Capítulo XIV

10K 1K 290
                                    

Harry se despertó sobresaltado algún tiempo después, con la terrible constatación de que no había puesto ningún tipo de alarma. Lanzó un lumos para comprobar su reloj. Sólo eran las cuatro de la mañana, vio Harry, aliviado. Lo último que necesitaba era ser visto saliendo de la cama de Draco Malfoy por la mañana.

Draco refunfuñó ante el repentino movimiento y enterró la cabeza bajo la almohada.

Harry lanzó un nox y se desenredó de Malfoy.

— ¿Tienes que irte? —murmuró el otro chico desde debajo de la almohada.

—Probablemente sea lo mejor, sí —contestó Harry, levantando la esquina de la almohada el tiempo suficiente para darle a Malfoy un rápido beso—. No quería despertarte. Te veré en un par de horas.

—Hmm —fue la respuesta somnolienta.

***

El desayuno fue un asunto normal, justo hasta que dejó de serlo. Ron y Hermione estaban sentados frente a Draco y Harry, charlando sobre la mejor manera de comunicar que el ED se había cancelado indefinidamente. La mano de Harry estaba en el muslo de Malfoy por debajo de la mesa, sobre todo porque Malfoy la había cogido y la había puesto allí. Harry aún se sorprendía de lo... táctil que era Draco, siempre queriendo que lo tocaran. Eso contradecía su personalidad acerba. Harry encontró la discrepancia extrañamente entrañable y en eso estaba pensando cuando las lechuzas, un parlamento entero de lechuzas, de hecho, descendieron.

Cartas de todas las formas, tamaños y colores bombardearon la mesa de Harry, con esquinas afiladas que se clavaban en los arenques y pequeños sobres que se hundían en los platos de gachas.

— ¡Oh, Harry! —se lamentó Hermione, cubriéndose la cabeza de la embestida y gritando para que se le oyera entre el estruendo y el batir masivo de las alas— ¡Creía que lo tenías solucionado!

— ¡Yo también pensaba que lo tenía! —gritó Harry— ¡Tengo un buzón en Hogsmeade con instrucciones explícitas de que todo mi correo debe dirigirse allí! Debe de estar repleto o algo así.

Draco, por su parte, estaba encogido bajo la mesa, mirando a Harry con una expresión de horrorizado desdén.

—Por las barbas de Merlín, Potter, ¿qué es todo esto? —preguntó.

Tan rápido como habían bajado, las lechuzas se marcharon.

—Ya puedes salir —aseguró Harry a Malfoy—, creo que se han ido.

— ¿Qué fue exactamente eso? —preguntó Malfoy, intentando en vano palear pergaminos y sobres de su plato de desayuno.

—El club de fans de Harry —explicó Ron—. Recibió montones de correos como estos durante todo el verano.

—Por supuesto que sí. —se burló Malfoy.

—La verdad es que es todo un lío —explicó Hermione—, hemos tenido que clasificarlas todas para asegurarnos de que no hay nada siniestro y, por supuesto, informar de cualquier cosa sospechosa al Ministerio para que la investigue. Tenemos que sacar las cartas de los amigos que Harry podría querer responder. También hay que esquivar las cartas rociadas con pociones de amor y las vociferadoras; normalmente estos son sólo gritos de emoción y casi alabanza, pero aun así.

Como si fuera una señal, una voz atronadora llenó el gran salón:

"¡Queridísimo Harry! No me conoces, pero quería decirte que estoy muy orgullosa de ti. Qué cosa tan buena has hecho por todos nosotros-"

— ¡Oh, Merlín, haz que pare! —gritó Harry mientras la carta seguía proclamando sus virtudes y triunfos, y él rebuscaba entre la montaña de correo— ¡Haz que pare!

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora