Capítulo LXXV

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Fue a Kreacher al primero a quien Harry encontró cuando llegó a Grimmauld Place. Harry había estado tan concentrado en Draco que casi había olvidado que el viejo elfo doméstico estaría allí, y se sobresaltó cuando lo vio en el salón.

-Kreacher, eh, hola. -dijo Harry.

El elfo enjuto levantó la vista de donde estaba limpiando el polvo de una mesa auxiliar con un trapo sucio y murmuró algo en voz baja.

-Lo siento, ¿qué? -preguntó Harry.

-El amo dejó al heredero de los Black perecer aquí durante días -regañó Kreacher-. Kreacher le preparó al chico sustanciosos guisos y nutridas sopas y los dejó casi sin tocar.

Harry se pasó una mano por la cara, cansado.

-Sí -respondió-, lo siento. Gracias por cuidarlo. -estaba bastante seguro de que Kreacher murmuró algo sobre que Malfoy era un heredero más adecuado y un mejor Amo, pero Harry no insistió.

Encontró a Draco en el comedor, con libros y pergaminos extendidos a su alrededor, garabateando notas. Sus hombros se tensaron al oír a Harry acercarse.

-Hola. -dijo Harry, con toda la delicadeza que pudo. Se sentó al lado del otro chico, viéndolo de perfil. Malfoy no lo miró, sólo tragó saliva. Harry observó el movimiento de su nuez de Adán bajo la barba de unos días. Harry nunca lo había visto tan desaliñado. Quiso estirar la mano y tocar el cabello plateado, pero no estaba seguro de que se le permitiera. Fawkes los miró a los dos sagazmente desde su posición en una conejera detrás de la mesa.

-Hola -contestó finalmente Draco, con la voz ronca y los ojos fijos en su pergamino.

- ¿Está... está bien que esté aquí?

Los hombros de Draco, ya tensos, dio un rígido encogimiento.

-Es tu casa.

-No estaba seguro de si querías hablar o si preferías esconderte unos días más, pero quería verte.

-No quiero hablar -la voz de Draco sonaba ronca y hueca-. Porque una vez que hable, lo sabrás, y una vez que lo sepas, te irás.

-Draco. -murmuró Harry, estirando una mano para apoyarla en la nuca del otro chico. Malfoy respondió con un sollozo áspero y superficial.

-No lo hagas. -echó la silla hacia atrás, se puso de pie y huyó.

Harry se quedó solo en la mesa con los despiadados tomos. No le ofrecían ninguna orientación. Se sentó con la frente apoyada en la palma de la mano durante unos minutos, bastante perdido. ¿Debía dejar a Draco solo y darle más tiempo? ¿Debían resolverlo aquí y ahora? Se había sentido tan seguro en la seguridad del despacho de Zerk, pero ahora se sentía tan confuso como antes. A la mierda, necesitaba saber. Draco le debía la verdad, como mínimo.

Caminó por el pasillo, intentando con todas sus fuerzas no sentirse como si estuviera avanzando hacia su propia ejecución. Pasó por delante del marco aún vacío donde Walburga solía fruncir el ceño y enfurecerse. Los recuerdos de Draco espantándola de la forma más indomable le hicieron reprimir una sonrisa de dolor. Merlín, lo amaba, no había nada más que eso.

Malfoy estaba acurrucado en la cama de su habitación, con la postura cansada y el pelo recogido en un nudo desordenado en la nuca. Sus ropas desarregladas casi hacían juego con los muebles desarreglados. Se había derrumbado y Harry apenas podía soportarlo.

-Me gustaría abrazarte -dijo Harry en voz baja-. ¿Estaría bien?

-No me he duchado en dos días -resopló Draco-. Probablemente apesto.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora