Capítulo 60: Quiero que me escuches.

380 24 52
                                    

•• <<────≪•◦✧❁✧◦•≫────>> ••

"Una sombra cae desde aquellas vidas sobre las otras vidas, y los ágiles están ligados a los torpes como al aire y a tierra. Las fatigas de pueblos totalmente olvidados no puedo deponerlas de mis párpados, ni alejar de mi aterrada alma el mudo derrumbarse de lejanas estrellas."

Hugo von Hofmannsthal

•• <<────≪•◦✧❁✧◦•≫────>> ••









Departamentos Gran Río - Barrio Anacostia (sábado 18 de julio - 07:30 a.m.):

El tacto de algo suave, frío y algo húmedo contra su mejilla derecha es lo que terminó por despertar a Masao, respirando hondo, se giró bajo las sábanas y, sonriendo, llevó una mano hacia aquella bola de pelos blanca que se acurrucaba contra su pecho, tras finalmente abrir los párpados, fijó las pupilas en aquel Pomerania el cual comenzó a menear su cola con mayor fuerza una vez que había logrado captar la atención de su amo, tras eso un sonido proveniente del vestidor hizo que el dhampir enfocara la mirada hacia su derecha y, al tiempo en que su corazón daba brincos en su pecho, Flavio salió de aquella sección del cuarto a paso lento... La noche anterior se había quedado a dormir con él, había pasado una buena velada y dejado su propio departamento para que su tía, Narumi, Laira y las hijas de Ian hiciera su "noche de chicas", y eso le había significado una promesa no dicha, si sus familias ya habían fijado planes para ese fin de semana, ¿no era obvio que tendría esos días para estar con su pareja después de varios turnos consecutivos en la sede? Solo que en ese momento, aún si su corazón se derretía al verlo así, el hecho de verlo, precisamente de esa manera, le hizo saber que sus planes no se harían realidad.

Flavio aparecía en el dormitorio ya vestido, luciendo un elegante traje formal de un color violeta oscuro profundo, de esos carísimos que mantenía en un lugar apartado de su vestidor, de hecho, en ese mismo momento, se abrochaba uno de esos relojes que, por la curiosidad, un día Masao había cotejado el valor en internet cuando pensaba en un posible regalo de Navidad... Y el solo ver el precio casi le había dado una apoplejía... Masao no era millonario, su auto y sus pequeñas acciones en Light Venture Capital habían sido por iniciativa de Ian, cuando un día le había prácticamente decomisado tres meses de sueldo y se las había invertido en la bolsa, en cuanto a su departamento y a su carrera anexa, la abogacía, había sido por Sango Hashimoto la cual, en colusión con Ian, lo había incitado también a estudiar una carrera universitaria durante la misma fecha en que Ian había decidido especializarse en leyes, en sus palabras, "en pos de un plan alternativo de jubilación", aún si después había seguido a Ian y no había terminado ejerciendo para dedicarse solo a ser detective, si no hubiera sido por ambos, estaría siempre al filo financiero debido a las sanguijuelas que su abuela enviaba cada cierto tiempo, exprimiendo sus arcas bancarias en una especie de compensación por su rebeldía... El punto era que, en situaciones tan cotidianas como esa, Masao se daba cuenta del abismo que había ente él y Flavio, no obstante había que aclarar, no era que se sintiera en menos, pero sí le hacía caer en cuenta de la gran diferencia de vida que habían tenido y que, al parecer, seguían teniendo. Era consciente que Flavio seguía teniendo un mundo tras él del cual no se podía desprender del todo.

—No puedo evitar sentirme un poco celoso de la persona con la cual te vas a reunir —comentó entonces Masao doblando las rodillas bajo las sábanas y cruzando los brazos sobre ellas.

Flavio le miró y sonriendo a modo de disculpa, se acomodó ahora los gemelos en los puños de su camisa y, suspirando, se acercó tomando asiento en un borde de la cama.

La legión del Caos (Temporada 4) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora