Capítulo LXIV

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Harry se lanzó hacia adelante. El pasillo que salía de la sala común era una extraña mezcla de brillantes destellos de luz y la opresiva oscuridad del humo. Jadeó en busca de aire, lo que fue un terrible error, ya que el humo le quemaba los pulmones. Tuvo que detenerse a toser y luego lanzar un encantamiento de cabeza de burbuja, maldiciéndose por no haberlo pensado antes. Los lobos habían atravesado el pasillo y Harry agradeció las gruesas y resistentes puertas de las habitaciones de los estudiantes, que parecían resistir valientemente incluso al fuego maldito. Los profesores y algunos alumnos del ED se abanicaban, sofocando las llamas con gritos de "¡Praefoco!" entre ataques de tos. Harry siguió su ejemplo, utilizando el contrahechizo para apagar las criaturas diabólicas que se encontraban en su camino.

Uno de los dormitorios que estaban delante de él, aún no tocado por el fuego, se abrió de golpe, y Marcia Awling y las demás chicas de séptimo año salieron a borbotones, con aspecto angustiado y desorientado.

— ¡Cabezas de burbuja en marcha y al gran salón! —ordenó Harry, y los alumnos se apresuraron a obedecer— Awling —la detuvo, con una mano en el hombro—. ¿Cuál es el dormitorio de Clark?

—Estás en el pasillo de las chicas —le explicó ella—. Los chicos están en el pasillo de la izquierda, los de primer año están en la primera puerta a tu derecha.

Harry maldijo y volvió a trotar hacia la sala común; ni siquiera había visto el otro pasillo. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de por qué. Aquella mitad de la sala común estaba reducida a grandes columnas de llamas que salían disparadas como espirales, y los lobos ardientes corrían a su alrededor con aullidos guturales y de otro mundo.

Harry se unió a los demás combatiendo las llamas, abriendo un túnel para correr por él.

— ¡Harry, espera! —gritó alguien, pero él no hizo caso de la advertencia, sintiendo que las llamas se cerraban sobre el hueco que había creado mientras avanzaba. El calor le chamuscaba la piel y la ropa, pero avanzó a toda velocidad hacia la primera puerta. Las llamas la lamían y él las ahuyentaba con el encantamiento supresor, mientras seguía rechazando las llamas incontroladas que amenazaban el pasillo. La puerta estaba casi calcinada y se desmoronó hasta convertirse en cenizas cuando Harry la pateó.

La habitación interior estaba a oscuras, iluminada sólo por las llamas que había detrás. El humo opresivo se aferraba al aire y había silencio. Los chicos estaban inconscientes, se dio cuenta Harry, el humo los había alcanzado. Inconscientes, o peor, amenazaban sus pensamientos. Tragó con fuerza, pasando de un niño a otro, y envolviendo a cada uno con una burbuja de oxígeno limpio. Algunos estaban en la cama, otros en el suelo como si se hubieran arrastrado para escapar. Hiram estaba allí, un pequeño bulto en una cama cerca de la puerta, desmayado con las mantas sobre la cabeza y acurrucado en un pequeño ovillo. Su respiración era áspera y superficial pero parecía mejorar un poco con el encantamiento. Merlín, ¿dónde estaba Clark? Harry se giró, lanzando otro par de hechizos asfixiantes a las llamas que se acercaban a la entrada. Oyó toses y gritos al final del pasillo.

Al volver la vista al dormitorio, Harry vio un pie pálido que reflejaba una luz naranja y que salía de detrás de la cama al final de la fila. Corrió hacia él, bordeando el estribo y encontrando al larguirucho chico boca abajo en el suelo.

Harry lanzó inmediatamente otro encantamiento Cabeza de Burbuja y dio la vuelta al chico. Sus labios estaban teñidos de azul y a Harry le vino a la mente el recuerdo del hermano pequeño de Clark, asfixiado en la cocina, las sirenas y los sollozos de Crystal.

—No —gritó— ¡No! —con dedos temblorosos encontró la muñeca del chico, presionando contra el hueco del radio. Un pulso filiforme revoloteó contra las yemas de sus dedos y Harry tomó aire. Gracias a Merlín.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora