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LAUREN HOUSTON WEST

Mi garganta estaba cerrada y un nudo en el pecho me impedía respirar con normalidad, un sin número de emociones que no me dejaban pensar y formular hipótesis; y a medida que iba bajando las escaleras de aquel edificio, mis lagrimas comenzaron a brotar, un gemido lastimero salió de lo más profundo de mi, y no dejaba de lamentarme.

Era una estúpida ¿Cómo mierda no me di cuenta que me estaba utilizando? Me detuve en uno de los escalones obligándome a mi misma a agacharme e intentar regular mi respiración, pero mientras que lo segundos pasaba mis lágrimas bajaban con más frecuencia.

Unos pasos se escucharon de la parte de abajo, alguien comenzaba a subir, me puse de pie inmediatamente, voltee mi cuerpo y con mis manos de forma apresurada intentaba limpiar mi rostro que para estas altura del juego se encontraba rojo.

Uno, dos, tres segundos pasaron para sentir a alguien detenerse a mi lado.

-Disculpa...-una voz ronca se escucho, una mano toco mi hombro y mientras giraba el rostro, me prometí no volver a llorar de aquella manera.

Un torso nada familiar apareció en mi campo de visión, me disculpe y me hice a un lado, para que aquel hombre de altura promedio pudiese cruzar, pero él no se movió. Solo se quedo unos segundos observando, a si que no tuve más alternativa que dirigir mis ojos a su rostro, la altura promedio que había mencionado antes se fue al caño, solo ver que me sacaba dos cabeza de altura y eso que yo no era baja. Unos ojos grises malditamente serios miraron mi rostro detenidamente.

-¿Se encuentra bien...?- Aquel acento italiano no pasa desapercibido para mí.

- Sto bene, mi dispiace interrompere il tuo passaggio...-«Estoy bien, disculpe por interrumpir su paso». Sus ojos se abre un poco haciéndose ver impresionado, una sonrisa de lado aparece en su rostro, dándole un toque aniñado. Rodeo su cuerpo para seguir bajando la escalera, pero su mano me detiene.

-In attesa- "Espera". Sus manos grandes buscan algo en su gabardina, saca un pañuelo azul claro y me lo entrega.

-Grazie.-Asiente, se gira sobres sus pies y continúa subiendo las escaleras.
Miro el pañuelo que me ha entregado y en el bordado aparece su nombre, Alessandro Iabarazzi. Me termino de limpiar las lágrimas y continúo bajando las escaleras.

****

2 semanas después...

-Lauren...- Levanto el rostro de la computadora y me retiro los lentes de leer.

-¿Pasa algo, papá? -Trae unos papeles, sus lentes de leer y tiene algún botones de su camisa sueltos.

Asiente y se sienta frente al escritorio de aquel estudio que él me había prestado mientras buscaba trabajo en mi computador.

Cierro la tapa de mi laptop y centro toda mi atención en él.

-¿Estás bien?-Su pregunta no me toma desprevenida, porque es la misma pregunta que ha estado asiendo durante días.

El nombre Alexander era demasiado resiente y yo aun no creía que hubiésemos terminado de aquel modo. Papá cuando llegue a casa totalmente destruida, no me había preguntado nada y solo me había abrazado.

Mi alimentación no estaba en su mejor etapa y aunque intentaba retener algo en mi estomago era completamente imposible. Trataba de la mejor manera de ocultárselo a mi padre, pero él estaba comenzado a sospechar.

-Lo estoy. -El me mira dudoso, pero termina asintiendo. Unos papeles son puestos frente a mí y los tomo mirando a papá con una ceja encarnada.

-Son el 55% de las acciones del viñedo West. -Levanto la mirada incrédula de los papeles y miro a papá consternada.

-Ahora te pertenecen a ti.

-¿Cómo?

Sus ojos se despegan de los míos y mira un punto fijo del estudio.

-Las he comprado, y sé que no hay alguien mejor que tu para dirigirlo.

-Pero papá... ¿Cómo esas personas aceptaron venderte más de la mitad de sus acciones?- no puedo evitar preguntar. -¿Confías en mí para dirigir algo así? Es una locura y sé que voy a echar todo a perder.

-No lo harás, no conozco alguien mejor preparada que tú.

-Yo...-Su voz me interrumpe.

-Estas graduada en administración de empresa en economía, tus notas siempre fueron altas ¿Y como es eso que sabes seis idiomas?

-Yo... Bueno, mamá decidió apuntarme en clases de idioma en España cuando tenía 11, yo no tenía amigos y ella creía que era una buena forma de invertir el tiempo.

-Y no se equivoco, eres mucho más que el promedio de algunos jóvenes, tienes 24 años y eres capaz e inteligente. -me hace saber. -Confió en ti para esto. Sé que estas triste, con algo que posiblemente tiene que ver con Alexander ¿O me equivoco?- Al ver que no niego continua hablando -Es hora de mostrarte frente a esos señores y hacer lo que tu madre hubiese querido que hicieras.

Miles de dudas estaba impregnada en mi cerebro, pero yo solo pude asentir.
Es lo que mamá hubiese querido que haga, me repetí.

-De acuerdo, ¿Cuándo empiezo?

Una sonrisa orgullosa apareció en su rostro, se levanto de su puesto y llegando al mío, se agacho y me dio un beso en la frente.

-Mañana es un buen día para empezar. -Se levanto de donde estaba y desde su altura pude ver como su sonrisa vacilaba un poco.

Me levante del asiento, pero de repente los ojos comenzaron a pesarme, papá puso una mano en mis hombros, sentí que algo me pesaba en los hombros, cerré los ojos y los volví abrí, comencé a ver borroso, tome el brazo de papá intentado sostenerme, volví a cerrar mis ojos y me deje llevar.

***

La cabeza me martillaba y comencé a abrir los ojos con pesadez, la lengua la sentía pesada y tenía mucha sed.

-Está reaccionando doctor...- Una voz femenina se escucho a lo lejos.

-Lauren.-La inconfundible voz de papa se escucha cerca, y cuando abro los ojos, su rostro preocupado es lo primero que observo.

-Estoy muy enojado contigo, jovencita. ¿Qué te he dicho de comer tarde? -Arrugo los ojos y miro detenidamente la habitación donde me encuentro.

-¿Qué me paso?- La puerta de la habitación es abierta y le dan la entrada al doctor Robinson, el mismo que me atendió la vez pasa.

Trae un registro en las manos y por la forma que sus ojos me miraron me dio a entender que algo estaba pasando.

- Veo que te has levantado, Lauren.-Trata de parecer recompuesto nuevamente y mira a mi padre, luego a la enfermera y al final sus ojos se detienen en mí. -Tengo los resultados de tus análisis aquí.

Asiento y no encuentro porque tanto misterio.

-¿Te importa si lo leo delante de tu padre?-Lo miro fijamente y el no despega sus ojos de los mismo, niego y él suspira para iniciar hablar y dejarme estupefacta con lo siguiente que sus labios soltaron.

-En tus exámenes apareció en gran cantidad la hormona GCH.- Lo miro confundía sin entender de que mierda habla.-Felicitaciones, tienes cuatro semanas de gestación.

Los ojos de papá me miran incrédulo y luego a mi vientre.

-¿Estás embarazada?

POSESIVO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora