Lauren.
La gotas de lluvias mojan toda mi ropa, el cabello se pega a mi frente y nuca, cierro los ojos intentando relajarme. Flexiono las piernas intentando bloquear los sonidos exteriores quedándome solo con el sonido que hace la lluvia al golpear el suelo, cambio de posición, el aire me golpea la cara haciendo que una sonrisa de satisfacción aparezca en mi rostro, los latidos se me aceleran, sonrío con el deje de tranquilidad que me deja el ejercicio y...
-¡¿QUIERES SALIR BAJO LA LLUVIA DE UNA VEZ POR TODA?!- grita mi madre desde el cobertizo de casa, viéndome como si hubiese perdido el juicio.
Sus ojos miran hacia los lado asustada, con vergüenza de que alguien pueda ver a la hija que le toco. Se cruza de brazos y frunce más el entrecejo «Como si fuera posible». Intento volver a cerrar los ojos siguiendo el ejercicio que había aprendido en YouTube, pero algo me golpea el rostro haciendo que los abra los ojos con brusquedad.
¿Unas chanclas de casa?
-¿En serio, mamá?-Pregunto incrédula, -¡Solo un rato mas!- la ignoro consiguiendo que abra sus ojos escandalizada y me muestra aquella mirada de advertencia que hace que me pare de inmediato y camine a donde se encuentra.
-¿A caso quieres morir de una neumonía?- dramatiza como siempre -No tienes nada de consideración con tu pobre madre- Me envuelve en una toalla marrón mientras comienza a renegar por lo bajo.
Siempre es lo mismo: Lauren, lava los platos, Lauren, ve a la universidad, Lauren, no molestes a la vecina. En mi defensa ¿A quién se le ocurre salir en ropa interior a la calle a gritarle a un gato? Si, se lo que están pesando, la vieja Marilyn no está totalmente cuerda.
Tener veinte años y vivir con tu madre es algo bastante inusual -Según decían mis compañeros de universidad-, pero no me veía dejándola, mamá era lo único que me quedaba y de lo cual me sentía orgullosa de tener; y es que admiro la forma luchadora en la que me tuvo y su determinación de terminar todo lo que se proponía.
Aun recordaba cuando le dije que me habían admitido a la universidad con una beca completa. Sus ojos se habían llenado de orgullo, me había abrazado e insistido en comprar un pastel para celebrar.
Todos mis esfuerzos en el instituto habían valido la pena cuando la había visto reír emocionada por mi y llorar agradecida dándome besos.
Esa misma noche me hizo poner un lindo vestido, cosa que odiaba. Me había abrazado e insistiendo en ir a celebrar aquel restaurante de comida mexicana que estaba acostumbrada a llevarme por cualquier motivo.
Tengo la ligera sospecha de que quiere emparejarme con aquel camarero del que no dejaba de hablar desde que lo había conocido.
Suelto un suspiro audible y volteo a mirarla con detenimiento cuando vuelve a mencionar a ese chico.
-Sabes que entre él y yo no pasará nada ¿No?- levanta las cejas y me muestra una sonrisa ladeada.
-¿Qué dices?-se hace la indignada -No estoy tratando de que salgas a tus veintes años y des tu primer beso- el sarcasmo es palpable en su voz-. Eso no es lo que estoy tratando de hacer, deja la paranoia.
Blanqueo los ojos y me dirijo a las escaleras.
Nunca he tenido amigos, ni mucho menos una pareja, y no entiendo cual era la obsesión en que los tuviera.
Por más que lo intento nunca funciona, y desistí de la idea, el día que invité en la preparatoria a todo mi salón de clase a mi fiesta de cumpleaños, y que por alguna extraña razón ni un alma se apareció por ahí, a excepción de Isabella, la mejor amiga de mamá que me miraba con lastima.
Ese día no lloré, pero si me sentí mal por mamá y porque de alguna u otra forma ella se sintiera culpable del porque no tengo amigos.
No sabiendo que yo era la rara y con hábitos muy extraño. Nunca dejaba entrar a nadie, solo han habido compañeros de estudios y nada más. No intentaba en querer agradarles y era algo por lo cual me sentía muy a gusto.
Ni siquiera pienso mucho en los integrantes de la familia, y es porque simplemente solo tengo a mamá. Nunca conocí al señor por el cual mamá siempre estaba triste en mi cumpleaños. Ella se encerraba en su habitación, después de pasarla conmigo y mimarme de la forma mas chistosa y ridícula que existía. La escuchaba susurrar su nombre con lamento y llorar en silencio mientras yo hacia como que no pasaba nada y la dejaba estar.
Mi madre o como mucho la conocían «Angelica West William», graduada con una licenciatura en enfermería, era la persona mas dulce y buena que alguien pueda conocer, por lo cual su presencia me bastaba.
De pelo castaño, alta, piel bronceada, nariz perfilada y con unos increíbles ojos color esmeraldas, «Una belleza». Mientras yo soy todo lo opuesto a ella. Era bajita, bastante pálida, pelo negro rizado, y unos ojos grandes y negros -Una copia del donador de esperma- o como ella insistía en llamarle «Padre».
Nunca comprenderé, por qué ella siempre insistía en hablar de alguien que no le importábamos, nunca estuvo para ningunos de mis cumpleaños, pero mamá lo mostraba, y hablaba muy bien de él.
Al principio fue bastante difícil comprender porque no tenía una figura paterna en mi vida, pero mientras mas crecía y más mamá lo justificaba, más rencor le tenía, lo odiaba. El que sea el causante que los ojos esmeralda de mamá se encharcarán eran suficiente motivo para hacerlo.
-Voy a trabajar- anuncia mientras me ve en él sofá de la sala viendo unos de esos tontos programas de cocina por octava vez en la semana. Rueda los ojos cansada como si entendiera por fin que no tengo remedio -Te he dejado la cena en él microondas, nada de fiestas- Bromea, le doy una sonrisa entera haciendo que ruede los ojos con gracia-. Cuídate, te amo.
- Yo también te amo- Sonríe y abandona la casa dejándome tendida en el sofá.
Al día siguiente mamá no regresó, no encontré sus alimentos puestos en la mesa cuando llegue de la universidad. No había mensajes de ella preguntándome como me había ido y si había comido. Lo que si hubo fueron un sin números de llamadas del hospital en donde trabajabá dándome la peor noticia que le pueden dar a una chica de veinte años que todo lo que conoce es su madre.
«Intentamos reanimarle, seguimos los protocolos al pie de la letra, lo siento mucho, tu madre a fallecido a causa de una enfermedad cardíaca».
