ALEXANDER JAMES GRIMESUna sonrisa tiro de mis labios al verla abandonar mi oficina contoneando la caderas. No era tonta, sabia que era hermosa y lo estaba usando a su favor ¿Desde cuándo yo cumplía condiciones de alguien? Desde que llego ella, claro esta.
-¿Señor?-Gabrielle entra a mi oficina e interrumpe mis pensamiento. La observo y tiene el ceño fruncido.
-¿Qué pasa, Gabrielle? -Hablo con la misma frialdad de siempre.
Es claro que algo no esta bien en ella. Desde un tiempo se esta comportando muy extraña y no esta demás recordar la amenaza que me a hecho mi padre. No soy estúpido, Por eso es que he contratado a Lauren como asistente. No la quiero lejos de mi.
Lauren, Posee una extraña personalidad. Es rebelde, no acata ordenes de nadie, es algo ingenua y tiene una belleza bastante peculiar. ¿POR QUÉ SIGO PENSANDO EN ELLA? Algo anda mal en mi.
Aunque odio admitirlo, esos celos repentino que tuve por ella. No lo había sentido jamás y juro, fue completamente extraño para mi. Estoy claro que si la hubiese dejado hacer esa entrevista con Steven, me hubiese vuelto loco. Steven es una de esas personas que se folla a todo lo que tenga vagina. Y ella... es... ¡Joder! ¿Por qué mierda todavía sigo pensando en ella?
-El señor Iabarazzi, a solicitado una reunión con usted..
Iabarazzi, Italiano, dueño de una cadena de hoteles. Lo conocí el año pasado cuando inauguro unos de sus hoteles aquí en Londres. Todavía recuerdo a su prometida. La pelirroja, de ojos marrones, no había pasado una cuantas horas y ya la tenía en el baño del hotel, haciéndola gritar mi nombre. Una delicia, pero muy sofocante. Fue difícil deshacerme de ella. No se como consiguió mi número, pero es una maldita acosadora.
- ¿Mañana tengo reunión? -Pregunto, y niega.
- Haga una reserva en el mismo restaurante de siempre, y cítalo para mañana a las ocho de la noche.-Asiente, y sale de la oficina sin meditar palabra.
LAUREN HOUSTON WEST
El sonido inhumano de mi despertador me sobresalta y caigo al piso de golpe. ¡Por la gran PUTA de los tomates! Me quejo en el suelo y me paro sobando me la cabeza, algo me dice que este no va hacer mi mejor día.
Hoy comienza mi nuevo trabajo y como toda persona normal me importa una mierda. Voy a gozar fastidiar al jefe. Ayer me di cuenta lo cabreado que estaba al saber que un tío me iba hacer la entrevista. Es celoso. Todavía no entiendo porque conmigo, pero me da igual, me encanta verlo enfadado.
Entro al baño y duro unos 15 minutos, duchándome.
Salgo en vuelta en una toalla y entre abro mi armario para ver que elijo para este día tan magnífico-Noten el sarcasmo- Escojo un vestido rojo entallado a mi figura que me queda un poco más arriba de las rodillas, y los combino con unos tacones altos negro. Odiaba los zapatos alto, pero era algo que tendría que acostumbrarme.
Me hago algunas vueltas a mi pelo y decido dejarlo suelto. Me pongo un poco de mascara de ojos y gloss de labios.
Recojo mi bolso y pongo todo lo necesario dentro. Tomo mi teléfono de la cama y salgo de mi habitación dirigiéndome a la cocina. Pongo el bolso en la encimera y saco de el refrigerador el jugo de naranja. Tomo un poco y reviso la hora en el mi móvil. ¡MIERDA! Llego tarde.
Entro el jugo en la nevera, tomo el bolso de la encimera y salgo a paso veloz por la escaleras del departamento. Son 5 pisos, nada que mis pies no puedan alcanzar. Llego sofocada al último escalón y saludo a Rosa cuando la veo leyendo el periódico en un mueble.
Sonrío y salgo del edificio. Paro un taxis, le doy la dirección de la empresa y me apoyo en la ventana. Suelto un suspiro exasperado. A que me despide y es mi primer día de trabajo.
Todo un récord, Lauren.
Llego a la empresa 20 minutos después, le pago al taxista. Y miro al frente.
Camino a paso velos a la entrada y le sonrió a los mismos guardias de ayer.
Saludo a la recepcionista amigable-Que ahora se que se llama Victoria-. Me despido de ella y entro al elevador con algunas personas.
- Buenos días. - Murmuro al entrar. Los hombres contesta con una sonrisa coqueta, pero la mujeres solo me ignoran. Envidiosas.
Salgo del elevador cuando se detiene en mi piso he ignoro toda y cada unas de las miradas de odio que me lanzan las mujeres y camino a paso seguro hasta la oficina de Alexander.
Entro sin tocar pues ahí esta mi escritorio, pero una desagradable imagen se posa frente a mi ojos.
Alexander sin camisa y la misma rubia de ayer entre sus piernas, con la falda levantada y en sujetador. Aprieto la mandíbula y los puños inconscientemente, y una opresión se forma en mi pecho.
Carraspeo un tanto fuerte llamando la atención de los dos. Alexander se separa de inmediato de ella y mis ojos van a la rubia que se esta abotonando la blusa, a paso veloz.
- Dannato figlio di una cagna!-<<Maldito hijo de puta>>Susurro en italiano.
Alexander me mira confundido y la estúpida con una sonrisa burlona.
-Cagna-<<Perra>> La miro a ella y después miro a Alexander algo cabreada.
-Jefe, Me puede decir con que comienzo o puedo solo retirarme, para que se termine de follar a su secretaria- Hablo de forma indiferente mirándome las uñas con aburrimiento.
¿Por qué coños me molesta está mierda?
- Aprenda a tocar antes de entrar a mi oficina- Responde con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.
Me encojo de hombro y sonrío con falsedad.
-Ya.-Toco la punta de mi pelo y salgo de su oficina dando un portazo.
¡Jodido día! Camino hasta el elevador, pero unas manos tocan mi brazo.
Volteo a mirar y sonrió de forma forzada.
- ¿Y tú quién eres? -Este sonríe de forma coqueta. Ruedo los ojos.
- Steven, Preciosa -Una sonrisa gigante se forma en mis labios.
Así que esté era el espeidermen que tenia que ver ayer.