Capítulo 80: Durante la lluvia.

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"El poder de librarnos del amor surge de dos modos: o por el conocimiento de una cosa mejor o por la experiencia de que la cosa amada, que antes fue tenida por grande y excelente, lleva consigo mucha desventura y desgracia".

Baruch Spinoza

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Mansión Belmont (jueves 01 de octubre – 10:00 am):

La doncella se acercó y, una expresión más que cautelosa, dejó las tazas en la mesa de centro y comenzó a servir el té intentando contener lo mejor posible el temblor de sus manos... Mucha de la servidumbre que trabajaba ahí llevaban décadas bajo el alero de aquel matrimonio, muchos incluso se habían enamorado, casado y tenido hijos, toda una vida que había girado en torno a esa familia, no obstante, esa era la primera vez que los nervios y el temor a cometer un error se había instalado hasta en las médulas de cada uno... esa joven, en específico, se sentía en pánico, como si en cualquier momento le fueran a arrancar la cabeza de un mordisco... Empero, ya sea por todas las oraciones que había realizado o su encomienda a su alma hacia los dioses, había logrado servir los té y formar lindas figuras con las galletas horneadas en casa en los platillos, y tras realizar una reverencia, pudo dar la media vuelta y reunirse con las demás doncellas en el pasillo... Había sobrevivido... había logrado hacer todo perfecto ante la famosa matriarca del clan Blackfield.

—De verdad nos alegra tenerla aquí —dijo entonces Cristóbal sentado a la derecha de su mujer.

—Has dicho lo mismo ya 3 veces —respondió en tono neutro Eirena alzando la taza hasta sus labios.

El hombre apretó los labios y tragó saliva... eso era verdad... apretándose las rodillas con las manos, miró de soslayo a su esposa... Olimpia tenía la mirada baja y el semblante pálido.

—¿Cuánto tiempo te queda? —preguntó Eirena.

Olimpia dio un respingo en su lugar y apretó los labios... ¿había pensado que podría ocultarlo a su madre? Había sido ingenua... obviamente ella se habría dado cuenta con una sola mirada, por lo que atreviéndose a levantar la mirada hacia ella, le respondió al tiempo que su esposo le cogía una mano para darle valor.

—Posiblemente... poco menos de un año.

—Ya veo —Eirena volvió a alzar la taza a sus labios.

Olimpia sonrió con tristeza... Su madre en los miles y miles de años que había vivido, muchos más de los que pudiera imaginar, se había casado 7 veces y tenido 25 hijos en total, había perdido a sus parejas en las guerras, y así también había perdido a hijos y nietos en conflictos antiguos y resientes, otros habían sido cazados y otros tantos se habían marchado a otros mundos en busca de sus propios caminos, en la actualidad, dentro del gran clan Blackfield, Eirena solo tenía a 8 hijos vivos dentro de los que estaban Sarah, Lisabeth y... ella... ahora ese número de hijos se reduciría a 7...

—Madre... —dijo entonces Olimpia sintiendo los ojos picarle por culpa de las lágrimas—. Lo siento mucho, madre... Yo estaba... celosa...

Eirena bajó la taza y la dejó en el platillo mirándole fijamente.

—Junto a Heather, soy la menor de todos tus hijos, pero veía como yo seguía envejeciendo cuando mis hermanos y hermanas seguían manteniéndose jóvenes... incluso ahora... cuando te veo, es como si yo fuera la madre y tú mi hija... Y en ese tiempo... estaba tan furiosa, aún más con mi melliza... que seguía siendo tan bella y lozana... Y odiaba todo eso... odiada a Heather, te odiada a ti... me odiaba a mi misma... —Olimpia respiró hondo conteniendo las lágrimas—. No entendía por qué después de haber tenido a 6 parejas dragones o descendientes de estos, te habías casado con un humano... mi padre... y aún más, yo había nacido más como él que como tú... y Heather había nacido dragona... ¡yo de verdad no lo entendía! —ella alzó la mano libre y se secó una lágrima escurridiza—. Me fui de casa porque era incapaz de aceptar mi realidad... y renegué de mi apellido también por eso... y como seguía enojada contigo aun cuando nunca me habías lastimado... aun cuando solo buscabas enseñarme y protegerme, puse a Sarah y a Lisa en tu contra... Y lastimé con eso también a Ian... sabía lo que estaba sucediendo con él y con Jackson... y obligué a Cristóbal a no hacer nada cuando él mil veces me dijo que debíamos detenerlo... No honré a mi esposo, no honré a mi hijo... y tampoco honré a mi familia... Todo es mi culpa... Lo siento mucho, mamá...

La legión del Caos (Temporada 4) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora