Lauren.
Le pague al taxistas después que me ayudará a sacar mis maletas. Le despedí con asentimiento de cabeza y observe él edificio en el cual voy a pasar algún tiempo.
El edificio no era precisamente feo; no obstante, se notaba que había visto mejores tiempo. Era de cinco pisos, estaba pintado de un color crema con blanco, en la parte frontal había varios ventanales de cristal junto con unas rejillas que los cubrían de color negra.
Nada mas entrar un ambiente cálido me recibió. Una señora estaba revisando unos papeles con atención y cuando me quede parada observándola unos segundos, retiró sus anteojos de los ojos y salió de la recepción a recibirme.
Mire detenidamente a la persona que tenía delante de mi y sonreí. No una sonrisa fingida de la que ahora muchos estaban acostumbraron a que yo diera, no. Esta era completamente genuina. Una señora no muy distinta a mi madre estaba mirándome con una sonrisa amable.
Y quise evitar que mis ojos no se aguaran, pero fue imposible y pestañee rítmicamente intentado alejarla, y es que... Parecen sus ojos.
-Hola- Murmuró sin dejar de mirarme con alegría, estoy segura que la había visto en algún otro sitio.
La mire avergonzada y sonreí de lado.
-Hola- Susurro. -Soy Lauren Houston y estoy aquí porque he adquirido él quito piso de este edificio.
Su mirada brilla asintiendo con reconocimiento y nos estrechamos las manos.
-La estaba esperando, soy Rosa, es un gusto conocerte, Lauren-. Asentí sin saber que mas decir.
-Sígueme, te voy a mostrar tu departamento- Me hace una seña, y nos detenemos frente a un elevador, presionó un botón y esperamos unos segundos hasta que las puertas del ascensor se abrieran.
No adentramos, ella marco el número y esperamos unos cuantos segundos más.
-¿Qué tal te está pareciendo la ciudad?
-No he tenido un buen recibimiento-. Soy sincera, pero que el elevador se habrá corta la conversación.
Ya afuera caminamos por un pasillo y nos paramos frente a una puerta de color azul.
Sacó unas llaves y dándome una sonrisa me invitó a pasar.
Una sonrisa satisfecha apareció en mi rostro y me dedique a observar.
Las paredes estaba pintadas de blanco, el lugar se veía tan iluminado que me veía disfrutando el lugar sin el menor contratiempo. Estaba dividido en dos habitaciones, dos baños, una pequeña cocina que perfectamente podrían caber mas de cuatro personas y el living.
-¿Te gusta?
-Es precioso...
Una sonrisa satisfecha apareció en su rostro, y no entendía porque la renta en el lugar era tan accesible si el lugar era una pasada.
Obvio, eso no lo comenté.
-Estas son tus llaves, si la pierdes puedes encontrarme en recepción entre la 12 y 16 horas-. Asiento, pero continua-. Tenemos seguridad y hay cámaras en el pasillo por si pasa algo, puedes presionar este botón si ve que algo no está funcionando bien- se acerca a la pared y me muestra un panel con varios botones-. Ricardo, el de mantenimiento, siempre está por aquí, mi niña.
El termino se le escapa y le sonrío con calma intentando tranquilizarla cuando sus ojos me ven nerviosos.
-Muchas gracias, Rosa.
Asiente.
Ella tras despedirse, entregarme la llave del apartamento y darme algunas indicaciones, se marcha.