Capítulo LXXXIII

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Hermione volvió enseguida con un pergamino doblado en la mano.

-Encontré las cartas de Draco -dijo-, pero no lo otro. Lo siento, Harry.

Le entregó el ordenado montón y Harry sintió a la vez que recibía algo precioso, pero esa sensación fue rápidamente usurpada por su ansiosa decepción por el mapa.

- ¿Dónde está? -se volvió hacia Megan Jones, con una ira despiadada- Ahora todos sabemos que eres laladrona, así que dímelo de una maldita vez.

- ¿Te refieres a esa estúpida tontería encantada que escupe acertijos y galimatías e insultos cuando escribes en ella?

-Sí, eso -Harry escupió-. Era de mi padre; lo quiero de vuelta.

-Lo tiré, ¿no? ¿Para qué necesitaba un trozo de pergamino sarcástico?

- ¿Cuándo? -exigió Harry- ¿Dónde?

- ¡Merlín, no me acuerdo! -se quejó Jones- Hace una semana quizás, probablemente en la papelera de la sala común.

Todo el corazón de Harry se hundió desesperadamente.

-Maldita estúpida y miserable. -siseó, dando un paso hacia ella, con rabia. Ella se estremeció, y justo cuando lo hizo, Draco habló, con un tono seguro y autoritario.

-Basta, Potter. No te equivocas, pero ya no puedes hacer nada.

-Lo necesitábamos para encontrar a Clark. -dijo Harry, demasiado exaltado para que le importara que su agitación fuera claramente evidente en el chasquido urgente de su voz. Draco le agarró del brazo, sin apartarle, pero impidiéndole invadir y amenazar más a la chica. Susurró una advertencia: El nombre de Harry, pronunciado y severo. Harry se obligó a dar un paso atrás, la ira seguía siendo un torrente acalorado, pero teñido de gratitud por el hecho de que Draco no le hubiera dejado hacer nada imprudente.

- ¿Cómo se supone que esa tontería iba a ayudar a encontrar a alguien? -Jones insistió petulantemente. Tragó saliva entonces, buscando nerviosamente las caras iracundas que la rodeaban.

-Mejor no hables de lo que no entiendes -replicó Draco, con frialdad-. Así podrías callarte de verdad por una vez -su mano pasó por encima del brazo de Harry y se posó en la parte baja de su espalda, para relajarlo-. Ven -dijo-. Tendremos que seguir buscando.

-Oh, vamos -gritó Megan-. ¡Todos ustedes me están tratando como una villana, cuando todo lo que estaba haciendo era tratar de mantener la escuela segura!

-Ya es suficiente -la cortó Hermione, con voz entrecortada y furiosa-. Tus acciones han violado la privacidad de Harry y Draco. Han creado un peligro real y presente para ellos. Han roto la confianza en nuestros dormitorios y salas comunes. Te has comportado de forma reprobable en todos los sentidos, todo en busca de chismes infundados y de sembrar la maldad. McGonagall se enterará de esto, Jones. Yo en tu lugar me prepararía para la suspensión, si no para la expulsión.

Antes de que la conferencia pudiera continuar, la hora del almuerzo irrumpió sobre ellos. Los estudiantes inundaron el gran salón, los Slytherin acompañados por miembros del ED de varias casas, con expresiones que iban desde el orgullo hasta la arenga.

-Lo siento, Harry -dijo Hermione-. Tengo que ir a ver a todos, asegurarme de que no ha pasado nada más. McGonagall hará un anuncio, estoy segura.

Tenía razón, por supuesto. La directora anunció los nombres y los años de los alumnos desaparecidos, pidiendo que cualquiera que pudiera haberlos visto fuera a hablar con ella, o con otro miembro del profesorado.

Harry no estaba escuchando, no realmente. Se sentía desnudo sin su mapa, indefenso como hacía mucho tiempo que no lo hacía, como si alguien le hubiera roto la varita o le hubiera absorbido la magia. Le daba picazón y escalofríos.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora