Capítulo XXI

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Harry tardó un par de semanas y el mismo número de intentos en convencer a Clark Tiering de que aceptara las clases de Oclumancia.

—No ha vuelto a ocurrir, y no me apetece que nadie escarbe en mi cabeza. —decía Clark, apoyado en la pared justo fuera del gran salón donde Harry le había detenido. Esta vez, Harry había traído a Draco como refuerzo.

—Si el chico no está interesado, no está interesado, no lo presiones —había suspirado Malfoy, ante un plato de guiso en el almuerzo—. Sabes que no tienes que salvar individualmente a todos, ¿verdad?

—Es una cuestión de autonomía, Harry. —había intervenido Hermione, amablemente.

Draco y Hermione en el mismo bando, Harry nunca pensó que vería el día.

— ¿Y qué pasa si vuelve a entrar en su cabeza? ¿Qué pasa si realmente hace daño a alguien? Cuando podría haberlo evitado.

—Existe tal cosa como ser demasiado Gryffindor —había comentado Draco—, algunos podrían decir que cualquier cantidad de Gryffindor es demasiado, esto lo está promoviendo a una nueva dimensión.

—Una vez más —había negociado Harry—, le preguntaré una vez más, me aseguraré de que entienda ambas opciones, y si vuelve a decir que no, lo dejaré, ¿de acuerdo? Pero Draco, tienes que venir conmigo, tú eres, ya sabes, más genial que yo, creo que te respetará.

Draco había levantado una ceja interesada en dirección a Harry.

—Dilo otra vez.

—Eres incorregible y ridículo —le había contestado Harry—, y mucho más genial que yo, siempre lo has sido, siempre lo serás, ¿ahora me ayudarás a hacer lo más decente, aquí?

Malfoy había parecido tanto a un gato al que le había tocado la crema, que Harry se había sorprendido de no oírle ronronear mientras decía, con el aire de alguien que hace un gran sacrificio: "Muy bien, entonces."

***

—Mira —continuó Harry, intentando persuadir a Clark—, o somos nosotros los que escarbamos en tu cabeza, y te enseñamos a parar, o bien podría ser esa mujer la que estuviera ahí dentro de nuevo y tú sin poder hacer nada.

—Sí, pero contigo es algo seguro, y con ella no —dijo el de primer año, cruzando sus brazos demasiado largos sobre el pecho—. Además, en realidad no hice nada, así que tal vez se haya rendido.

Harry tenía suficiente experiencia en la vida como para creerlo, pero no sabía cómo convencer a un niño de once años de eso sin quedar como un auténtico idiota.

—Escucha, Tiering —era el viejo y familiar acento de Draco y, Merlín, hizo retroceder a Harry. Draco se estaba examinando las uñas, con despreocupación—, no estás ganando ningún concurso de popularidad por aquí. Mientras tanto, Potter, el tipo más popular no sólo de este castillo, sino de toda la Gran Bretaña mágica, se ofrece a darte clases de magia avanzada. ¿No tienes idea de lo interesante que sería para tus compañeros? ¿Cómo podrían perecer de celos cuando se corra el rumor? ¿Que él vio algún talento en ti que vale la pena enriquecer? Merlín sabe que no podría hacer daño.

—Evito la popularidad, tiene muchas trampas y ningún beneficio real. —dijo el enjuto muchacho de pelo rosado, pero no sonó tan incondicional como Harry sospechaba que esperaba.

—Oh, qué bien —comentó Draco—, un filósofo. No perdamos el tiempo, Harry. Éste prefiere sufrir en soledad, y ya sabes que no soporto la mentalidad de víctima.

Draco se dio la vuelta para marcharse y Harry, algo dudoso, se giró para caminar con él.

— ¿Estás seguro...? —siseó Harry, pero Draco lo silenció con una mirada, y levantó tres dedos frente a su pecho, luego dos, luego uno-.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora