Spin-off: Reflexión.

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"Lo más aburrido del mal es que uno se acostumbra".

Jean-Paul Sartre

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Descendiendo de aquel lexus blanco de último modelo, Allan Winterton, un joven apuesto de cabello negro, alto y contextura atlética, de una apariencia que no parecía superar los 30 años, se acomodó la chaqueta de su traje a medida y avanzó hasta la entrada del club Babylon mientras le entregaba las llaves al acomodador, ahí atravesó aquel pasillo con luces de neón a lo largo por las paredes y techo y desembocó al área principal de una evidente decoración futurista, ahí saludó al paso a los guardias apostados en las esquinas mientras los asistentes al club disfrutaban de la música y siguió adelante internándose en otro corredor que le llevaría a los salones VVIP, a mitad de camino se encontró con su administrador.

—¿Cuánto tiempo ha estado esperando?

—Unos treinta minutos, señor —respondió el aludido.

—¿No dijo nada?

—Dijo que si usted no venía iba a quemar el lugar.

—Puedes irte ahora —sonrió el dueño del club dándole unos golpecitos amistosos en el hombro del administrador.

Tras dejar al joven, Allan dobló en la siguiente esquina, saludó a otro de sus hombres de seguridad y llegó hasta la sala VVIP indicada, alzó la mano derecha y golpeó... en su pulgar había un anillo de metal negro con la forma del cráneo de un ave con dos rubí pequeños en forma de ojos. La puerta del privado se abrió, el dueño del Babylon estaba de pie en el interior y le saludó inclinando la cabeza, tras eso el recién llegado ingresó y se desabrochó el botón de su chaqueta para así sentarse con comodidad, su interlocutor hizo lo mismo lo cual permitió ver la cuchilla y revólver que llevaba en el cinturón. Unos segundos después aquel sacaba una tarjeta de presentación de su billetera y la dejaba en la mesa de centro, Allan Winterton se descruzó de piernas y cogió aquel rectángulo de cartón de mal gusto.

—El viernes pasado hubo una pelea y vino la policía —comenzó a hablar el dueño de la tarjeta—, si somos su seguridad, antes de que venga la policía, el problema se resolverá. Contrato de 5 años, $30 mil mensual —él vio como Winterton volvía a dejar la tarjeta en la mesa de centro y se cruzaba de piernas con desinterés, incluso con un dejo de burla en el rostro—. El fuego puede ocurrir en cualquier momento, en cualquier club, incluso en uno tan conocido —el hombre sonrió al ver que aquel joven dueño del club le miraba alzando las cejas—. Si el fuego inicia en la entrada, entonces los invitados solo tendrán una puerta para salir, pero no pueden abrir la puerta, ¿no sabes por qué? Porque alguien estaciona el auto frente a la puerta —dicho eso el hombre volvió a enderezarse al ver que Winterton desviaba la mirada y suspiraba—. Deshágase de su actual seguridad en el club. Si somos nosotros, nos aseguraremos de que este escenario jamás suceda. Señor.

—De acuerdo —sonrió entonces Allan Winterton sacando de un bolsillo interno una pluma roja y dejándola sobre la tarjeta de presentación de aquel gánster—. Deme el número de su cuenta bancaria.

Su interlocutor sonrió triunfante y cogió la pluma estilográfica, por su parte, el dueño del Babylon abrió la mano izquierda y, en su palma, se enterró la punta de su anillo que simbolizaba el pico del cráneo de ave, tras producirse una herida que dejó salir una aceptable cantidad de sangre, con el dedo índice derecho se dibujó en la palma una runa de invocación... Después que un brillo plateado apareció en sus pupilas, agregó.

La legión del Caos (Temporada 4) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora