Capítulo 50: Beleño negro.

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"Tú creías que podíamos ser decentes en tiempos indecentes. Pero te equivocabas. El es cruel, y la única en un cruel, es el azar: Objetivo, imparcial y justo."

Harvey Dent/Dos Caras - Aaron Eckhart

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Barrio Capitol Hill noreste (jueves 09 de mayo – 07:30):

Gabriela Messina bajó los últimos peldaños de la escalera y, sonriente, se acercó a la agente de vienes raíces que caminaba ante ella, la amable mujer había madrugado solo para poder mostrarle aquel departamento dado que la joven no tenía otro momento durante la semana para visitar el lugar, al menos no antes de entrar al trabajo, por lo que estaba de verdad agradecida por aquel favor.

—En todo caso, es agradable y limpio —sonrió la rubia chica—. Me estaba llevando mucho esfuerzo ir y venir de casa de mis padres al trabajo, así que este lugar a solo dos cuadras es un paraíso. ¿puedo mudarme de inmediato?

—Correcto —sonrió la mujer—. ¿Quieres echar un vistazo a la azotea también? Tiene una gran vista.

—¿Puedo usar el techo también?

—Por supuesto, es para uso público —asintió la agente—. Un joven vive en la casa de la azotea y ha hecho un pequeño jardín para cultivar lechuga y tomates cherry.

—Él debe ser muy diligente.

—Es diligente y frugal. Él tiene una vitalidad tan fuerte. Su renta mensual era originalmente de 500 dólares con un depósito de 10000. Persuadió al propietario duramente y logró bajarlo a 420.

—¿Es así? —murmuró Gabriela sorprendida. 500 dólares ya era una ganga, pero 420... ¡ese chico sí que debía ser muy persuasivo!

—Debo hacer una llamada —dijo entonces la agente—. Me reuniré contigo después.

—No hay problema, mientras tanto miraré alrededor.

Gabriela vio a aquella mujer menuda y rellenita de rostro lindo y simpático y luego alzó la mirada hacia lo alto del edificio por cuyo borde se veían asomar verdes plantas, las matas de tomate que seguro la agente le había hablado, y dado que a partir de ahora viviría en ese lugar, no estaría de más saludar a aquellos que podrían ser sus vecinos, después de todo su padre seguro que quería todos los detalles, no por nada había hecho un gran escándalo cuando el último de sus hijos había decidido irse de casa al final. Con una sonrisa radiante en el rostro, viendo que aún tenía tiempo de sobra antes de apostarse en la sede, Gabriela subió hasta la azotea de ese edificio de 6 pisos, ahí salió por la puerta viendo en primer lugar la pequeña casa de la azotea, y en segundo lugar a un hombre sentado sobre una plataforma de descanso mientras parecía zurcir los bordes de la solapa de una chaqueta formal, Gabriela imaginó que sería el joven que vivía en la azotea y se le acercó dispuesta a saludar, pero cuando aquel estiraba el hilo en la aguja para cortarlo con los dientes, los de aquel se terminaron de fijar en ella.

—¡Señor Kinney! —exclamó Gabriela al mismo tiempo que aquel joven daba un brinco y le miraba con los ojos muy abiertos.

—¿Por qué tú...? —Daryl Kinney, aquel supuesto hombre perfecto del cual muchas chicas alucinaban tras asumir que los otros hombres perfectos como Ian, Gustavo, Masao o Flavio estaban fuera del alcance del común de las terrícolas, luciendo un chándal ridículo y pantuflas de hule de aquellas de las más económicas que se podían encontrar en los mercados de pulgas, se alzó de un salto y se le acercó tal como si hubiera visto un fantasma—. ¿Por qué estás aquí? ¿Estás siguiéndome?

La legión del Caos (Temporada 4) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora