Capítulo 1: Dulce y amarga codicia.

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"Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena".

Paulo Coelho

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Bosque de abedules, Aspen – Colorado (05 de enero del 2020):

Viendo caer la última gota desde el orificio de la cafetera produciendo suaves y pequeñas ondas en la superficie, Ian quitó la taza y la acomodó en la bandeja a su lado, una suave carcajada llegó a él y elevó los ojos por unos segundos, a través de las enormes ventanas de la sala que daba al exterior, vio pasar un pequeño trineo seguido de estridentes carcajadas, sonrió en respuesta a eso y se movió al mueble al otro lado de la isla de la cocina, Snowy, la angora turca, pasó por su lado en ese momento frotándose contra su canilla derecha, tras maullar un par de veces, como si le estuviera saludando, siguió adelante hasta su platillo con comida ubicado en una esquina de la logia, acto seguido, Ian regresó a la isla y acomodó unos cinco macarrons de sabores surtidos en un platillo, dejó un batido de frutas a un lado y finalmente alzó la bandeja y se dirigió hacia las ventanas, al paso verificó la temperatura en el panel del aire acondicionado, parecía estar bien, además que también, la gran mansión ubicada en los terrenos del bosque de abedules, a dos kilómetros al sur del Aspen Mountain Lodge resort, estaba calefaccionado con la chimenea, no debía abusar.

—Recuerdo aquellas veces en que intentaste aprender a esquiar —comentó Ian acomodando la bandeja en una mesita al lado del sillón.

Svetlana, sentada en él y con una gruesa manta sobre las piernas, soltó una carcajada al tiempo que un suave rubor cubría sus mejillas, Neo, el persa calicó, se removió perezosamente mientras dormía acurrucado a los pies de la sidhe.

—Han sido los momentos más vergonzosos de mi vida —respondió ella girando la mirada hacia la bandejita con bocadillos—. Siendo rusa y habiendo crecido en medio de las montañas de nieve eternas de Novosibirsk, jamás pude mantener el equilibrio sobre un par de esquí.

Ian se sentó en el brazo del sillón cercano y sonrió, cuando vio a Svetlana mirar fijamente la taza con café y crema, añadió.

—Es descafeinado.

—Lo sé —sonrió con ternura ella cogiendo la taza entre sus manos y lo alzó hasta los labios, tras darle un sorbo lento, suspiró cerrando los ojos por unos segundos—. Había olvidado lo considerado que siempre eres... Me enamoré de ti por esto mismo, aún más con lo mucho que me cuidabas cuando estaba embarazada de Leon.

—Hey, ten cuidado con lo que dices —respondió Ian en tono jocoso—. Ya eres una mujer casada.

Svetlana soltó una carcajada y respondió un "eso es verdad", tras eso cogió un macarrons y bromeó con que Eowyn se enojaría con ella si veía que estaba comiendo sus dulces favoritos, Ian se alzó de hombros y sonrió de vuelta, tras eso permanecieron en silencio un par de minutos.

Ian vio relucir la sortija de matrimonio de Svetlana en su dedo anular derecho, cinco días atrás aquello había parecido imposible, no porque dudara de que la boda finalmente se realizaría, sino porque había sido un verdadero caos desde principio a fin... Pero, ¿caos por qué? Simple: Benedikt Smirnov. Desde el momento de su llegada su oración favorita era "Voy a matarlo", si bien sus ánimos habían sido aplacados gracias a la fama casi legendaria de Mikael en relación a su rol dentro del Vaticano y su indudable favor para con el Papa, no había dejado de mascullar palabrotas cuando todo se había acelerado frente al indiscutible embarazo de Svetlana, Olivia y Satella habían hecho un dúo más que sólido, y sumado a Eowyn que, de manera traviesa seguía protestando que hasta ese momento no le hubieran informado del noviazgo entre su padre y "el helado de piña", se había puesto en rol de planeadoras, juntas terminaron haciendo que hasta el temible Benedikt quedara con muy pocas opciones de protesta, en cosa de pocos días, tras las fiestas de Navidad, aquellas chicas ya tenían el banquete, invitados y, lo más importante, el vestido de novia escogido, algo que Shay en tiempo record había logrado ajustar y modelar para así lograr resaltar la figura de Svetlana, haciendo que su vientre que ya se abultaba, no rompiera la fantasía de boda que, las planeadoras estrellas, estaban ansiosas de lograr.

La legión del Caos (Temporada 4) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora