy se burló.

—Diablos, Potter, ¿tú qué crees? Otro grupo de tus seguidores queriendo jugar a capturar al Mortífago.

El tono casual de Malfoy contradecía su condición. Harry sabía que el otro chico no estaría tan desamparado si tuviera otra opción. Una rabia helada se apoderó de él. Había oído fragmentos de conversaciones, comentarios sarcásticos, crecientes sentimientos anti-Slytherin. Los había dejado pasar; la mayoría de la gente estaba herida, tenían derecho a estar enojados. Pero no tenían derecho a esto.

—Quiénes. —exigió.

—Me da por pensar que si te lo digo, no va a solucionar nada —respondió Malfoy—. Ahora si no vas a ayudarme, por favor vete para que así el próximo justiciero pueda encontrarme.

—Bien —respondió Harry, sintiéndose culpable—, sí, por supuesto. ¿Qué ha pasado? ¿No te puedes parar?

—Me he fastidiado la rodilla —respondió Draco—, algún gilipollas me ha dado una buena patada. Intenté ponerme de pie y, bueno, no pude.

—Bien —dijo Harry, inclinándose—. Rodéame el hombro y usa tu pierna buena para ponerte de pie, ¿vale?

Draco hizo lo que se le pidió, sólo refunfuñando un poco, hasta que los dos estuvieron de pie.

— ¿Así estás mejor? —preguntó Harry.

—Apenas. —resopló Draco.

— ¿Quieres ir así o debería hacerte levitar?

—Así —dijo Malfoy—. Prefiero no estar a tu merced más de lo necesario.

—Tu gratitud es realmente abrumadora. —murmuró Harry mientras caminaban y saltaban hacia la enfermería. Harry se sintió aliviado de que la siguiente clase hubiera comenzado y los pasillos se hubieran vaciado. Sabía que el orgullo de Malfoy no podía soportar mucho. Harry llegaría tarde, pero dudaba que el profesor Flitwick comentara su tardanza. Sintió otra punzada de culpa por cómo parecía haberse convertido en un rebelde en estos días. Estaba seguro de que no era algo bueno.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora