Alexander.
¿Quién coño se cree? Respiro hondo intentando no perder la compostura, maldito hijo de puta, lo odiaba, yo jodidamente lo detestaba. El golpe que suelto de forma brusca en la mesa no lo puedo evitar y termino sorprendiendo a los socios que me acompañaban. -No me importaba-. Si de algo estaba seguro en está vida era de mi palabra, y es que se tiene que cumplir para que pese.
-¿Dónde jodido está Gabriella?- No he terminado de hablar cuando hace acto de presencia.
-Mande, señor...
-¿Para qué te pago?- los socios se mueven incomodo cuando mi palabras salen amenzantes, y es que algo que detestaba con el alma era la gente incapaz.
-Y yo...
-¡Cállate!- me levanto y tiro las carpetas que me acaban de llegar al suelo-. Quiero el reporte del hijo de puta que se atrevió a venderme, y por tu bien espero que no sea mi empleado, por que te acabo.
Volteo a mirar a los socios de forma inquisidora, y cuando se mueven nerviosos se que mi amenaza a surgido efecto. Estaba seguro que uno de ellos aún trabajaba para David, mi padre, y cuando lo tenga, lo aplasto.
Había hecho el ridículo gracias a su inoportuna intromisión, mi negocio no se completó y acababa de perder medio millón de dólares, como si mi tiempo no valiera muchísimo más.
David, David...
Hace año y medio me había propuesto no depender de David James «Mi padre» y para como estaban las cosas fue lo mejor decisión.
Ver su cara de impotencia al ver mi carta de renuncia fue lo mejor del mundo.
Después de tres meses, se presentó en la empresa que funde a hacer un escándalo. Me imagino que no fue nada agradable ver como sus socio se marchaban sin si quiera explicar el por qué. Desde luego no fue difícil hacerlo salir de mi oficina con los guardias de seguridad. Me repitió una y mil veces que lo iba a pagar con lo que mas me doliera. Lastima que lo que más me doliera estuviera muerta y gracias a él.
Fundar una empresa de marketing no fue difícil teniendo los estudio y él dinero disponible.
Cada día crecía y crecía más a nivel mundial, él nombre de Alexander James Grimes estaba esparcido por el mundo. Era él primer joven en construir un imperio a muy corta edad y demasiado rápido.
(...)
Él sonido de mi móvil me trae a la realidad, y ahí es donde me percato que ya he salido del avión.
-¿Qué?- Camino a pasó decidido hacia la salida del aeropuerto.
-Veo que te gusto mi regalito...
¡Maldito hijo puta! ¿Todavía se atreve a llamarme?
--No te metas conmigo David. No me quieren ver cabreado.-Cuelgo.
Camino tan rápido por él aeropuerto que no me percato de la chica que tire al suelo de rodilla. La escucho maldecir un sin número de veces y la escena en otro momento me hubiese causado gracia, pero el enojo con mi David no se dispersa.
Se levanta y sus ojos azabache se fijan en los míos. Una corriente desciende de mi cuerpo al observarla mirarme con él ceño fruncido y los puños apretado, no creí que algo pudiera excitarme tanto.
Sus piernas enfundado en eso pantalones eran una delicia visual, mis ojos no pierden detalle de la camiseta de tirante que lleva puestas, y es que la areola se marca quitándole todo el aire amenazante y haciéndola ver sexy, y es que sus pechos parecen estar asfixiados en ese lugar y jodido Dios yo quería ofrecerme para liberarlos y...
El que se cruce de brazos hace que la polla se me endurezca en cuestión de minutos y cuando levanto la vista hacia su rostro, sus ojos me lazan una mirada dura que claro está no logra intimidarme, la observo incrédulo y no soy capaz de controlarme cuando ya he abierto la boca.
-¡¿Quién te crees que eres para hacerme perder el tiempo?!-En su rostro no pasa ninguna emoción, como si ya estuviera acostumbrado a persona que la traten así.
Me enfurecí conmigo mismo al tratarla así he iba a disculparme, juro que iba hacerlo, pero su voz me detuvo abruptamente.
-¡La que te va a partir tu maldita cara si me vuelves hablar así, gilipollas!- Sus palabras logran descolocarme por un momento, nadie se atrevía a hablarme así ¿Por qué ella me reta?
Mi mirada seguro que demostró pura chispa; porque no me detuve a pensar cuando tome uno de sus brazos bruscamente.
-¿No sabes con quién estas hablando verdad, bonita?- Susurré en su mejilla. Una sonrisa burlona apareció en sus labios antes de separase de mi agarre y estampar su puño en mi nariz.
Retrocedí varios pasos y toque mi nariz con mis manos para comprobar lo que ya sabía. ¡Sangre!
La miro directo a los ojos y puedo ver un poco de arrepentimiento en ellos, pero tan rápido como vino se fue.
-Y yo...- Levanto la ceja en espera de su disculpa, pero su labios se vuelven una línea recta-. No me interesa quien seas, solo aléjate de mi-. Toma sus maletas, y se da la vuelta desapareciendo de la multitud que se había creado a nuestro alrededor. Mis ojos la repasan con descaro. Estaba buena, y yo me estaba volviendo loco por seguir mirando el rastro por donde se fue.
No lo puedo evitar y una sonrisa se me escapa.
¡Primera mujer en ponerme en mi lugar!
Observo un grupo de periodista sacando fotos consiguiendo que una sonrisa burlona aparezcan en mis labios al querer saber la reacción de la fiera al verse en él diario con él gran Alexander James.
Adoptó mi actitud sería otra vez y la lluvia que me recibe en Londres ya es normal.
Un auto se estaciona frente a mi, rodeo el auto entrando mi maleta al baúl mientras no dejo de pensar en aquella chica.
Entro tocándome la nariz, que ya ha parado de sangrar.
-¿Qué paso?-Indaga Nicholas y me encojo de hombros despreocupado.
-¿Qué tal la resaca?- Preguntó con toda la malicia del mundo.
Este frunce él ceño y sale del estacionamiento.
-Ni me lo recuerdes, prometo no volver a beber, joder, la cabeza me está matando.
Río fuerte adrede y él me propina un golpe él hombro.
Me quejo y este sonríe ante de hablar.
-¿Y a ti cómo te fue? ¿Alguna chica?- Pregunta mientras vuelca un momento la mirada de la hacia mi.
Una gran sonrisa se extiende en mi boca al recordar aquella chica.
-Creo que encontré el amor de mi vida-. Bromeo haciendo que me mire extrañado.
-¿En serio?- Me mira incrédulo.
-Ya lo verás mañana- Menciono al acordarme de las fotografías que me sacaron con ella.
Iba a disfrutar aquello, no se que tan jodido este para pensar en ella de aquella manera, pero el grado de excitación que había causado su presencia era motivo suficiente para querer volverla ver.