Capítulo LXXVI

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Los minutos pasaron en silencio, la mano de Harry recorriendo tiernamente la espalda de Draco.

-Bueno, Potter -dijo Draco finalmente-, ¿algún plan astuto para desentrañar lo nuestro y poder volver al colegio y lograr evadir a los curiosos o algo peor?

-Tal vez -dijo Harry, inseguro-. Creo que debería seguir la idea del publicista. Aunque no sé por dónde empezar con todo eso. ¿Lo sabría tu madre?

-Si no lo sabe, ella sabrá a quién preguntar. Enviaré una nota con Metatron cuando vuelva. ¿Supongo que ese fénix tuyo no lleva correo?

Harry se rio entre dientes.

-No te recomiendo que lo intentes.

-Así que tienes dos pájaros completamente inútiles en tu vida. Encantador.

-Son una buena compañía.

Draco resopló.

-Si tú lo dices.

Las bromas eran casuales pero el aire entre ellos se sentía crujiente y quebradizo, como si pudiera romperse en cualquier momento. Harry odiaba la sensación de normalidad forzada. Draco debió de percibirlo también, porque su tono era apagado e inseguro cuando preguntó:

- ¿De verdad crees que un publicista puede ayudar?

-Sólo tengo una vaga noción de lo que es un publicista -admitió Harry-. Y espero que pueda exponer a tu padre como la basura que es.

-Sería un placer -murmuró Draco con amargura-. Está más que dispuesto a sacrificar mi trasero para sus propios fines, yo también podría hacer lo mismo.

Draco exhaló, sonando extenuado.

-Parece terriblemente injusto que todas tus figuras paternas mueran mientras la mía persiste como un maldito vampiro. -comentó sombríamente.

Harry resopló.

-No tengo ni idea de por qué sigo esperando que la justicia prevalezca cuando una y otra vez no lo hace, joder.

-Es parte de tu ingenuo encanto. -dijo Draco.

Harry soltó una carcajada y negó con la cabeza, luego los hizo rodar a los dos para quedar encima de Draco, inmovilizándolo en la cama. Le encantaba cómo esas delgadas caderas encajaban entre sus muslos, cómo era lo suficientemente grande como para saber que Draco no estaba totalmente cómodo bajo su peso, y que a Draco le gustaba así.

-No puedo creer que hayas fabricado esto desde el principio. Realmente eres el puto Slytherin más Slytherin -dijo, atrapado entre la admiración y la desesperación-. Y fuiste tan astuto. Incluso al principio eras una avispita recelosa y viciosa, arremetiendo si me acercaba demasiado.

-Tenía que hacer las cosas de forma convincente -explicó Draco primorosamente-. Además, no quería que te enamoraras de una versión dulce y blanda de mí que no tenía ningún interés en mantener.

-No hay posibilidad de eso. Por alguna inexplicable razón, me gustan tus púas -se inclinó para darle un beso, haciendo rodar la suavidad del labio inferior de Draco entre los suyos, y luego mordió. El otro chico exhaló bruscamente y Harry mordió un poco más fuerte, sintiendo la hinchazón de la carne intrigantemente vulnerable entre sus dientes. Sintió que el dolor y la ansiedad de los últimos días empezaban a desaparecer, convirtiéndose en deseo. Nada estaba arreglado, pero el alivio que sentía al estar aquí era sustancial, y eso era algo. Tenía que serlo. Rodeó las finas muñecas de Draco con dedos como tenazas, presionándolas contra el colchón.

Draco gimió y arqueó la cabeza hacia atrás, exponiendo el cuello. Harry se aferró a la pálida piel con besos crueles y chupadores. Se movió, levantando una rodilla para atrapar a Draco de forma más evidente. Disfrutó del gruñido que Draco emitió en respuesta a la presión concentrada en su abdomen.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora