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Narrador omnisciente

Todo iba tomando su cauce a medidas que las semanas transcurrían.

James no dejaba de dar ordenes precisas a su gente; quería pruebas para refundir a David en la cárcel ,era lo mejor que podía hacer, ya le había prometido a la madre de su hijo que lo iba a arreglar y esa se había convertido en su nueva meta. Marcos su verdadero padre intentaba arreglar la cosas con él, pero este no quería escucharlo, solo le pedía que le ayudase en esto y que hiciese algo por él alguna vez en su vida.

La presidenta de los viñedos West, ya tenia diecisietes semanas de gestación, su embarazo era ya muy notorio, su anemia estaba controlada, y su bebé iba creciendo bien. No tenia prisa en comprar ropa para esté ya que era algo que deseaba hacer con el padre, y ella solo rogaba al cielo de que ese martirio pronto terminara. Por otra parte, Alessandro Iabarrazzi no se le había vuelto a insinuar, y solo se mantenían en contacto vía sus secretarias, ya que este se había tenido que ir a Italia arreglar unos asunto con referente a sus hoteles.

Lo único que fastidiaba a la presidenta era la seguridad que había sido doblada por parte de Alex, y no podía quejarse en lo absoluto. Ella no se permitía salir mas de lo estrictamente necesario, ya que esa era una de las condiciones que le habían impuesto y que ella había tenido que seguir, para cuidar de ella y de su bebé.

En cuanto a la comunicación, ellos habían impuesto una forma de hablarse.

La pelinegra estaba impaciente en su cama esperando que su laptop comenzara a sonar con la llamada de Skype que se había hecho costumbre para el padre de su hijo y ella.

El reloj de la pared de su habitación marco las onces y solo pasaron segundo para que su computadora empezase a sonar.

Con una sonrisa en los labios ella recibió al hombre que estaba al otro lado de la pantalla. Alexander ni corto ni perezoso comenzó a recorrerle con la mirada como todo los días. La mujer de su vida que lo miraba a través de la pantalla con ilusión se le antojo y le pareció muchísimo mas hermosa que antes. Llevaba puesto lo que se suponía que era una sudadera ancha y su pelo recorrido de forma despreocupada en el centro de su cabeza.

-¿Cómo te fue hoy, amor?-dijo ella con chulería y el se río. -¿Me extrañaste?- se corrigió de inmediato, -mejor dicho ¿Nos extrañó, señor James?

Este quiso mirar a su vientre pero la computadora solo estaba enfocada en su cara.

-Como no tienes idea...-se oye murmurar.

-¿Ah sí?-juega ella, recostándose en el espaldar de la cama. -Yo tengo un problema...-le informa la pelinegra a través de la pantalla. El arruga el entrecejo y la mira con curiosidad, pero cualquier planteamiento de problema que hubiese llegado a pensar queda a medias, cuando ve la sonrisa descarada que pone ella.

-¿Qué tiene mi bebé?-Le sigue el juego, y el que Lauren se saque la sudadera frente a la pantalla y le muestre las aureolas rosadas de su pezones lo hacen tragar nervioso y desatar el empalme que quería evitar hace días para no masturbarse. Joder.

-Mira..-Le dice ella tocando sus senos frente a su rostro con descaro. -Me duele mucho.-dice. -también me pesan.- Agrega. Alexander no lo tiene que confirmar, a él solo le basta con ver lo grande que se le habían puesto con el embarazo. La saliva inmediatamente se le aliviana al verla jugando como una caprichosa con lo que era de él.

-Mira lo que haces bebé...-Le muestra el empalme que tiene en sus boxes y a él eso no le basta y termina quitándoselo, quejándose de no tenerla en su cama, para follársela como deseaba hacer desde que despertaba. -Te haz convertido en una caprichosa que me la pone dura a cada nada,-le suelta y Lauren mira con descaro como se la jala frente a su pantalla, sintiendo una humedad muchísimo mas grande de lo que estaba acostumbrada.

La punzada de dolor que sintió en la pelvis, la hace soltar un quejido, que alerta Alex del otro lado de la pantalla. Este para cualquier tipo de autocomplacencia y le ve preocupado al otro lado de la laptop, ella levanta la sabana que le cubrían y el ver el hilo de sangre que estaba en sus muslo la ponen pálida.

-Hay sangre, Alex.-Informa al hombre que ya se esta poniendo unos pantalones y camiseta encima, pero esta no le da oportunidad de decir nada ya que cierra la laptop con brusquedad, mientras se vuelve a poner la sudadera y comenzar a vociferar ayuda, alertando con los gritos a su padre, Andrea y la poca gente que estaba despierta a esas hora.

La llevan rápido a urgencia, y Alexander también maneja en esa misma dirección. Los agentes de seguridad que contractó fueron rápidos a la hora de enviarle la dirección.

En el hospital se la llevan a revisión, James llega minutos mas tardes, con su mejor amigo. Todo estaban alterados. La madre de su hijo solo tenia diecisiete semanas. Se sentía impotente, Lauren no dejaba de llorar, La doctora Febles intentaba que se calmara aunque eran en vano, porque nada funcionaba. Alex al otro lado no aguanto la espera y entro a la habitación en la que se encontraban.

El pecho inmediatamente se le arrugo al verla llorando, y se acerco hacia ella, se hinco un poco a su altura y le beso la boca mientras le limpiaba las lagrimas que le brotaban.

Lauren dentro de si no dejaba de culparse, si su maldita enfermedad estaba controlada, por qué su bebé no podía estar bien. Ella estaba siguiendo toda las indicaciones, pero no entendía que había hecho mal.

-¿Qué es lo que pasa?-dice Alex sin tanta arandela, separándose de Lauren y mirando a l doctora con una expresión amenazadora en su rostro.

-La señorita Houston tuvo una amenaza de aborto-empieza, un enfermero que está al lado de ella comienza a conectar cables al doppler. -Vamos a checar ahora al bebé...-Le indica a Lauren que se levante la sudadera, le ponen el gel y la doctora le pasa el aparato por el vientre, segundos es todo lo que pasan, para que la estancia se llene de los latidos de su hijo, una punzada de orgullo le infla el tórax a Alex, y este sujeta con firmeza la mano de su mujer. -Aquí esta su bebé,- señala la obstetra. -una amenaza de aborto a la diecisiete semana de gestación puede ser por distintas causas, -informa -pero al tener en cuenta tu enfermedad, creo que esta se debe al poco peso que has aumentado, Lauren.-Le dice, la doctora comienza tomar medidas de precaución, a indicarle dieta y reposo absoluto.

Grimes hace una nota mental de todo y la doctora le da las ultimas indicaciones, y este asiente a cada nada, prometiéndose cuidarle más.

Les informa que no era necesario que Lauren se quede en observación por esa noche, la medica había logrado detener por completo el sangrado y ellos se reúnen con las personas que los esperan preocupados en una de las tantas sillas que hay fuera de la emergencia. Lauren se reúnen con su padre, Alexander es el que le comenta lo que sucedió, los presentes se alegran de que no haya pasado a mayores, sin percatarse de que alguien en una de las columnas lo están fotografiando.

A Grimes algo le zumba en los oídos y el que tome a Lauren protegiéndola y pegándola a su cuerpo es algo que desata el odio profundo a la persona que recibe las fotos. «Espera» es lo único que le dice su acompañante, «Pronto será nuestro turno.»

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Gracias infinitas por llegar hasta aquí.

Capitulo escrito con mucho amor para ustedes.

Un besito.

¡Nos leemos pronto!

Con amor,
Nikol.

POSESIVO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora