Lauren.
Las manos me tiemblan en mi regazo, y los ojos llorosos me irritan la vista. El pecho me duele cuando recuerdo los ojos culpables iguales a los mío mirarme con pesar.
Odiaba con el alma aquella mirada de pena y me pesaba el verme comportado como una estúpida en su oficina, mi intención no era ni de cerca aquella y al llorarle como si fuera una cría me demostró que aquello me rompía, al parecer todavía era una cría que aún le dolía no haber tenido un padre.
Otro maldito error fue el dejar que un desconocido me subiera a su coche sin hacer el mas mínimo intento por escapar, pero estaba cansada, estaba tan exhausta de mi vida que si intentara matarme y dejarme tirada en alguna zanja no iba hacer nada para evitarlo.
-No te voy a dejar tirada en ningún lado...- su voz me sobresalta y cuando mi cerebro conecta lo que ha dicho con lo que he pensado me sonrojo con violencia. ¡Había vuelto a pensar en voz alta! ¿Puede ser esto peor?
-No.
Su respuesta logra voltear mi rostro y la sonrisa ladeada que me muestra me enfurece.
-No estoy hablando contigo.
Como si fuese un chiste suelta a reír, y que aquel maldito gesto se vea tan atractivo en él me hace cuestionar su maldita genética. O sea, ¿Quién mierda se ve lindo riendo? Si yo parezco una jodida foca.
-Hasta las focas son lindas...
Mi mano no puede evitar estampársele en el brazo y aunque me avergüenza que haya escuchado eso, no puedo evitar sonreír.
-Tengo que dejar de hacer eso.
Asiente de acuerdo conmigo con una sonrisa.
-Es poco audible, hay que mirarte para escucharte.
Su confección me sonroja, pero cualquier cosa que iba a salir de mi boca la calló cuando veo que dirige el coche a una gran urbanización.
La boca se me abre de la impresión cuando unos guardias con cara de matones asienten en su dirección dejándolo pasar; y es que si antes parecía sorprendida con lo majestuosa que se veía la entrada, mi mandíbula se termina de desencajar con la vista maravillosa que ofrece aquella casa; y casi me sentí ridícula cuando bajando rodeo el vehículo abriendo mi puerta dejándome salir, y es que hasta inferior me sentía con aquellos trapos que estaba luciendo.
-Estas linda...
Aquel cumplido en vez de alegrarme me sonroja con algo de rabia, y es que dijo linda como si estuviera hablando de alguna mascota.
-¿Por qué me has traído aquí?
Frunce los labios con molestia y desvía la mirada alejándose de mí varios centímetros.
-Lo siento, ¿vale? -su disculpa me sorprende, pero lejos de parecerlo continúo hablando.
-¿Qué sientes realmente? - Lo repaso con la mirada - ¿Meterte en un problema con la prensa? ¿Aparecerte en cualquier puto lugar en el que estoy? ¿O haberme hecho venir a tu castillo en contra de mi voluntad?
Traga saliva nerviosa y desvía su rostro.
-Por todo...-Vuelve a dirigir su vista a mi rostro -Lo siento.
La sinceridad en su disculpa es palpable, y en parte agradezco que me haya sacado de la vista de mi padre, por tanto, me encojo de hombro y con una sonrisa volteo a mirar la entra de su "casa".
-No importa ya. -Hago un ademán con mi mano para restarle importancia, pasando una mano por mi pelo y acaricio mi coleta- ¡Bien! Me has traído a tu casa -Señalo lo obvio y sonrío- ¿Qué espera para invitarme a pasar?
Una sonrisa se forma en sus labios, remarcando sus hoyuelos.
Carajo, era demasiado atractivo para su propio bien.
-Claro... -Hace una extraña reverencia para indicarme que pase adelante de él.
Creo que no entiendo si quiere ser caballeroso o solo quiere observar bien mi culo.
-Lo segundo.
Una sonrisa tira de mis labios y camino delante sonrojándome por lo imprudente que puede llegar hacer mi boca.
Un precioso camino con luces en una especie de cristalería le da a la entrada un aire elegante al lugar y un jadeo casi involuntario de impresión sale de mis labios cuando observo los ventanales, lo escucho reír a mis espaldas, pero la vista que debe de tener desde adentro ha de ser increíble.
-¿Estas es tu casa?- no salgo del asombro- ¿En qué trabajas?
Pero mis palabras atropelladas lo interrumpen cuando abre la puerta de un tamaño inimaginable para mí.
-Mejor no me digas, no quiero ser participé de nada ilegal.
Se ríe dejándome entrar primero, dejándome asombrada con el recibidor.
-Es muy hermosa...
-Lo es.
Volteo a mirarlo por el tono de profundidad que tomó su voz.
-Gracias.
Carraspea y me insta a caminar con una mano en mi cintura y que aquel gesto se siente como algo íntimo y no pudiendo soportar el contacto por demasiado tiempo me aparto con disimulo.
Me deja curiosear, y no puedo evitar pasar la mano por los estantes color mármol que le dan la entrada al living.
Miro hacia él en el momento que me percato que no ha dicho ni una sola palabra, pero mi vista se pierde nuevamente en el cuadro de la preciosa mujer de ojos azules que aparece en él. No puedo evitar detallarlo y paso la mano en el marco con cuidado, y cuando tengo suficiente de él, volteo a mirar a Alexander con curiosidad, pero el que una mirada triste tome sus facciones me frena.
-¿Estas bien?
Asiente de manera brusca y sus ojos se oscurecen denotando peligro haciendo que sin querer de un paso hacia atrás.
Se voltea cuando nota lo que hice y se aleja de mí, dejándome plantada en medio de su sala.